Deseo abordar el tema desde dos ángulos:
1. Desarrollaré brevemente los fundamentos conceptuales que dieron origen al psicoanálisis, en lo que tiene que ver con su construcción teórica esencial, la metapsicología, tal como el mismo Freud lo postula en sus textos.
2. Plantearé un par de cuestiones que la ciencia abandona de su consideración y que a mi juicio revisten singular relevancia para ella misma, problemas ante los cuales el psicoanálisis tiene algo que decir.
1. Sobre los fundamentos del psicoanálisis
El pensamiento freudiano se desarrolla en el centro del imperio. Esto significa que Freud está en contacto y además es discípulo directo de los grandes investigadores de fines del siglo pasado; desde su ídolo Helmholtz, pasando por el gran Fechner, y otros investigadores como Du Bois Reymond, Herbart, etc., y muy en especial Brücke en cuyo laboratorio de fisiología trabaja Freud por más de 6 años realizando estudios histológicos. Este es el grupo que estaba avanzando en la ciencia, en la física, en la fisiología y luego en la psicología. Este es el grupo al cual Freud pertenece por derecho, con el cual se identifica y desde el cual opera científicamente a partir de postulados que son parte suya; son sus instrumentos de trabajo.
Allí Freud se atiene al postulado fisicalista, entendiendo que «sólo las fuerzas físicas y químicas , excluyendo a cualquier otra, actúan en el organismo » y que es el cometido de la ciencia descubrir de qué modo operan y en todo caso reducir otras posibles fuerzas a ellas. Se le cierra el paso a todo vitalismo. A lo largo de su vida Freud sostiene que su producción, el psicoanálisis se ubica dentro de las ciencias de la naturaleza y rechaza cualquier ingerencia de las llamadas ciencias del espíritu de dudoso origen ( se trata de cerrarle el paso a todo vitalismo). Incluso es más consistente que Wundt quien termina por aceptar el dualismo y sufre entonces a manos de Haeckel la acusación de haber traicionado el monismo. Por tanto una sóla fuerza operará en el psiquismo: la naturaleza de dicha fuerza es físico-química. Habla repetidas veces de la química de las pulsiones afiliándose a la química de Lavoisier, es decir la química mineral. Rechaza con vehemencia toda necesidad de una psicosíntesis como postulaba Janet, mostrando que lo fundamental es el análisis, ya que es lo que permite descomponer y comprender.
Sostiene – de acuerdo con lo señalado por Du Bois Reymond cuando se hace cargo de la rectoría de la Universidad de Berlín – el límite absoluto del conocimiento. Evoca la autoridad kantiana sosteniendo que el objeto del psicoanálisis no es sino «la cosa en sí», la que a su vez es «tan desconocida como la realidad del mundo exterior «. Se afilia por tanto al agnosticismo otro de los fundamentos de su pensamiento. Participa junto con Mach de la generación que sigue a los grandes pensadores; éste último estaba investigando la continuidad entre la física y la psicología, es decir, cómo establecer esta relación entre las sensaciones (lo físico) y lo psíquico. Breuer con quien Freud dará sus primeros pasos con la histeria, es padrino de Mach.
En 1911 Mach participa en la redacción de un documento de filosofía positiva. Freud firma y Einstein – discípulo de Mach – también lo hace. Se volverá a encontrar con Einstein en 1927; luego, se produce el famoso intercambio epistolar.
En suma, la construcción de la metapsicología – su gran pasión de siempre – se apuntala por derecho propio en estos postulados, articulándose en los puntos de vista tópico, dinámico y económico en los que pueden rastrearse muy transparentemente las marcas de estas pertenenencias científicas de fines de siglo, pero articuladas en un objeto propio que es lo que constituye la episteme freudiana. Así, sus estudios de anatomía, las investigaciones sobre las representaciones de Herbart de donde se extrae la idea de conflicto y la exigencia de medir, aunque más no sea relativamente las cantidades de energía que intervienen en los procesos, son los elementos que darán forma a la psicología freudiana y abrirán las puertas al análisis de los observables. Ostwald, a la sazón Premio Nobel en 1911, lo invita a escribir sobre el tema energético, pero Freud mantiene una ruta propia.
