La pareja y el amor. De lo imaginario a lo grupal (André Ruffiot)

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Colecciones dirigidas por René Kaës y Didier Anzieu

   “ Al comienzo está la relación que es una categoría del ser … 
      un contenedor, una matriz psíquica; es el a priori de la  relación, el Tu innato.”

                                                                            M.Buber, “Yo y Tu “ p.50-51

INTRODUCCION

  1. Las dos finalidades del amor: el individuo y la especie.

                 La pareja persigue manifiestamente dos fines:

 –               uno, biológico: la reproducción de lo mismo (la conservación de la especie) y la crianza de los niños.

–               El otro, bio-psicológico, pulsional: la satisfacción del impulso de acoplamiento, de la pulsión sexual, en condiciones de seguridad, regularidad y secreto.  “El individuo, efectivamente,lleva una doble existencia: en tanto que su finalidad está en sí mismo y en tanto eslabón de una cadena a la cual está sujeto en contra de su voluntad,o, por lo menos, sin la intervención de ella. El mismo toma su sexualidad como uno de sus fines, mientras que otra perspectiva nos muestra que es un simple apéndice de su plasma germinal, a disposición del cual pone sus fuerzas, a cambio de una primicia de placer; que es el portador mortal de una sustancia- quizás –inmortal, tal como el hijo mayor de una familia que sólo detenta el mayorazgo por un tiempo, un mayorazgo que le sobrevivirá “( S. Freud, 1914; trad.fr. 85-86).

     Es así como el creador del psicoanálisis esquematizaba, en 1914, la dialéctica individuo-especie.  En eco a esta declaración freudiana, no desmentida por Schopenhauer, un biólogo connotado mundialmente, F. Jacob (1982, 17-24) considera la sexualidad como “ una máquina para hacer lo diferente “. Subraya que la  sexualidad no es una condición necesaria para la vida: “ Numerosos individuos prescinden de ella, se reproducen por fisión o por yemación. Basta un solo individuo para producir dos idénticos. Entonces, ¿Por qué no nosotros?, ¿Por qué la mayoría de los animales y plantas deben ponerse de a dos para obtener el mismo resultado? Y luego, ¿ Por qué dos sexos y no tres?  Puesto que nada impide imaginar un mundo en el que la producción de un ser humano exigiera la cooperación, no de dos sino de tres individuos diferentes. Un mundo donde, para ser fecundo, el acto sexual pondría en juego simultáneamente un macho, una hembra y un tercer sexo que tendríamos la libertad de bautizarlo a nuestro antojo “

  1. Jacob recuerda enseguida los mitos que , en todas las civilizaciones han puesto en imagen, figurado , la necesidad del dos de la pareja:
  2. a)mitos monistas, explicando la producción de la pareja a partir de una unidad inicial;
  3. b) mitos dualistas, dando a la sexualidad la dualidad sexual como fenómeno primario, existiendo los dos sexos de base , reflejo de la dualidad cósmica y dotados de fuerzas de atracción que los empujan a realizar la unidad al acoplarse.

   Estos mitos se ocupan de rendir cuenta de una “mutilación originaria” cuyo resultado es que el cuerpo humano contiene todo lo que es necesario para respirar, digerir, pensar, pero no para reproducirse. Con la separación de los sexos, no se le ha dado al individuo el verdadero poder de creación, de dar vida, sino que se le ha otorgado a la especie. “Procrear es encontrar la unidad inicial. <es desaparecer en tanto individuo para refundirse en la especie”. Por medio del acto sexual, hombre y mujer buscan incansablemente recomponer  al ser único. “ Se justifica así la eterna solicitación del otro: es a causa de la separación de los sexos que nació la incurable soledad del ser humano”.

  1. La pareja como máquina para hacer lo diferente.

   Una de las grandes ventajas de la reproducción sexuada, mediante dos individuos, es que cada programa genético inscrito en los cromosomas-del producto de la pareja- es el resultado de dos programas diferentes. Así, cada individuo será diferente a todos los otros (a excepción de los gemelos monocigotos). Cada niño concebido por la pareja es el resultado de una lotería genética. “Si nos damos el trabajo de mezclar nuestros genes con los de otro- dice F. Jacob- es para estar seguros que nuestro hijo será diferente de nosotros mismos y de todos nuestros otros hijos. Si es necesario ser dos para reproducirnos,es para hacer otro”.

   Me parece útil recordar en este preámbulo, a partir de voces autorizadas, la finalidad objetiva, biológica de la pareja y de la cópula : necesidad biológica, fundamento y símbolo de la especie, la pareja es una “máquina” para crear lo específico, otro de lo mismo, lo diferente.   Es sobre esta roca biológica donde se desarrolla una psicología de a dos, la psicología amorosa. Pero, describiendo la vivencia amorosa, tendremos siempre en el horizonte a la pareja como medio de supervivencia, de perpetuación de la especie, es decir, del grupo al que pertenece. Volveremos a encontrar  todas las implicaciones psicológicas profundas de esta función grupal de la pareja

   La pareja en su relación con la especie, no será pues objeto de este estudio.  mos de la pareja “pulsional”, en tanto que medio de satisfacción del  ) y desde más

  “instinto” sensual, el que Freud identificó en 1921 como “el amor común, sensual, que no es otra cosa que un apego libidinal pasajero a un objeto, con el fin de satisfacción sexual directa “. Esto tampoco será abordado en este trabajo.

   No se tratará entonces del amor-pasaje—paso, simple descarga de energía (1)

Trataré al amor en tanto estado amoroso, lo que Freud (1921,trad.fr.p.57) llama amor verdadero, mezcla de ternura y sensualidad, resultante de la acción conjugada de tendencias sexuales libres y de tendencias sexuales ligadas. “ Es, en efecto, desde la parte que retorna a la vida sexual, a los unos y a los otros, que se puede medir el grado de amor verdadero, en oposición al deseo puramente sexual”.

  1. RECORRIDOS METODOLOGICOS Y PLAN

Mi reflexión acerca de la pareja se basa en la siguiente experiencia clinica : además de la cura psicoanalítica individual, la práctica y la supervisión (2) desde hace 20 años, de terapias conyugales (3)estando presentes al mismo     tiempo los dos partenaires de la pareja) y desde más de diez años, la práctica de la terapia familiar psicoanalítica (los hijos participando en sesiones junto con sus padres).

   En lo que concierne a la terapia conyugal, en la que la pareja hace una demanda específica, la  evolución del encuadre terapéutico de grupo que yo superviso, ha sido  la siguiente: en 1962, la práctica del “consejo  conyugal

 Era a tientas y se inspiraba en el modelo del equipo londinense supervisado y encuadrado por Michael y Enid Balint, con el encuadre de Family discussion bureau(4) . Se trataba en ese entonces  de una relación de tipo case work de inspiración psicoanalítica. Pero se estructuró muy rápidamente la experiencia de los asistentes conyugales de Grenoble. También podemos esquematizar el recorrido, desde el punto de vista del encuadre terapéutico.

   Hasta 1970, cuando una pareja venía a consultar, la costumbre prevalente era que cada cónyuge que así lo deseara era “asistido” psicológicamente por un asistente diferente; de este modo la pareja era separada sistemáticamente en la ayuda que se le otorgaba. Ya a comienzos de 1970, esta práctica fue vista como “contra-natura” y de allí, cada pareja que así lo quisiera, era tomada en terapia conyugal conjunta. Desde este momento la indicación más frecuente hecha por los terapeutas conyugales fue esta forma de tratamiento conjunto, estando presentes en sesión ambos miembros de la pareja.

   A partir de 1975, (con la experiencia de la terapia familiar psicoanalítica en otros ámbitos que aquellos de las dificultades conyugales), son cada vez más frecuentes las indicaciones y la terapia para aquellos cónyuges que solicitan una ayuda para la pareja y cada vez más numerosas las demandas hechas para todo el grupo familiar, comprendidos los hijos. Las terapias más eficaces y beneficiosas (ya sea que se separe o se reúna), parecen ser las terapias del grupo familiar completo.

   La continuación de este estudio justificará el encuadre terapéutico y esta metodología. Sus tres partes sucesivas –la mónada, la díada, el grupo –pueden ser consideradas como el reflejo de este itinerario de la terapia de pareja y de la investigación acerca de la pareja.

   Este trabajo se presenta en cuatro partes. En la primera sitúo la dificultad en la que se encontró Freud para describir metapsicológicamente la reciprocidad amorosa, por lo mucho que estaba empapado de su impregnación física y de su contexto científico de orígen, como para aprehender al individuo-mónada y sus instancias internas: recordaré la riqueza de su aporte para la comprensión de la mónada amorosa.

 En  un segundo tiempo,diseño una presentación del funcionamiento de un aparato psíquico diádico, que tiende a realizar una unidad dual psíquica  corporal.

 En la tercera parte, intento una síntesis metapsicológica, señalando una tópica del amor y buscando a qué vivencia arcaica reeenvía la experiencia amorosa, qué espacio psíquico original la contiene.  En último lugar,me permito emitir y me esfuerzo en afianzar una hipótesis acerca de la grupalidad de la pareja humana.

   Al inicio de este estudio, importa mencionar mis fuentes teóricas y clínicas, que no aparecen referidas en el curso de mi exposición por cuanto forman parte de un corpus común producto de la asimilación que he hecho de ellas.

   Este trabajo no habría sido posible sin los aportes de trabajos anteriores de D.     Anzieu y R. Kaës acerca del inconsciente grupal y el aparato psíquico grupal, aquellos de J. Lemaire acerca de la pareja.

   Les debo mucho también a J. Bergeret, J. Cosnier, M. Fain, J. Guillaumin, S. Lebovici, F. Pasche, M. de M’ Uzan, J.P. Recamier y varios otros cuyas posturas teóricas aseguran las bases de mis investigaciones.  Por último, los analistas practicantes de la teoría familiar psicoanalítica- en particular J. P. Caillot, G. Decherf, A. Eiguer, E. Granjon – han facilitado mi conceptualización en el curso de intercambios orales o escritos (5).