En suma, desde su propia perspectiva Freud construyó el psicoanálisis como una ciencia más dentro del territorio que definieron las ciencias de la naturaleza a partir de los postulados y descubrimientos que sus maestros y compañeros de generación fueron generando. Está claro, Freud se atiene manifiestamamente a los principios de la ciencia de su época. Ahora bien, otra cosa es lo que produce, las preguntas que formula explícita o tácitamente a la ciencia, los desafíos que plantea al pensamiento y a la filosofía, que lo hicieron trascender su propio tiempo.
2. Algunos problemas de la ciencia
Es amplísima la gama de problemas que el cruce con la ciencia genera ya sea en tanto la ciencia se acerca al psicoanálisis para plantearle exigencias , ya sea por cuanto el psicoanálisis, en función de la problematica que trata, no deja de interrogar a su vez a la ciencia de múltiples formas y con diversos grados de intensidad. Hay que reconocer que el encuentro nunca ha sido amistoso, por cuanto en particular el psicoanálisis ha pretendido situarse por encima del saber científico, utilizando la interpretación transmitiendo cierta impresión de querer apropiarse de un territorio por demás muy amplio. Tal es así que actualmente para cierta corriente de opinión , ocupa el lugar que otrora ocupara tal vez la filosofía o incluso la teología.
Por ello, ante este proyecto quizás desmedido, la ciencia debía llamar un poco al orden a este «saber» que pretendía esclarecer el orden de los pensamientos y los actos de los seres humanos, con una hipótesis que interrogaba directamente el reinado de la razón, en beneficio de un inconsciente invisible e indemostrable. Y tal vez , por cuanto en la segunda mitad del siglo, el crecimiento del psicoanálisis y la amplitud de temas que en virtud de la interpretación caen bajo su manto – en especial los fenómenos de la cultura – se puede producir la sensación de que no hay forma de ponerle coto.
El psicoanálisis se ofrecía así como blanco ya que los científicos lejos han estado de poder comprenderlo, en tanto que su discurso sobre lo psíquico lo podría encasillar como una versión del espiritualismo, cuyo sustrato material no es claramente visible. Se leería entonces en el psicoanálisis a un antagonista del procedimiento científico.
Es extraño que también se le haya cursado al psicoanálisis el reproche inverso, por parte de ciertos filósofos, quienes no han dejado de señalar en el psicoanálisis una visión reductora, materialista, del espíritu humano. Este enredo ( exceso de materialismo o caída en el espiritualismo) plantea un problema de fondo, a saber: la necesidad de establecer precisas diferencias entre lo psíquico (o lo anímico) y lo espiritual, categoría esta última que supone la separación respecto del cuerpo y que el psicoanálisis subvierte.
La reacción de los psicoanalistas ha sido variada: Algunos sostienen que la práctica psicoanalítica se desarrolla por entero conforme a los postulados de la ciencia, como sostenía Freud . Tal vez haya que ver allí un intento de subirse al carro de la ciencia a toda costa, ya que es dudoso que los argumentos analíticos esgrimidos conformen los postulados básicos del método científico como son formulados hoy en día.
Otros han preferido delinear rutas alternativas mostrando, por ejemplo, las relaciones entre el psicoanálisis y cierta construcción de un objeto único, que lo asimilaría más al desarrollo de las artes. Para complicar la cosa, ya veremos que un epistemólogo como Fayerabend, sostiene que toda la dinámica del descubrimiento científico tiene más de arte que de ciencia.
No han faltado los que se han dedicado a cuestionar las bases epistemológicas mismas de las ciencias y a trabajar en rigurosidad un seguro desmarque de algunas epistemologías totalizantes con pretensiones hegemónicas, lo cual no deja de denunciar a su vez, un problema más político que epistemológico, ya que el reinado de las ciencias y la posibilidad para el psicoanálisis de ubicarse en dicho lugar, tiene que ver con la posibilidad de compartir el poder que otorga el saber legitimado.
a. El problema del sujeto de la ciencia
Einstein reconoció en su momento, la verdad de los descubrimientos de Freud sobre la naturaleza de lo humano y solicitó su opinión para encontrar alguna solución al estallido de la guerra, la que dejaba traslucir la acción de las pasiones y la irracionalizadad de su operar. Esto no es representativo del momento actual.