I.-   FREUD Y LA MONADA AMOROSA

  1. Freud, cuya obra se basa en una concepción libidinal del hombre, habló poco de la pareja en tanto entidad.  En su cuidado por demarcar, aprehender al individuo, señalar su homeostasis, delimitar sus instancias internas (cuando trata al objeto es en su aspecto internalizado), conceptualizó y volvió operativa la noción de individuo-mónada.

1.-  El objeto internalizado:puntos de vista dinámico, tópico y económico:

 1) – El conflicto dinámico sobre el que descansa toda vida psíquica, es un conflicto interno entre pulsiones antagónicas, entre instancias en desacuerdo o entre grandes fuerzas (Eros-Tanatos) enfrentándose en su campo.

 2) – La tópica que describe es un señalamiento de lugares internos y de una escena interna en la que se juegan los conflictos.

 3) – Por último, y sobre todo, la economía psíquica que Freud persiguió obstinadamente, es una tentativa de cuantificar en valores relativos- a falta de poder estimar cantidades absolutas –una energía interna, lo que supone un sistema cerrado, o casi, que tiene por tarea principal defenderse de grandes cantidades exteriores, siendo los órganos sensoriales filtros que transformaban esas grandes cantidades de energía provenientes del mundo exterior, en pequeñas unidades asimilables, internalizables, utilizables al interior.

   Este modelo físico del cual Freud estaba empapado y al cual permanece fiel hasta sus últimos escritos, requería en efecto, como objeto de estudio, un sistema cerrado o semi-cerrado: el individuo-mónada.

   En un estudio anterior (6) A. Ruffiot, 1979), alrededor de los años 1912-15, a partir del cual,bajo la presión de los hechos clínicos (el Yo no estructurado, no cerrado de los psicóticos y, sobre todo la necesidad de explicar esta apertura hacia el otro que es la transferencia),señalé que Freud se sintió impulsado a tomar en consideración las imágenes, incluso las fuerzas actuantes desde el exterior, para llegar a una concepción del Yo –del Sujeto – estructurándose esencialmente por identificación…con el objeto.

   No nos queda más que la comprensión metapsicológica que conserva de base hasta 1939 su requisito cuantitativo y aún monádico: el psiquismo, a semejanza del soma, se defiende contra las grandes excitaciones, las grandes energías externas, para mantener estable, constante, y al más bajo nivel el quantum de energía interna.

   Todos los postulados relativos al narcisismo, en particular, el concepto de narcisismo primario que domina la conceptualización psicoanalítica, son consecuencias de esta perspectiva unitaria, unificadora, individualizadora prevalente en la cual se desarrolló la observación y el descubrimiento freudianos.

   Freud intentó describir el psiquismo conforme al modelo del soma: un organismo cerrado por tegumentos y entreabierto por necesidad vital a los intercambios de energía, materia, e información indispensables para la supervivencia de la mónada somato-psíquica.

   El hecho de recurrir a metáforas biológicas para describir el aparato psíquico, suscribe la inspiración bio-física de Freud, que intenta conformarse al programa de la Escuela fisicalista: “La lengua de la física es la lengua universal; toda proposición de fisiología o de psicología puede ser formulada en términos de la lengua de la física”.

   Rescatando este modelo, Freud definirá en 1923 al Yo instancia como siendo :”primero y antes que nada, un Yo corporal; no es sólo un ser de superficie, sino también la proyección de una superficie”. Lo cual permite a D. Anzieu (1981) afirmar que para Freud “El Yo es explícitamente designado como “envoltura psíquica” ”.

  1. La relación de objeto y la corriente “objetológica”

    Fue necesario esperar hasta 1930 para que la noción de relación de objeto fuera introducida al lenguaje psicoanalitico, para que el OBJETO fuera reconocido como proveedor de energía y ya no como un simple lugar de descarga de la libido. El objeto deviene, junto con el Yo, uno de los dos polos de investidura y de descarga de la libido.  La libido se inviste en el Yo y en el objeto, y le compete al Yo realizar la tarea de llevar a  estas dos investiduras a un justo equilibrio. (Cosnier,J.,1970).

   Es así que el objeto toma un real status de sujeto en la teoría psicoanalítica: llega a ser un objeto-sujeto, fuente de energía utilizable. Los trabajos de M. Balint y D. Winnicott, los de I. Hermann, J. Bowlby, etólogos y, más recientemente, los descubrimientos de los neonatólogos (en particular T.B. Brazelton)(7) contribuyeron grandemente al florecimiento de lo que algunos llaman objetología psicoanalítica (B. Cramer).

   Por cierto, la relación madre-recién nacido ha sido considerada siempre central. La MADRE-OBJETO ha sido tomada en cuenta – desde los primeros escritos de Freud – como “matriz” de todas las relaciones ulteriores. Y esta madre-objeto , objeto de investidura, es SUJETO cuya investidura es primordial.

   Sin embargo, la realidad psicoanalítica debía concordar en forma más adecuada a las realidades clínicas.   “Que Freud no haya sido un objetólogo, es evidente. Es probable que el progreso más importante hecho en psicoanálisis ,desde Freud, es sobre todo el que se realizó en el campo de la objetología con, en primer lugar, M.Klein y luego por los que se llamaron “La Escuela inglesa del medioambiente”, y también por autores tales como Mahler, o, en Francia, Bouvet, etc… No hay duda que, en nuestros días, uno de los ejes de comprension de la cura psicoanalítica, por una parte y del funcionamiento psíquico en general, es la dialéctica entre narcisismo y relación de objeto

    Que el término “objetología” haya debido  ser forjado, como para completar una “subjetología”, es signo de una perpetuación, de una perseveración de la concepción cartesiana del individuo, autosubsistente y autonutriéndose de su COGITO.  La excelente síntesis de B. Cramer, que precede los descubrimientos más recientes acerca de la competencia de los recién nacidos, de su apertura de base hacia el objeto, de su apetito inicial de objeto, confirma la “salida” de Winnicott : “Un bebé, eso no existe…”.

Es así que las actuales corrientes de la psicología proponen como primaria la díada madre-niño. La matriz psíquica ya no es la madre: es la relación madre-bebé. Pero una vez que el Yo se constituye como instancia – para situar ontogenéticamente:hacia fines del primer subestadio anal – la idea de una unidad narcisista individualizada que el humano preserva hasta la muerte, consagración paradojal de la autosuficiencia del ser individual, aún se impone: si el ser individual desaparece solo (Nacemos varios, morimos solos, escribía P. Valery)es que vivió en autarquía…¿ Acaso la muerte no es esa roca con la que tropezamos todos los psicólogos occidentales, que ponen el acento en el individuo, la independencia, la autonomía del ser humano?.

   Privilegiando el status individual del hombre ¿No lo refieren- con palabras veladas- a su muerte la cual, en sí misma, lo individualiza para siempre con sus nombres grabados, coagulados en la inscripción funeraria? La muerte, con su poder de señuelo, hace derivar a las psicologías hacia un sentido autárquico, individual, monádico, que no constituye la marca esencial del ser  vivo.

   Decía anteriormente que el Yo (moi) (en el sentido freudiano de instancia), una vez constituído o en vía sólida de hacerlo,hace considerar al niño utilizando el Yo (Je), luego al adolescente y, por último al adulto, como unidades adquiridas, conquistadas sobre la díada primitiva; es sólo en este momento cuando la unidad-Yo(Je) podrá unirse a otras unidades, rozar su mónada con otras mónadas y aún intentar la fusión de su mónada somato-psíquica con otra mónada somato-psíquica, en la relación amorosa. El UNO –la unidad individual – nunca es una adquisición total, y no es una vivencia psíquica corriente.La prueba psíquica más frecuente en el desarrollo de una vida humana normal, está subtendida por una libido de objeto, una aspiración hacia el objeto.

   La libido narcisista es, en verdad, una realidad concerniente a la defensa del cuerpo biológico y sus resonancias psíquicas, pero aún debemos- según M. de M’Uzan (1974), deducir de este stock egoico, gran parte de “libido narcisista extra ego” destinada a amar a sí mismo en el otro, en el sentido de darse, perderse en el otro.

  1. Pasche , desde 1964, hizo una demostración clínica brillante del componente pulsional anti narcisista : “una investidura realmente centrífuga mediante la cual el sujeto tiende a desasirse de sí mismo, a privarse de su propia substancia o del stoock de amor del cual dispone, y eso independientemente de factores económicos “.

Se trata, para el Sujeto, de una tendencia original “a desprenderse literalmente de sí mismo, de ceder su libido en provecho de lo que está en el afuera”. Estamos consagrados de base al OBJETO en un movimiento espontáneo de efusión. “El estado amoroso y la psicosis hacen manifiesto esta efusión permanente del Yo (Je), que llamamos anti-narcisismo”. (F.Pasche,1964,p.227-242).

   En lo que concierne al aparato psíquico  que funciona en el sueño, por ejemplo, cuando los vínculos somatopsíquicos y sensoriomotores están aflojados, la sensorialidad y la motricidad habiendo sido  relativamente puestas fuera de  circuito, vemos claramente una organización sin limitaciones, un Yo abierto, un Yo sin fronteras nítidas, que traduce quizás la verdadera naturaleza de la “materia”psíquica, del psiquismo puro.

   El soma está provisto de un sistema de defensa inmunitario (el sistema H.L.A.) que lo protege de las agresiones externas e internas, y que permite que los biólogos hablen de un sí mismo biológico, capaz de reconocer el Yo y el No-Yo con una agudeza y rapidez increíbles, en base a recientes descubrimientos. El sueño de todos los psicólogos y filósofos monádicos ha sido el de imaginar un sistema idéntico de protección para el Sí mismo psíquico, para el Yo(moi).

   La teoría freudiana del Yo (Moi) psíquico ha sido calcada en el modelo de la organización biológica y sus defensas (se puede notar el carácter precursor de Freud, describiendo las defensas psíquicas según el modelo de las defensas inmunitarias, a penas conocidas en su época; por ejemplo, lo que es malo al interior de sí es proyectado al exterior…para que la lucha sea más fácil). Resulta sin embargo, que el psiquismo no posee defensa inmunitaria. La defensa psíquica individual más común es sobre la base de fusión con el otro, una proyección en el otro (los mecanismos de condensación y desplazamiento del sueño son testigo de esta no-limitación del Ello).

   ¿Existe el UNO psíquico ? ¿Acaso el individuo no es pareja o  grupo antes de ser mónada ?

Si el individuo no existe como mónada, ¿la pareja-unidad dual es un compuesto estable? ¿La pertenencia al grupo no es el paradigma de todos los vínculos humanos,comprendidos los vínculos amorosos ?

   Los próximos tres capítulos debatirán estas preguntas.

  1. El “amor verdadero” según Freud. Cinco jalones.

     Y no obstante Freud, en su metodología y su teoría, escuchando uno solo de los partenaires amorosos, dedujo lo esencial de la vivencia del sujeto enamorado y supo describirlo en términos dinámicos y tópicos. Veremos que los puntos con los cuales tropieza son aquellos en los que enfrenta la díada sujeto-sujeto y el problema de la economía psíquica que de ello resulta.

   Analizaré suscintamente cinco textos (8) que a mi parecer son los pivotes de la comprensión freudiana acerca de la pareja amorosa:

– “Tres ensayos de una teoría sexual”(1905); -“Introducción al narcisismo”(1914); “Observaciones acerca del amor de transferencia” (1915);”Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921) y “Malestar en la cultura” (1929).

3.1.  1905: La pubertad y el descubrimiento del objeto (9)

        Se trata de un texto primero acerca del “descubrimiento del objeto de amor”. El desarrollo fisiológico puberal engendra la primacía de lo genital, la sumisión  de las pulsiones parciales  y de las zonas erógenas (oral,anal,fálica pura) a esta primacía. Pulsiones que, independientes unas de otras, buscaban como único fin el placer. Asigna al psiquismo un nuevo fin altruísta, que corresponde a las exigencias de la perpetuación de la especie. “lejos de ser ajeno al antiguo fin, que era el placer, la nueva finalidad se le parece en lo que hay de máximo placer ligado al acto final del proceso sexual: el coito y el orgasmo” (S.Freud,op.cit.,p.112).

   Freud, en este ensayo y en las conclusiones de esta obra, releva al adolescente los efectos lejanos de la elección de objeto infantil. Subraya que nadie escapa a una relativa fijación incestuosa “en sus primeros amores serios”(p.139) exteriores al entorno familiar. El período de latencia sirvió para establecer, en un desarrollo normal, una barrera nítida en contra del incesto. Pero el niño guarda- del afecto hacia sus padres- “las más profundas impresiones que quizás-renovadas durante la pubertad- gobiernan la dirección de la elección de objeto”.

   Es en este texto donde Freud explica lo que entiende por “carácter normal de la vida sexual”, es decir, el estado amoroso, mezcla de sensualidad y ternura. El amor es psíquico en esencia y orígen. Proviene de la “irrupción de un movimiento amoroso intenso, de carácter psíquico, repercutiendo en las inervaciones de las partes genitales”; es así que se realiza la “unidad (física y psíquica) característica de la vida amorosa normal” (op.cit. p.158).

   Podemos destacar que Freud hace preceder, en el momento de la adolescencia, esta fase propiamente psíquica, amorosa, de una fase preparatoria- esencialmente física, puberal- en la que “el proceso de desarrollo físico y psíquico se logra inicialmente sin vínculo entre ambos”.

   El capítulo relativo a la teoría de la libido, introducido en 1920, retoma los aspectos desarrollados en 1914 en “Introducción al narcisismo”.

3.2.   La elección de objeto

Es en “Introducción al narcisismo” donde se estudia el problema económico provocado por la distinción entre libido narcisista y libido de objeto,que inviste al objeto amado y deseado.

   Freud describe aquí las dos modalidades de elección de objeto, de elección amorosa (trad.fr.,p.93-95):

–               según el tipo narcisista, amamos :-aquello que es uno mismo;- lo que ha sido uno mismo;- lo que uno mismo desearía ser;- a la persona que ha sido parte de uno mismo.

–               Según el tipo objetal o por apuntalamiento, amamos: – a la mujer que cría;

–               al hombre que protege.

        Freud se defiende al comienzo de categorizar a los seres entre dos grupos rigurosamente distintos. Prefiere proponer la hipótesis que cada ser humano, teniendo dos objetos originarios: él mismo y la mujer que le dedica sus cuidados, tiene dos vías abiertas y le dará preferencia a una u otra.

   Sin embargo, le parece que “el pleno amor de objeto, según el tipo apoyo, es particularmente característico del hombre”, la sobreestimación sexual de la amada marcando este tipo de amor y desprendiendo “el particular estado de la pasión amorosa que hace pensar en una compulsión neurótica y que conlleva un empobrecimiento del Yo y una libido en provecho del objeto”. Por el contrario, la elección amorosa narcisista le parece ser “el desarrollo de tipo femenino más frecuente, y en verdad, el más puro y auténtico”. Las mujeres, cuya constitución sexual acrecentó el arraigo en el narcisimo primario, “no aman- hablando estrictamente- sino a sí mismas, casi tan intensamente como el hombre que las ama”. Además ellas tienen el encanto, el poder de seducción de los seres narcisistas, tal como los gatos o los grandes depredadores.(op.cit. p.93-94).

3.3.   1915 :  El amor de transferencia, modelo del amor.

Las “Observaciones acerca del amor de transferencia” (1915) constituyen, a mi juicio, uno de los textos más ricos de Freud acerca del estado amoroso, la seducción amorosa y el problema de la reciprocidad – si bien se trata de un escrito técnico en el cual está ausente toda reflexión metapsicológica – tiene la ventaja, en relación a otros textos freudianos, de presentar la vivencia amorosa en su lugar natural, quiero decir: la situación dual. Espacio artificialmente “natural”, recreado experimentalmente por el encuadre psicoanalítico.  Estado amoroso “dual”, con todo lo que comporta de asimétrica la relación analítica. Pero es justamente sobre esos aspectos de artificio y asimetría donde Freud atrae la atención del lector.

   En su discusión técnica, parece ir y venir sin plan preestablecido,este texto gana en fescura y espontaneidad. Freud toma como ejemplo-tipo el caso de

una paciente quien, ya sea a través de transparentes alusiones, ya sea abiertamente, hace comprender a su analista-hombre y simple mortal- que ella está prendada de él.  Cuando – hasta este momento-daba pruebas en su cura de una notable comprensión y gran inteligencia, “he aquí que la enferma ha perdido toda comprensión: no quiere oir hablar ni hablar ella misma más que de su amor por su analista, del cual demanda reciprocidad, renuncia a sus síntomas o los minimiza y, hasta llega a declararse curada”.

   Freud aborda para el practicante, diversas soluciones a intentar:”sobre todo los jóvenes que aún no han establecido vínculos duraderos de pareja” (en el momento en que escribe este artículo, Freud tiene 56 años y casi 20 años de práctica en la cura-tipo) con el fin de encontrar salida a “este amor tumultuoso”. Su posición de analista, dictada por la deontología, la ética y, sobre todo, la técnica, es clara: el tratamiento debe seguirse, “a pesar de y a través de esta transferencia amorosa”, que no es más que una de las formas que toma la resistencia en ese momento de la cura. El analista no deberá, en ningún caso, apartarse de su “indiferencia” y obligar a “mantener a raya la contratransferencia”.

   Pero, ¿Cuál es la naturaleza de este “amor de transferencia”?. Es en respuesta a esta pregunta que van a aportarse señalamientos preciosos concernientes al amor “sin más explicación”.  El amor de transferencia está “determinado por la situación analítica y no por las ventajas personales de las cuales pudiera jactarse el analista. Entonces, ¿Acaso no es auténtico?”. Respuesta: “Se trata de un conjunto de réplicas y de clichés de ciertas situaciones pasadas y también de reacciones infantiles”,todas producto de una regresión inducida por el encuadre psicoanalítico. Sin embargo, es que ¿No se trata de un “verdadero amor”, normal? Respuesta: el amor de transferencia es, por cierto, “una reedición de hechos antiguos, una repetición de hechos infantiles, pero he aquí lo propio de todo amor, y no existe ninguno que no tenga su prototipo en la infancia. El factor infantil determinante confiere al amor su carácter compulsivo que frisa lo patológico”. Freud concluye: “Nada nos permite negar- al estado amoroso que surge en el curso del análisis- el carácter de un amor verdadero. Su apariencia poco normal se explica lo suficiente si soñamos que todo estado amoroso recuerda más bien los fenómenos psíquicos anormales que los normales… No olvidemos que estos caracteres anormales son los que, precisamente,conforman lo esencial de un estado amoroso” (10).

3.4.   1921:  Amor, hipnosis y grupo

         En “Psicología de las masas y análisis del Yo”, Freud hace una descripción metapsicológica, o, por lo menos tópica, del estado amoroso en comparación, por una parte, con los fenómenos colectivos y, por otra, con la hipnosis.

        En “el amor verdadero”, que resulta de la confluencia de dos corrientes, la de la sensualidad y la de la ternura, el objeto amado se encuentra en cierta medida carente de crítica; está idealizado; es tratado como el propio Yo del sujeto. Cuando la tendencia tierna lo exalta, a expensas de la tendencia sensual, tal como en el “amor poético de la adolescencia”, el estado amoroso exacerbado hace que el  “objeto absorba, devore –por así decirlo- al Yo”. Y en el caso de  amor no correspondido, el objeto toma el lugar del Ideal del Yo. “El estado amoroso puede ser concebido como una introyección del objeto en el Yo”.

       En la hipnosis, el hipnotizado está en un abandono amoroso total en relación al hipnotizador, estando trabadas las tendencias sexuales, pone al hipnotizador en el lugar de su Ideal del Yo.  Con el fin de explicar que la multitud, en tanto fenómeno primario, resulta de “la reunión de individuos que han reemplazado su Ideal del Yo por el mismo objeto, lo que tiene como consecuencia una identificación de su propio Yo”.  Freud juzga útil comparar este fenómeno colectivo de idealización con- por una parte- la hipnosis y –por otra- el estado amoroso. En la hipnosis “ multitud de a dos” (implica que las tendencias sexuales directas sean entorpecidas),como en el estado amoroso ( considerado en su aspecto tierno, platónico), hay idealización del objeto, en un caso, del hipnotizador, en el otro, se idealiza el objeto amado. El objeto ocupa así –tal como sucede en el fenómeno colectivo primario- el lugar del Ideal del Yo.  Hipnosis y amor (en el caso de coartación de la corriente sensual) son de este modo asimilados.