Pero cuando la ciencia ha tenido un lugar significativo en los procesos sociales, no ha logrado ubicarse respecto de ellos con atención a la razón Es necesario y urgente considerar los desaguisados de desconocimiento en materia de psiquismo de aquellos que están en los lugares donde se deben tomar decisiones, que a su vez involucran directa o indirectamente a buena parte de los habitantes del planeta. No es ya posible sostener la disociación entre la ciencia y el sujeto ya que ello toca aspectos éticos cuando de aplicación de los conocimientos científicos se trata. Los cientificos se lavan las manos y no quieren saber nada cuando otros adoptan decisiones, en desconocimiento pleno de las consecuencias que de tales actos se podrían derivar.
Es cierto que, por suerte, no son los científicos a quienes les compete controlar tales acciones. Ni pueden ni deben . Sin embargo lo sorprendente es que el problema no les importe, ahora como tema de investigación y de consideración. Vale decir, lo que debería ser objeto de investigación es el psiquismo humano ya que allí radican las razones profundas que mueven a ciertos hombres en aplicaciones aventuradas y guiadas por oscuras intenciones. El poder de la ciencia para poner en práctica sus descubrimientos, deberá considerar a su vez el efecto psíquico que se puede ejercer sobre los humanos. En suma: ¿Cómo es posible desconocer la necesidad de profundizar en lo humano?
Ahora bien, de todo el abanico de disciplinas que estudian lo humano, el psicoanálisis se ubica en el centro mismo del problema ya que aborda la actividad psíquica desencadenada por las pasiones. Por su parte, parece que la ciencia idealizándose a sí misma, da la espalda al único problema que merece ser abordado, vale decir , determinar el puesto del sujeto de la ciencia en una concepción total del sujeto en la psique. El problema es que el sujeto de la ciencia se considera despositario de un saber verídico, por lo tanto no habría posibilidad alguna de poder emitir un juicio digno sobre el particular: no es posible articular nada desde la perspectiva única de lo verdadero-falso.
También observamos que en las comunicaciones de los científicos destinadas a informar o persuadir a un público dispar, los científicos utilizan modos de pensar no científicos. Dicho de otro modo, no contamos con elementos como para poder discriminar cuando una comunicación de un cientítico responde a las leyes del pensamiento científico y cuando no lo hace así. Por tanto, la razón cientítica a la que le debemos tantas conquistas deslumbrantes, no sabe decir nada acerca de ella misma. No puede establecer la relación que mantiene con los modos de funcionamiento psíquico que le son ajenos ….. y de los cuales es a su vez, su producto. Green sostiene que «la ciencia se detiene en el umbral del funcionamiento psíquico. …la ciencia que más falta nos hace, es la ciencia de lo humano productor de ciencia, (…) la ciencia de las relaciones entre los funcionamientos psíquicos científicos y no científicos en el sujeto»
b. El problema del pensamiento y su lógica ante el descubrimiento
Hace ya algún tiempo se ha detectado una sustancial diferencia entre la lógica que implica el presunto descubrimiento científico y aquella que sostiene los pensamientos que dan cuenta de la demostración científica. No han sido pocos los pensadores que han puesto de manifiesto este hecho. Cabe mencionar, en todo caso, los análisis del gran Fayerabend, para quien la razón no ha estado muy presente en el momento del descubrimiento.
Algunas citas que dan cuenta de ello: » No sólo las normas son algo que no usan los científicos: es imposible obedecerlas….» O también: » Un científico no es un sumiso trabajador que obedece piadosamente a leyes básicas vigiladas por sumos sacerdotes estelares ( lógicos y/o filósofos de la ciencia) , sino que es un oportunista que va plegando los resultados del pasado y los más sacros principios del presente a uno u otro objetivo, suponiendo que llegue siquiera a prestarles atención». Y más terminante aún: » …. todas las metodologías, incluídas las más obvias tienen sus límites. (…) e incluso la irracionalidad de alguna de las reglas que la metodología o el lector gustan considerar como básicas». Más adelante: Copérnico, Newton, Galileo y Einstein…. «todos ellostenían ideas muy concretas sobre sus métodos, aunque las ideas a las que llegaron fueron muy distintas de sus puntos de partida. Tampoco pudo preverse la dirección final de la investigación . (…) …los éxitos se dieron bajo condiciones específicas prácticamente desconocidas, que nosotros frecuentemente no comprendemos a dónde se dirigían y que su repetición no sólo no es una cosa natural, sino algo bastante improbable. »
Y finalmente: » … la ciencia en su mejor aspecto, es decir, la ciencia en cuanto es practicada por nuestros grandes científicos, es una habilidad o un arte, pero no una ciencia en el sentido de una empresa «racional» que obedece a estándares inalterables de la razón y que usa conceptos bien definidos, estables, «objetivos» y por esto también independientes de la práctica»
Ahora bien, ¿ De qué manera abordar esta distancia? ya que la misma pone sobre el tapete una serie de cuestiones de complejidad variable. La mayoría de las discusiones sobre el punto se han centrado en la relación entre la demostración y la verdad , ya que ello implica una serie de abrochamientos epistemológicos que ocultan otro problema de más dificil elucidación: aquel que aborda los vínculos entre la lógica del descubrimiento y el de la verificación.