   Se puede notar simultáneamente la osadía y la penetración de esta síntesis operada por Freud entre tres fenómenos de apariencia muy diversa, pero también se nota la dificultad hacia el final del capítulo titulado: “Estado amoroso e hipnosis”: “Del estado amoroso a la hipnosis, no hay gran distancia. Los puntos de semejanza entre ambos son evidentes “. Hay “abandono amoroso total” en las dos situaciones. También el estado amoroso es susceptible de darnos la clave de la hipnosis.

   Pero muy pronto Freud invierte su proposición y pretende que, dado que la hipnosis pone de relieve particularmente el fenómeno de sustitución del objeto por el Ideal del Yo, “pareciera más indicado explicar el estado amoroso por la hipnosis que plantear la vía inversa”. Y algunas líneas más adelante, a pesar de la coherencia lógica del paralelo que acaba de establecer, se refugiará ante una X,una incógnita, para recurrir a un factor irracional. El estado amoroso sin tendencias sexuales directas, que caracteriza la hipnosis, es uno de los “ aspectos que escapan aún a toda explicación racional. Bajo muchos puntos de vista, la hipnosis es aún difícil de comprender y se presenta con un carácter místico”.

   ¿ Manifestación de modestia del que busca? ¿Sentimiento de inquietante extrañeza por la aproximación a un campo inexplorado, tabú ?. La ambigüedad del desarrollo freudiano en este texto ha llamado mi atención, porque ella despierta resonancias con respecto a otro texto en el que Freud, de la misma manera,reconoce los límites de su “competencia” e invita a explorar un “más allá”: un más allá de la tópica individual, quizás. ¿El campo del funcionamiento psíquico grupal?

3.5.   1929 :  Malestar… en la teorización del amor

La misma problemática –lo que respecta a los orígenes de la psiquis primitiva, y a la psiquis dual o grupal –parecen relevar los propósitos ambiguos de Freud concernientes al “sentimiento oceánico”, al comienzo del “Malestar  en la cultura”.  Pretendiendo que-en sí mismo- es “imposible descubrir tal sentimiento   oceánico” y que de modo general “le produce un malestar tratar en forma científica los sentimientos”, Freud va a justificar esta experiencia psiquica refiriéndola a las vivencias más precoces.

    Considerado del exterior, el Yo –escribe – parece tener límites netos y precisos. Asimismo, del interior, nada es más estable que el sentimiento de nosotros mismos, de nuestro propio Yo. “No hay sino un solo estado-excepcional pero que no podríamos calificar de mórbido- cuya naturaleza modifique esta situación: en  lo más intenso del estado amoroso, la demarcación entre el Yo y el objeto corre el riesgo de borrarse. El enamorado sostendrá que el Yo y el Tu no son sino uno”.

    Es así como Freud señala, en un plano fenomenológico, la vivencia “sentimental” diádica, que permitirá revivir entre dos el “sentimiento oceánico”. Este sentimiento –querido por su amigo Romain Rolland –de no limitación, de infinitud, de universalidad, “de no ser sino Uno con el gran Todo”, parece corresponder al restablecimiento del narcisismo ilimitado del primer tiempo de la vida, y explica tanto el estado amoroso como “otras modificaciones oscuras del alma tales como el trance y el éxtasis”.

     Pero Freud, luego de esta expliacción por medio de una regresión a un “Yo-placer puro”, se mantiene ahí, refunfuñando ante el obstáculo, evita intentar una descripción metapsicológica completa, y concluye abruptamente-eludiendo la cuestión- el primer capítulo del “Malestar”, a través de una cita de Schiller: “Se regocja aquel que respira en la rosada luz”.

    Volveré en otro punto a esta renuncia- a la que Freud no está acostumbrado –a comprometerse en las “Profundidades”, proponiendo la hipótesis que le faltó a Freud para conceptualizar tanto la primera vivencia humana, como la experiencia diádica o la comunicación grupal sincrética, la noción de un espacio, de un registro y un proceso anteriores al primario: el espacio, el registro y el proceso originarios.

  1. LA DIADA AMOROSA

   Mi propósito, en esta segunda parte, es situar el funcionamiento psíquico de a dos que, en la descripción clásica se origina en el apego, el aferramiento infante-madre designado como “unidad dual” por I. Hermann (1943) y retomado por N. Abraham (1972), luego por R. Barande (1975) bajo el nombre de “unidad-pareja”.

   A comienzos de los años 60, en Francia, los desarrollos, a partir de Freud, de la comprensión y de la terapia psicoanalítica de la pareja son otras tantas contribuciones a lo que actualmente puede considerarse como un corpus clínico y teórico que contiene las bases psicoanalíticas, ya conocidas, de la vida amorosa.(11)

   Entonces no desarrollaré aquí esos elementos clásicos del descubrimiento diádico (elección del partenaire) y de la vida diádica en general: es decir, los mecanismos de idealización,clivaje y negación, que constituyen de los estados amorosos los “prototipos normales de las psicosis” (S.Freud,1912, p.105).  En esta parte, me inclinaré hacia aquellos aspectos dejados a la sombra, o no tomados en cuenta, o, a mi juicio, no conceptualizados en forma clara hasta el momento.

1.- RESISTENCIAS A LA TEORIA DE LA UNIDAD DUAL

   La intervención psicoanalítica en Occidente ha adoptado el modelo médico:

  un médico – un paciente, conformándose con un principio de investigación científica que consiste en analizar, en reducir lo  real para  estudiarlo, en la más pequeña unidad observable. En el campo de lo humano, la más pequeña unidad indivisa, no divisible, no reducible a más pequeño, fue el individuo-soma, y, después de Descartes, el individuo soma-psiquis, fuente del Cogito (12).

   Por otra parte, todas nuestras concepciones psicológicas actuales están teñidas por las teorías paralelistas y epifenoménicas  (T.Ribot) de fines del siglo XIX, que contienen un postulado subyacente: el pensamiento está ligado a lo psicológico tal como el contenido a su continente; el pensamiento-el espíritu- asimilado al cerebro, está normalmente fantasmatizado como estando al interior del soma, haciendo parte integrante del soma, a la manera de un órgano hiperespecializado,es decir capaz de registrar, de asociar, de crear.

   Pues bien, la psiquis (si bien  supeditada a la actividad cerebral del sistema nervioso central y perisférico) no se deja encerrar, limitar. Está en constante desborde, tal como Sartre, después de Husserl, la axiomatizó: “Toda conciencia es conciencia de alguna cosa”; “Conocer , es estallar hacia, arrancarse…más allá de sí hacia lo que no es sí”; “La consciencia es un movimiento para huir, un deslizamiento hacia fuera de sí mismo… ella no tiene un adentro, no es más que el afuera de ella misma y esta huída absoluta” (J.P. Sartre, 1936,p.110).

   Si el hecho de pensar no puede tener lugar sin el órgano-cerebro, el acto de pensar  es salida hacia, y el contenido del pensar es  el fruto de  identificaciones con el pensamiento del otro, con el pensamiento y el hablar del grupo.

   El Yo(Moi) es un condensado de los amores del Ello, del cual emanan toda representación y todo afecto. El Yo individual es  una “puesta en conserva”, una “puesta en límites”, una presentación bajo embalaje individual, bajo condicionamiento yoico individual, de un pensamiento y de una palabra grupales.

Freud tuvo la idea  de calificar y relativamente cuantificar la energía que resulta del “trabajo impuesto a la psiquis por el hecho de su ligazón con lo somático”, y que se manifiesta en las pulsiones individuales de vida y de muerte.¿ No podríamos pensar que él fue más  lejos en el estudio de la mónada psiquis-soma ? La mónada humana psiquis-soma posee una energía interna que la empuja:

–               por una parte, a conservarse en las mejores condiciones de seguridad, de estabilidad, de homeostasis, de calma: asimilando del mundo exterior los aportes de materia, energía e información que son necesarios para su subsistencia; y evacuando las cantidades de energía que corren el riesgo de hacer peligrar su unidad y estabilidad internas.

–               Por otra parte, a reproducirse. Siendo esta toda la dinámica libidinal  que describió Freud en el plano interno.

     Pero la mónada se apega, se aferra a las otras monadas´; no se deja aislar. Escuchemos pues a la díada.

  1.  LA ESCUCHA PSICOANALITICA DE LA DIADA

     La escucha, dentro de un encuadre analítico, de la díada (pareja hombre-mujer) considerada como un todo, como una unidad, era poco concebible antes de 1965-70 en Francia. La expresión “terapia conyugal” fue introducida por J.G. Lemaire (1971).  Por cierto, siempre existieron sesiones de pareja (aseguradas por el médico, el sacerdote,etc.) que no tenían como objeto la fantasmática inconsciente de la pareja, sino más bien el posicionamiento, a menudo, del terapeuta conyugal en un lugar de mediador, conciliador, escuchando a uno y al otro: dos versiones de una misma realidad, dos composiciones yuxtapuestas a partir de un mismo tema e interviniendo como voz en off  sobre un libreto doble (13)

   Desde hace diez años en Francia, bajo la influencia de los trabajos de D. Anzieu y R. Kaës (aún cuando su objeto de investigación no fuese la pareja), numerosos terapeutas conyugales se volcaron a la escucha de la pareja-díada, de la unidad-pareja, considerada como dos cuerpos, por cierto, dos fuentes diferenciadas, pero escribiendo juntas una historia psíquica. Esta díada psíquica posee todas las características de una psiquis transindividual supraindividual, es decir, teniendo una tópica propia, una dinámica y una economía claramente específicas.

2.1.       Una tópica diádica

       Cuando nace una pareja ,producto de un amor recíproco,compartido, se produce en cada uno de los partenaires psíquicos( ya sea que haya una vida en común o no, que este amor sea declarado o no) un trastorno tópico, una suerte de “desprendimiento”, de disyunción yoica interna, de descentración, de   puesta en común de espacios psíquicos que hasta ese momento eran percibidos como irreductiblemente yoicos.

   Los dos Yo presentes experimentan una inquietante  y extraña semejanza, bajo el impacto del deseo y de la admiración recíprocos que puede traducirse como  :    “  ¿Por qué yo? ¿Por qué ella?”.  Esta experiencia inquietante de lo mismo está fundada  en la desemejanza y la complementariedad de los sexos que engendra una sobreestimación del otro y una suerte de reconocimiento de gemelaridad.  Este “¿Por qué yo  ?¿Por qué ella?” hace eco de forma irresistible a la célebre formula de Montaigne:” porque era él, porque era yo”.

   El fenómeno amoroso realiza un “encaje” (con todas las evocaciones que esta palabra pueda suscitar) de los dos Yo psíquicos como si por naturaleza o por orígen  estuviesen hechos para encajarse uno en el otro. Los enamorados no tendrán más que funcionar como un Yo único, despojándose transitoriamente de su narcisismo; tendrán proyectos comunes,tomarán decisiones comunes, encontrarán un lugar común; un espacio matricial común; harán una creación común, y se maravillarán de este auto-engendramiento de su pareja.

Ello, Superyo, Ideal del Yo, Yo Ideal.

   La pareja amorosa en luna de miel vive la ilusión de un Ello común, único. El fenómeno de sobreestimación sexual, idealización del cuerpo del otro, crea el sentimiento de una psiquis única y de un fondo instintual idéntico.

   El Superyo de la pareja se disipa, los Superyo individuales tienden a disolverse bajo el efecto de la revelación de la reciprocidad del deseo; la pareja se siente pronta para  enfrentar los  más grandes peligros externos e internos.

   La culpabilidad (Producto del Superyo) desaparece por el hecho de la reciprocidad de los deseos. La vergüenza (Producto del Ideal del Yo), asumida en común, ya no es vergüenza, sino en tanto que formación reactiva, vuelve a encontrar la pulsión parcial original, el placer exibicionista y voyerista asumido entre dos, en el mutuo descubrimiento de los cuerpos complementarios.

   Queda un Yo Ideal de la pareja que es una aspiración a la fusión imposible, y una creencia en esta simbiosis posible: no ser sino uno, en todo momento,según el modelo experimentado de forma pasajera en la vivencia orgiástica compartida.

   El objeto – pareja

   Una descripción de la tópica diádica- la ubicación de los lugares psíquicos de la pareja- sería incompleta e incomprensible sin el reconocimiento de una psiquis extraterritorial, resultante de la colusión de la “ libido narcisista extra-ego”(M.de M’Uzan) de cada uno de los partenaires.  El Sujeto-Pareja, tal como intento circuscribirlo, delimitarlo, en su envoltura externa y en su núcleo, no es concebible sin la noción de Objeto-Pareja.

   La ilusión amorosa, el fantasma fusional, no pueden comprenderse metapsicológicamente, y en un plano tópico en particular, si no se incluye en el espacio “pareja”, la investidura especular del Objeto-Pareja.

   Más allá del plano manifiesto, más allá de la búsqueda de fusión de los cuerpos, la psiquis, en el fenómeno de señuelo propio de toda investidura psíquica, no sabe que inviste la relación en sí misma, es decir el Objeto-grupo (14) en el cual se contempla.

   Aquello que es amado e investido amorosamente por las psiquis de la pareja, es la pareja en tanto Objeto, fascinados por el vínculo mismo, más allá de la atracción corporal o psíquica del otro. Lo esencial de la ilusión amorosa reside en esta fascinación especular, en esta espejización de la pareja y, tal como lo veremos en la cuarta parte, esta ilusión de pareja no es más que una ilusión grupal, búsqueda o huida grupal.

   La pareja- el Objeto-Pareja- para los enamorados, tiene lugar, llena una función de instancia. Instancia no interna sino extraterritorial, psiquis transindividual, superyoica, en la cual el Sujeto-Pareja, la díada amante, no puede distinguirse  del Objeto-pareja, la díada amada, en la relación doblemente especular.

   La pareja se ama de la misma manera en que el Yo individual se inviste narcisísticamente, se ama. En el amor, la investidura narcisista y la investidura objetal, siendo indisociables, revelan a la evidencia su indisociabilidad de orígen(15).

2.2.      Una dinámica diádica

      La escucha psicoanalítica de la pareja en terapia conyugal nos da a entender el conflicto bajo la forma de una defensa de los límites de la unidad-pareja contra la intrusión del mundo circundante. La pareja se esconde para sus contactos íntimos. Y si se muestra en sociedad, es para afianzar mejor esta nueva frontera adquirida; todos los gestos de apropiación están allí para testimoniar su separación del mundo exterior banalizado.

   Desde el punto de vista estructural interno, el conflicto tiende a reducirse a un reconocimiento respectivo del ser-hombre y del ser-mujer. Todos los conflictos son-aparentemente-fácilmente resueltos al ser descubierta la complementación

 Anatómica, ilusoriamente extendida a la psiquis en complementación psíquica,en una vivencia ambigua correspondiente al sueño arcaico de un ser bisexuado.

2.2.       Una economía diádica

  El punto de vista económico diádico es el menos frecuentemente descrito en los trabajos psicoanalíticos.  Freud siempre eludió el tema, contentándose a no considerar sino una homeostasis estrictamente individual. Pero, si la pareja puede constituirse, puede durar un tiempo, y a menudo perdurar hasta la muerte del cónyugue, es porque un intercambio y una regulación de la energía psíquica se instalan desde el comienzo de la constitución de la díada amorosa.

   En efecto qué apuesta parece ser este proyecto de asociación dual entre dos seres tan disímiles anatómicamente y funcionalmente cual es un hombre y una mujer, acaso la mutación económica no fue engendrada por el “ emparejamiento”!

   Por cierto, el “servicio” del placer, El “servicio” de la especie (en el sentido de “servicio dérmico”, en etología animal), la “crianza” de los hijos, son factores importantes en la estabilidad de la pareja. Pero estos factores, por importantes que sean, no serían suficientes para mantener la pareja, el emparejamiento, si no existiera más que una simple yuxtaposición,aún cuando bien engranada, de dos narcisismos individuales, si una nueva economía libidinal no rigiera a la díada, independientemente del tipo de elección de objeto efectuada por los partenaires.    ¿Es que los hombres hacen una elección de objeto más bien anaclítica? ¿El objeto amoroso de la mujer es elegido según un modo más particularmente narcisista, tal como Freud lo pensó?  Nada es menos seguro.

   Pero, sea cual fuere el tipo de elección, constatamos una modificación estructural, económica de la repartición de la energía puesta en común. La energía libidinal diádica no es la simple adición de un “quantum” energético a otro “quantum” energético de los dos soma-psiquis emparejados.

   La constante constatación de Freud es la siguiente: el enamorado se empobrece derivando una parte de su libido narcisista hacia el objeto que inviste amorosamente. El amor sería una suerte de hemorragia narcisítica, o de transfusión de energía en un solo sentido.  La óptica económica amorosa freudiana es una perspectiva de pérdida del Objeto amado, de un duelo próximo a realizar, como si la reciprocidad económica no pudiera existir .

   Recordemos que Freud se ubicó siempre como observador de la mónada, tan solo consideró el quantum de energía disponible en el soma-psiquis individual. Cuando considera la pareja en cuanto tal desde un punto de vista económico (en “Malestar en la cultura”,por ejemplo), si describe fenomenológicamente el funcionamiento amoroso, el estado amoroso recíproco, mutuo,colmado, es- así lo hemos visto- desde una distancia teñida de desprecio: “ Al encuentro de todos los testimonios de los sentidos, el enamorado sostendrá que Tu y Yo no son sino uno”, y sugerirá que el sentimiento oceánico no amerita un estudio científico.

   Y sin embargo, la clínica de la pareja nos enseña que entre dos seres se instala un regimen nuevo, en el caso de un amor recíproco. Se constata, no una suma de dos

potenciales energéticos, con empobrecimiento de uno y del otro, sino una puesta en común de los Ellos individuales, fuentes de energía libidinal del individuo, y  un surtimiento contínuo de los Yo “ reservorios de energía “ a esta nueva fuente común.

   Sucede como si la libido oral, anal, y fálico genital, ya sea narcisista u objetal, se regeneraría de modo contínuo, se amplificaría, se intensificaría, se desplegaría, como si los objetos mutuamente investidos no fueran sino receptores de un “demasiado-lleno” energético constituído por una masa libidinal desbordante por todos lados. La nueva psiquis diádica de la pareja, apoyada en dos somas  en consonancia, parece llenarse y desbordar de un Eros, engendrando un sentimiento de energía inagotable. Es verdad que Thanatos  no está lejos, pero , en los casos no patológicos, permanece silencioso tal como lo es en su naturaleza del ser, e impotente  para frenar esa corriente de vida diádica que se caracteriza por un gasto psíquico intenso, compensada por un crédito constantemente renovado.

  1. ILUSION DIADICA E ILUSION YOICA

         ¿ Ilusión de esta vivencia de riqueza energética  del Sujeto-pareja ?

¿Fenómeno pasajero que la realidad concreta de la vivencia de pareja cotidiana llegará a desmentir?

   Por cierto, fenómeno ilusorio y pasajero, si consideramos su intensidad. Pero, ese tiempo del amor, en su intensidad y pureza original, permanecerá como fondo representativo sobre el cual se desarrollará una vida conyugal  expandida, el referente al cual se asirá la pareja, sobre el cual  se apoyará la pareja en  su cotidianeidad ulterior, y el momento fecundo que la pareja reproducirá, revivirá,con igual intensidad, pero de modo momentáneo, en los intercambios de placer corporal o mental, huellas de ese período fecundo y de las crisis inevitables de la vida conyugal.

   El continuum amoroso de la pareja se alimenta de esta ilusión primera, de esta relación “pensada” del descubrimiento del otro, físico y psíquico. Ilusión de descubrimiento, puesto que se trata de redescubrimiento: redescubrimiento del Objeto edípico y, más allá, de la relación primaria con la madre, reescritura sobre una página virgen en apariencia , de una partitura ya compuesta  en hueco, se podría decir, o en filigrana.