El pensamiento del descubrimiento parece oscuro y opaco a una interrogación . En todo caso, parece sorprender la falta absoluta de información al respecto; no ha sido un tema que ha preocupado ni a los científicos ni tampoco a aquellos que se dedican a investigar sobre laactividad psíquica. Hay que aceptar que el tema no es de facil investigación; sin embargo, se podría tener la impresión de que no se le quiere atribuir alguna particularidad significativa que pueda mostrar la distancia extrema entre la fecundidad del descubrimiento y el rigor de la razón demostrativa.
En todo caso, no deja de llamar la atención que cuando hablamos del momento del descubrmiento estamos haciendo referencia nada menos que a los orígenes del pensamiento y de su relación con la verdad. Por ello la importancia de su estudio. Tal vez se pueda decir que el error de Popper se sitúa en atribuirle al pensamiento una homogeneidad todo a lo largo de su desarrollo, desde el momento en que se postula una idea nueva hasta que la comunidad de sabios la acepta. Dicho proceso podría muy bien suponer tres momentos diferentes, a saber: el pensar del descubrimiento, el pensar de la demostración y, finalmente, el pensar de la verificación.
Y acá es donde entra a jugar el psicoanálisis ya que , más allá de lo que se pueda opinar de él – y Popper no tiene una idea de él favorable – se ha preocupado por abordar modos de pensamiento considerados de naturaleza inferior – etiquetados así desde la diosa razón – o como fallas sin mayor sentido ni trascendencia. He aquí un desconocimiento por descalificación ; sería sencillo suponer que las investigaciones psicoanalíticas solamente agregan elementos no tomados en cuenta anteriormente. En realidad, progresos realizados sobre estas formas de pensamiento desvalorizadas han mostrado que los mismos terminan determinando las otras , entendidas como más avanzadas. Dicho de otro modo, resulta que casualmente la riqueza del pensamiento se encuentra allí en las formas originarias, más que en los pensares de los siguientes momentos.
Es que el problema planteado no deja de abrir una brecha significativa al interior del método científico ya que se encuentra cuestionada entonces, su unidad, independientemente del campo en que se aplique y aunque se sostenga la necesidad de su adecuación, según la ciencia en cuestión.
Pero más aún, parece que la aplicación del método científico resulta viable y produce resultados reconocidos cuando de la materia inerte se trata. Fracasa cuando nos metemos con el hombre y más aún cuando se trata de producir conocimiento sobre el psiquismo humano. Corresponde introducir aquí la advertencia lacaniana con respecto al cogito cartesiano. Porque resulta que hay una fractura central entre el «Yo pienso» y el «yo soy». Esta supuesta identidad es ocultadora de una particular distancia en tanto el «yo pienso» de la primera parte no se corresponde con el «Yo» que él dice que es. En efecto, el «yo soy» es mucho más que aquello que «yo pienso», y además en tanto se establece esta relación de causalidad – yo pienso, luego, yo soy – se translada al «yo soy» la óptica que se ha tenido del «yo pienso»
Este análisis resulta a mi juicio medular ya que el cartesianismo se encuentra en la génesis del pensamiento científico y también de la crítica que se ha realizado a los abordajes conciencialistas de la psique.
En conclusión, deseo señalar que las mayores críticas al psicoanálisis no provienen hoy en día de la ciencia, la que no se encuentra en condiciones de presentar interrogantes que superen las objeciones que el propio psicoanalisis le formula y ante las cuales no tiene respuesta. Su existencia más dudosa se desplaza en función de cierto compromiso con el sistema, así como con la complicidad institucional que sostiene y en la que una permanente reflexión sobre su implicación sería muy bienvenida. Pero tal vez , este sea tema de futuros diálogos.