   Más adelante veremos que el amor, si es reedición, reimpresión, re-vivencia de experiencias reprimidas o clivadas, no es que esta reescritura-la más profunda (originaria), sea una vivencia jamás inscrita aún en la psiquis en tanto que fantasma (primario) o en tanto dicho (secundario).

   ¿Ilusión por lo tanto? ¿ Momento  de expansión pasajera? Quizás, en parte. Pero esta ilusión ¿Es acaso más ilusoria que el descubrimiento  del Yo por el Yo, en su estructuración primera?

   La identidad individual es, también, una ilusión, una idealización del Yo, una fascinación contínua, desde los primeros momentos del estadio del espejo. D. Lagache (1957) denunció la ambigüedad semántica del término “Yo” de la lengua francesa (Siendo “Je” el caso  sujeto, “Moi” el caso complemento) , intentando aclarar las relaciones del Sujeto consciente y del Objeto-Yo(Moi).  El Yo (Moi) de la existencia concreta es, para el autor, el Sujeto cuya consciencia es un atributo esencial, pero no permanente. Yo (Moi) plantea la persona como objeto uno y permanente que opone al no-Yo y a los otros Yo.  El Yo (Moi) que no puede ser jamás objetivado en una representación clara y distinguible, es una tenattiva de conceptualización de las partes de la consciencia  extraídas de la propia persona; es la representación explícita e implícita que  el Sujeto consciente se hace de la persona.

   La consciencia tiende hacia una organización unitaria, busca allí la ilusión al apegarse a ciertas marcas o señales, tales como el nombre, y desconociendo la multiplicidad de roles interpsíquicos de las identificaciones.  Asimilando el Sujeto a la Consciencia, D. Lagache sostiene que el Sujeto se identifica con el Yo (Moi), se aliena en el Yo (Moi) : “Se toma por alguien, el Yo” (ibid.p.41). Esta alienación de la consciencia hecha por el Yo recubre dos fenómenos de ilusión:

1)     La ilusión reflexiva, introspectiva, mediante la cual el sujeto  no logra asir su experiencia más que en primera persona, de allí la ilusión de que el Yo es un habitante de la consciencia.

2)     La ilusión “bovaryca”, mediante la cual el sujeto se toma como tal Yo (Moi), en tal rol, en tal identificación.

   “La consciencia está infiltrada, alienada, captada, fascinada, encantada, embrujada por el Yo (Moi), el Yo que ella ha hecho…;está alienada por los prestigios del Yo”. Asimismo “alienarse está en la esencia y la función de la consciencia”.  Así, “la consciencia se aliena en el Yo(Moi), se toma por el YO; se pierde en tanto consciencia” (Ibid.,p.42 ).

   La finalidad del análisis es desprender la Consciencia del imperio del Yo (Moi): por una parte, desalienar la consciencia  que se restituye a sí misma para, por cierto, alienarse de nuevo, pero en una comunicación auténtica; por otra parte, permitir a la consciencia objetivar al Yo y desprenderse de él. Y D. Lagache enuncia así la finalidad del proceso analítico “Allí donde el Yo estaba debe estar la Consciencia” (Ibid.,p.42).

   Si el Yo es un señuelo, si “El Yo no es más que el saber acerca del Yo” (P. Aulagnier,op.cit.,p.28), si “el individuo no es más que una parcela de grupo” (S.H. Foulkes), la ilusión amorosa diádica no es sino un aspecto de la ilusión yoica: es una de las artimañas – y no de las menos ingeniosas, ni de las menos creativas-del espíritu, que da su sal a la vida cotidiana, su vectorización hacia el futuro y hacia el exterior.  Yo que amo otro Yo no es más ilusión que Yo que Me amo.

III.          LA PAREJA Y LO ORIGINARIO

  1. Planteamiento del problema

  En  “El estado amoroso”, C. David desarrolla la tesis según la cual el amor-reproducción de los amores infantiles edípicos por una parte, de la relación primaria con la madre por otra parte- es también una creación. Este sentimiento de creación, es experimentado, en el amor, como un “jamás vivido aún”, ¿Es producto de un simple retorno de lo reprimido edípico, o de un desclivaje, o de una reproyección- con sobreclivaje del Yo y del objeto- en lo real de una relación de la fase esquizo-paranoide, relación toda buena con una madre  que mantiene la ilusión de la fusión y de la creación ? Es la posición clásica de los autores psicoanalíticos que han escrito acerca del amor y la pareja.

   En esta tercera parte, mi propósito es mostrar:

1)       Que la investigación de la pareja y del amor reenvían a una inscripción psíquica más arcaica: el pictograma, descrito por P. Aulagnier como una marca en el espacio psíquico originario.

2)        Que la búsqueda y el descubrimiento amorosos comportan –en su base- las mismas características que las vicisitudes de la integración de la psiquis y del soma a lo largo del primer año de vida.

  1. Lo Originario y el pictograma según P.  Castoriadis- Aulagnier

    Estas hipótesis  no son resultantes de una necesidad de teorización, sino de la escucha clínica de la asociación libre de la pareja o de la familia completa en terapia conyugal  de pareja o en terapia familiar psicoanalítica.  Una síntesis previa de la conceptualización –por Piera Aulagnier- del funcionamiento del aparato psíquico más arcaico, el proceso originario, me parece un preliminar indispensable (16).

   Para P. Aulagnier, el encuentro inaugural entre el recién nacido y el mundo se concretiza en la primera e inaugural experiencia de placer: el encuentro entre boca y seno, que constituye lo que ella llama “objeto-zona complementaria”. El psiquismo del recién nacido deberá metabolizar, asimilar un espacio fuera de la psiquis, a volverlo homogéneo con su espacio psíquico, aún no creado ni delimitado, de allí el carácter paradojal de este primer modelo relacional del encuentro originario.

   El aparato psíquico humano comporta tres registros de inscripción, tres “espacios”, tres funciones específicas engendrando tres tipos de procesos, tres diferentes producciones:

–               el registro originario engendra un pictograma;

–               el registro primario está en la fuente del fantasma (17): produce una representación escénica, una puesta en escena;

–               el registro secundario produce una representación ideica, una puesta en sentido que es obra del Yo (Je) constituído.

    Los registros primario y secundario, para P. Aulagnier, recubren en  lo medular las concepciones freudianas, ya clásicas, que tenemos de los procesos primario y secundario. En cuanto al registro originario, es postulado por la autora como anterior- en la ontogénesis y en todo funcionamiento psíquico actual- al funcionamiento primario y secundario, e indispensable para comprender la potencialidad psicótica y, yo agregaría, la potencialidad amorosa.

El bebé humano, naciendo al mundo exterior, no tiene ni fantasma, ni pensamiento por cierto. Utiliza un modo de funcionamiento regido por la ley del “Todo o todo”,en el sentido que sólo el placer tiene el derecho a emplazarse en el psiquismo precoz. En su encuentro con el mundo exterior con el cual “hace cuerpo”(tomando estas palabras al pie de la letra, cuerpo y mundo exterior no constituyen sino uno),el recién nacido tiene la tarea de metabolizar psíquicamente lo que es sufrimiento,espera, frustración. Al inicio no conoce más que dos pruebas corporales: placer y dolor.

   El proceso originario tiene por función inscribir en  la psiquis las experiencias corporales. Pero el funcionamiento originario presenta la siguiente particularidad:

Las experiencias corporales positivas, agradables, o comportando una frustración “normal”, es decir, no sobrepasando cierto margen de tolerancia, se inscriben naturalmente en la psiquis precoz y desencadenan, por la alucinación primaria del placer esperado, un proceso de fantasmatización primaria que contribuye a constituir un verdadero aparato psíquico.

  Por el contrario – y es aquí donde lo Originario se ditingue del Primario – si las experiencias corporales del bebé son intolerables, el proceso originario no inscribirá psíquicamente sino la nada, rehusándose a inscribir el dolor. De este modo se constituirá en el psiquismo un blanco, un vacío, lugar de aspiración de la violencia y odio originarios: violencia y odio contra lo fuera-de-sí demasiado prematuramente experimentado, y contra el sí, contra el funcionamiento psíquico mismo. La psiquis precoz (que normalmente se constituye representándose, reflejándose en su propia producción), no cesará entonces de autodestruirse, rechazando su producción. Es así como se crea la potencialidad psicótica.

   Una de las funciones esenciales de la psiquis es la de registrar, en cada momento de la vida, las experiencias corporales, las sensaciones y percepciones, en los tres registros originario, primario y secundario. Así, todo psiquismo adulto normal, en estado de vigilia, se encuentra siendo  en todo momento el lugar de tres tipos de inscripción: una inscripción originaria, una inscripción primaria (el fantasma) y una inscripción secundaria (la palabra, el enunciado, obra del Yo(Je)).

   Recordemos que al comienzo de la vida, el registro y el proceso originarios solo funcionan bajo una forma específica de inscripción que P. Castoriadis Aulagnier llama pictograma, que comporta dos formas: el pictograma positivo, que inscribe el placer, y el pictograma negativo o de rechazo (del dolor) que no inscribe sino un blanco, un deseo de no-deseo.

   Por último insistiremos  en la idea de que el pictograma, primera actividad del aparato psíquico, que permanecerá como “fondo representativo” de todo nuestro funcionamiento psíquico ulterior, no es fantasma, sino que es una marca, una impresión en la psiquis que es “ a la vez representación del afecto y afecto de la representación”. El afecto, en tanto que experimentado de lo Originario,no conlleva una fantasmática; tiende hacia una acción: de atracción o de rechazo. Lo Originario es un impensado, un nofasmatizado y un no fasmatizable. Pero, sobre esta base de vivencia bruta es donde se desplegará secundariamente la fantasmatización en un desarrollo normal..

   En el caso en que prevalezca el pictograma de rechazo, el odio, la violencia, la muerte y al extremo, el silencio psíquico , se instalarán para dar orígen a la psicosis.

   La explicación de la vivencia amorosa y del desamor parece necesitar, a mi juicio, recurrir al concepto de originario para dar cuenta del carácter de experiencia original, originario,- de lo aún jamás vivido- y sin embargo resurgiendo de lo familiar más natural, dando una sensación de extraña familiaridad, y, por momentos, de inquietante extrañeza-, para explicar en profundidad el descubrimiento amoroso, así como la desinvestidura amorosa en la ruptura de la pareja.

  1. EL AMOR – CREACION

    El amor-creación, este aspecto innovador del amor- por muy numerosos que pudiesen ser los apegos amorosos sucesivos a partir de la adolescencia – ha sido, he dicho, descrito de forma excelente por C. David. El autor, sin querer predicar una mística del estado amoroso o del éxtasis amoroso, explica: “Si existe un estado amoroso no mórbido, es lo contrario a una disociación o a una regresión desestructurante aislada; la pareja realiza, gracias a una intensa actividad psíquica (Freud), una síntesis original que permite la expresión de la aspiración sexual total” (C. David, 1971,p.63 ).

   Las parejas enamoradas experimentan, a pesar de los recuerdos de amor precedentes, “un estado que no haya aún jamás existido” (ibid.,p.63). El estado amoroso revela “la existencia de un movimiento dinámico regresivo(…) y de una suerte de desestructuración acompañados, a veces, de ciertas impresiones episódicas de despersonalizacion, movimiento que representa la condición y el primer momento de una neo-estructuración progresiva;(…) representa un nuevo nacimiento, y no sólo la repetición o la melodía transformada de una experiencia olvidada”.

   Junto con un indudable colmado narcisista, el estado amoroso realiza una efracción de los límites del Yo (Moi), y “el acceso virtual a una intersubjetividad en acto, acceso que se puede experimentar a través de la metáfora poética de una nueva alma nacida de la fusión amorosa” (p.63).

   El autor pone el acento en el valor espontáneamente madurativo del amor, en la innovación (y no la repetición) y en la síntesis (y no la disociación) realizados en el amor, alude al poder de innovación y de invención que hace mención a la parte creadora  del dinamismo mental.  El campo amoroso es un espacio de creación auténtica.  C. David, ante esta dinámica creadora del amor, se opone a todo reduccionismo analítico. “Si la analizabilidad del amor no se pone en duda, cierta opacidad, cierta indeterminación innata, me parece que hacen parte de su naturaleza, condenando al fracaso todo radicalismo analítico” (ibid.,p.16). Retomando la palabra de A. Breton acerca del mundo sexual, afirma que el estado amoroso contiene un “infracasable núcleo de noche”.

   ¿De dónde proviene que el vínculo amoroso comporte esta creatividad, este carácter de novedad, esta experiencia de nuevo nacimiento?  ¿ De dónde viene esto que los enamorados reviven “un estado no habiendo aún jamás existido? ¿De dónde proviene esta parte  de indecible, de impensable en el amor, este núcleo “infracasable” que resistiría la analizabilidad ? Para explicar estos fenómenos que escapan a nuestra lógica secundaria o primaria, propongo la hipótesis de recurrir al registro originario que P. Aulagnier describe como un espacio en el cual se inscriben las huellas más arcaicas, bajo forma de pictograma, y que son del orden de lo indecible, impensable, no-fantasmatizable.

   Por cierto, todas las investigaciones analíticas de Freud y de sus sucesores han mostado que el amor es una repetición de los apegos edípicos reprimidos y, más aún, de la relación fusional con la madre, cuyo pensamiento anticipador hace que el bebé “cree” el placer, el mundo, por cuanto le son presentados, ofrecidos  en el mismo momento en que su deseo quiere hacerlos aparecer.  Sin embargo, estas “explicaciones” del amor, que ya son clásicas, no pueden dar cuenta del sentimiento de extraña familiaridad que acompaña la creación amorosa.

   La efervescencia de pensamiento engendrada por la sobreestimación sexual (del otro sexo) posterior al descubrimiento- físico y mental- del amado, tampoco es apto para dar cuenta de la naturaleza profunda del amor. Asimismo, las ideas etológicas (Lorenz, Tinberg, Bowlby), la programación genética del instinto amoroso, la noción de apego, si justifican lo que comporta de “ciego”, de espontáneo, de regido por el instinto –un mando interno- el comportamiento amoroso, no pueden sin embrago explicar los mecanismos del “pensamiento amoroso”, ni permitir otorgarle una descripción metapsicológica.

  1. LO ORIGINARIO AMOROSO. RAZONES QUE APOYAN ESTA

HIPOTESIS

             Me parece que el amor postula el concepto de originario por cuatro razones,relacionadas con las características comunes del registro originario y del registro amoroso.

4.1.   Primera razón: el amor es un sueño-acto

    Desde el punto de vista representativo, el amor es un sueño, pero un sueño de naturaleza especial: no utiliza sólo los elementos del proceso primario (condensación, desplazamiento,simbolización). Es un sueño-acto, un sueño que se realiza de día; la apariencia de fluidez mental, de no ligazón de afectos, esconde mal la realidad estructural del amor: su monoideismo y su funcionamiento “operatorio”. Lo que hace la riqueza del sentimiento amoroso es justamente esta búsqueda incesante de representaciones aptas para ligar un demasiado colmado de afectos.  En cuanto el sueño del registro primario desplaza y condensa las representaciones, juega libremente con ellas, el amor es un sueño encadenado en el cual “son indisociables la representación del afecto y el afecto de la representación”, la que ha sido definida como característica esencial del pictograma originario.

4.2.  Segunda razón: el amor es especularización de la relación

       El amor es un intento de negación entre dos del medio ambiente: la pareja aparece, en efecto, siempre “huyendo”,  con un fin de fusión diádica, empujados por una fuerza irresistible a escribir una historia de a dos, a inscribir a toda costa un pasado que sella la unidad dual.

   Esta fuerza que  magnetiza los dos cuerpos está, más allá de la sobreestimación sexual,, subtendida por una representación-afecto del objeto-zona complementario. Se trata aquí no sólo de la colusión boca-pecho (según el esquema oral en el que se basa P. Aulagnier) sino de una representación sincrética de los dos existentes, intentando representar, “presentar”, representarse una psiquis única en un fenómeno de especularización.  Esta búsqueda desenfrenada de una unidad psíquica dual, de una contemplación de la relación misma en el espejo de la pareja recientemente creada – y en constante creación- me parece homólogo con la relación originaria bebé-entorno materno, especularizándose en el pictograma.

4.3.   Tercera razón:  la ley del “todo o todo”

    La psiquis diádica amorosa y la psiquis originaria tienen la particularidad de funcionar según el modo binario: placer o displacer. Por cierto, es también el modo de funcionamiento del proceso primario: las categorías del bueno-interno-homogéneo, y de lo malo-extranjero-heterogéneo, son la manifestación más clara del principio de placer-displacer que reina en el espacio primario. El proceso originario difiere de ello en esto: mientras que el proceso primario está regido por la ley del “todo o nada “(amar-odiar; ser amado-ser odiado),cuyo mecamismo prevalente es la proyección en el otro o sobre el otro de lo malo de sí mismo, lo Originario está siempre bajo el dominio de la ley del “Todo o todo”, tal como lo sugiere P. Aulagnier, originando dos mecanismos: la absorción o el rechazo puro y simple. Ser todo amor o todo odio: “lo originario siempre lleva a correr el riesgo de una irrupción en el Yo (Je) de un afecto inmanejable que podría indistintamente precipitar al sujeto en la vorágine de la fusión o en aquella del asesinato (de sí mismo o del otro)” (Ibid.,p.68-69). Los  enamorados se absorben, se digieren, metabolizan recíprocamente su Yo(Moi) individual, en el proceso de autoengendramiento de la pareja. La pareja en creación es todo amor, intento de fusión de dos psiquis y dos somas, de dos psiquis-soma  en desaferencia máxima  en relación al entorno. Veremos más adelante que la pareja en conflicto, en desamor,tiende,como díada, a funcionar según esta ley del “Todo o todo” en la cual el “Todo-odio” se sustituye al “Todo-amor” inicial, reproducción del pictograma de rechazo propio del originario.

4.4.  Cuarta razón: el amor es una tentativa de inscripción de dos cuerpos en una

        única psiquis.

      Esta razón me parece la más consistente. El amor es una  página nueva, vírgen, en la cual nada se ha escrito aún(18), comparable con la psiquis  originaria del recién nacido, quien tiene como tarea  escribir, registrar la historia del cuerpo y constituirse como psiquis pulsional, psiquis de deseo y de placer, efectuando el “trabajo”  al que por naturaleza tiene derecho, por  su vínculo con lo somático. Los enamorados escriben una historia de cuerpo:realizan fácilmente la creación de una única psiquis, pero intentando desesperadamente  inscribir en ella un cuerpo único, un cuerpo experienciado de a dos. Este intento es desesperado, vano, consagrado al fracaso: el cuerpo es y permanece individual a pesar de los intercambios, por más prolongados e intensos que sean; no son sino préstamos: el cuerpo se presta, pero no se da. Aún cuando se preste a la vida, no es más que un usufructo;la propiedad desnuda volverá siempre hacia “la tercera hija del Destino, la silenciosa diosa de la muerte,(quien) lo recogerá entre sus brazos (19).”

   Esta tentativa desesperada de inscribir una sola vivencia corporal en una única psiquis es propia de la ilusión amorosa y de la ilusión originaria. El recién nacido y el enamorado tienen en común la tarea de Sísifo de inscribir en un psiquismo vivido como único-madre niño o pareja- la experiencia corporal de un soma que aún no es el propio, el suyo (para el bebé) o que no lo será jamás (para el enamorado).

   Esta  función de inscripción de una experiencia corporal extranjera (de placer o displacer) en una psiquis-psíquis del recién nacido o psiquis dual de la pareja amorosa- nos aparecerá mejor si nos referimos, por una parte a la concepción winnicottiana de la integración psiquis-soma y, por otra parte, a los avatares de la relación psiquis-soma en el período de la adolescencia, período del amor genital naciente.

  1. a)La adolescencia: acceso a la pareja genital

      Para introducir la problemática del descubrimiento del amor en la adolescencia y la discordancia  psiquis-soma luego y a continuación del empuje sexual y amoroso puberal, me parece útil recordar cómo se realiza la integración psique-soma posterior al primer desarrollo del recién nacido, es decir hasta alrededor del primer año, según Winnicott.  En una publicación anterior (20) expuse sus puntos de vista concernientes a la experiencia originaria ,basándome esencialmente en un texto de 1958 y una revisión de ese tema en 1971. Los recordaré brevemente aquí.

  1. b)La integración psique-soma

    Según D.W. Winnicott, el recien nacido alcanza el “estado de individuo” hacia fines del primer año: es en ese momento cuando realiza una relativa integración psique-soma, es decir, que se vive “firmemente anclado  en su cuerpo”. En casos de un trastorno del desarrollo, la psiquis tenderá a desarrollarse sín un vínculo estrecho con la experiencia corporal. En un desarrollo normal, el bebé de un año “no se vive como integrado sino por momentos ,por ciertos períodos”: la psiquis de un bebé normal puede entonces perder fácilmente el contacto con el cuerpo.

Así, para Winnicott (1958), la psiquis inmadura, basada en el funcionamiento corporal, no está en estrecho contacto con el cuerpo. La integración psique-soma “aparece gradualmente a partir de un estado primario no integrado” La solicitud materna primaria facilitará esta integración.

   El autor precisará cada vez más su concepción de la integración, definiendo el proceso de individuación, de personalización, luego de aquel primer  desarrollo (D.W. Winnicott,1971).  La psiquis debe realizar “Su residencia, su habitación en el cuerpo y sus funciones”. Mientras la psiquis no haya realizado su anclaje firme en lo corporal, las huellas que en ella se marcan son inscritas en un espacio arcaico que constituye un tipo de inconsciente original que “no es el inconsciente reprimido de la psiconeurosis…, tampoco es aquel de la formulación freudiana…, tampoco es el inconsciente de Jung”.  Se trata de un inconsciente de tipo originario, conteniendo “experiencias-no experiencias”, algo de lo inefable que no puede ser repetido, reproducido en la transferencia habitual.  Es esa experiencia no inscrita que es la fuente, en el sujeto psicótico, de ansiedades primitivas, “ansiedades sin nombre”, puros afectos de angustia.

c)Una actividad pictográfica constante

El primer trabajo de la psiquis es el de metabolizar lo corporal, lo somático, para hacer de ello lo psíquico, lo pulsional.  No es sino secundariamente que forjará escenas, fantasmas (registro primario), y pensamientos-palabras (registro secundario).

   Esta transformación de lo somático en psíquico, que se efectúa de modo intenso a lo largo de las primeras semanas, y que es necesario para que se constituya un aparato psíquico, un “aparato para pensar los pensamientos” (Bion) para que se realice una buena integración psique-soma, es una tarea constante del aparato psíquico.  Toda modificación corporal-superficial o interna-, toda transformación del soma-accidental o fisiológica –(resultado de una enfermedad, de un accidente, o de la maduración biológica natural) conlleva una nueva inscripción psíquica de la experiencia corporal: un nuevo pictograma. Se podría pensar que toda información de la sensibilidad extero, intero o propioceptiva es objeto de un pictograma que se inscribe en el espacio originario. El desarrollo y prevalencia de tal o cual zona erógena en el curso del desarrollo obliga al aparato psíquico a registrar psíquicamente los cambios de sensibilidad erógena.En un desarrollo normal, esta  engramación no plantea ningún problema: el pictograma del placer se inscribe  a medida y de acuerdo a la maduración pulsional.  El período de latencia constituye una pausa relativa, una calma relativa en la actividad pictográfica.

  1. d)El desorden puberal

    “ Con el comienzo de la pubertad, aparecen transformaciones que conducirán la vida sexual infantil a su forma definitiva y normal…La pulsión sexual descubrirá ahora al objeto sexual” (Freud,1905).  Es así como inicia el último de los Tres ensayos acerca de la teoría sexual: “Las transformaciones de la pubertad”. Freud anuncia aquí de entrada los dos mayores aspectos que dan su especificidad a la     adolescencia: el descubrimiento, desde la psiquis, de un objeto-cuerpo en plena mutación (libido del Yo(Moi)) y el descubrimiento de un objeto-otro genital (libido de objeto); en otras palabras, una potencialidad somática genital que provee a las pulsiones sexuales de una nueva finalidad por una parte, y el descubrimiento del objeto adecuado para permitir la realización de esta potencialidad, por otra parte.

   En suma, el adolescente descubre simultáneamente su cuerpo genital y el amor. Estos dos rasgos específicos de la adolescencia interesan a nuestro adolescente en un doble sentido: porque retratan al amor en estado naciente(21), y porque tocan el problema de lo originario y de la integración psique-soma.

   Voy a abordar sucesivamente el trabajo psíquico impuesto a la psiquis, en principio por razones de  la integración que deberá realizar del cuerpo puberal, y enseguida por el hecho de la investidura de otro cuerpo en el marco del deseo amoroso.

  1. e)Un cuerpo genital para integrar psíquicamente

   No expondré aquí  el trastorno corporal puberal (22), descrito clásicamente ya sea como una “crisis”, ya sea como una “mutación transitoria”.  El adolescente ve y siente que poco a poco se desarrolla en él “un aparato sexual de gran complejidad, pronto a ser utilizado”(Freud, 1905,p.112), que puede ser activado por estímulos exteriores, interiores, o psíquicos, creándose una excitación sexual. En efecto, luego de la fase de latencia hormonal hacia fines del décimo año, bajo la influencia de un programa innato y del entorno, la hipófisis induce un despertar hormonal manifestado por la maduración de las glándulas sexuales, la aparición de los caracteres sexuales secundarios, y modificaciones morfológicas y estaturo ponderales.

   Esta experiencia interna y externa de cambio corporal compele al adolescente a inscribir psíquicamente “otro” cuerpo que aquel del período de latencia. Podríamos decir que la actividad de representación pictográfica relativa a las primeras experiencias perinatales se reactiva en la pubertad con una intensidad igual a la que se desarrolló en las primeras épocas. Pero, en este momento (la adolescencia), lo primario fantasmático y lo secundario ideativo invaden el campo psíquico y disimulan ese fondo representativo originario. Lo que a veces es designado como la paradoja de la adolescencia, o la imposibilidad de abarcar completamente el fenómeno adolescencia, “este esencial siempre en otra parte”

(R.Ebtinger, A.Bolzinger, 1978) corresponde, a mi juicio, a este registro psíquico de tipo pictográfico , en el espacio originario, cuya propiedad es la de escapar a lo decible, a lo pensable.

    No sin razón Freud, en su tercer ensayo acerca de las transformaciones de la pubertad (1905), agregó en la edición de 1920 un capítulo sobre la teoría de la libido, en el cual  dice que se trata esencialmente de las vicisitudes de la libido del Yo,o libido narcisista y de sus relaciones con la libido de objeto.  Describe esta investidura libidinal del Yo como “una región que no nos es permitido explorar por el psicoanálisis”; sin embargo agrega que es “el estado original realizado en la infancia, estado que posteriormente se encubrió, cuando la libido se orientó hacia el exterior, pero en el fondo está conservado” (S.Freud, 1905,p.127). Esta prudencia y esta suavidad freudianas  ¿No son acaso el presentimiento de un registro especial de inscripción psíquica que correspondería a lo Originario y que sería de una importancia capital? “fácilmente se supondrá que las transformaciones de la libido del Yo serán de una importancia mayor allí donde se trata de explicar trastornos profundos de naturaleza psicótica”(ibid.).  Y cuando Freud recurre a “ una química particular de la función sexual”, es decir, a una explicación puramente biológica, ¿no es a falta de haber podido concebir una topología propiamente psíquica de la investidura del Yo, el modo más arcaico de inscripción de las experiencias corporales?

  1. f)Dos “cuerpos extranjeros” a inscribir en una psíquis

   Quisiera mostrar aquí que la constitución de la pareja se basa en un intento de inscripción pictográfica de la experiencia corporal de un “cuerpo extranjero” en una psiquis.  La efervescencia amorosa consiste esencialmente en el trabajo impuesto a una psiquis para “vincularla” a lo corporal, pero a un corporal extranjero.  La adolescencia será nuestro punto de partida puesto que permite observar el amor propiamente genital en su  eclosión, y la pareja en su estado de naturaleza, antes que los factores culturales la impregnen.

   El primer amor genital o, más bien, los primeros amores adolescentes-ya sea realizados o pensados- son el prototipo de todos los amores posteriores.

  1. g)La problemática adolescente

   Todo amor genital es, por naturaleza, adolescente: un “recuerdo” de la mutación psicológica o psíquica del período puberal y post-puberal. Además de la dificultad  en la integración del cuerpo propio en mutación ¿Cuál es la nueva problemática específica de la adolescencia?

   Es en la pubertad cuando la vida sexual alcanza su “carácter normal”  al conjugar-hacia el fin y hacia el objeto sexual-dos corrientes: aquella de la ternura, y la de la sensualidad.  La pulsión sexual, al encontrar su objeto sexual adecuado “deviene, por decirlo así,altruísta”; se pone al servicio de la función de reproducción; la primacía genital que se instala hace que la pulsión “ya no desconozca sus fines” (Freud,1905,p.57).  Pero la adolescencia resulta ser el lugar de dos procesos contradictorios (P.Gutton, A.Birraux,1982) : – la pubertad  pone en marcha la búsqueda y el “descubrimiento del objeto”; -“Encontrar el objeto no es en suma sino reencontrarlo” (S.Freud, 1905,p.132).

   Freud, asignando a la pubertad esta función de descubrimiento del otro, objeto y fin, objeto-fin de la pulsión, reenvía inmediatamente este proceso a una relación arcaica: los amores incestuosos edípicos por una parte, la primera relación oral con la madre, por otra. “No es sin razón que el niño tomado al pecho de su madre se haya vuelto prototipo de toda relación amorosa”. Pero, bajo la pluma de Freud, la noción “prototipo” equivale a una simple metáfora, que exigiría de su parte una descripción metapsicológica o, en tal caso, tópica.

  1. h)El descubrimiento de la complementariedad de los sexos

          Pediré prestado a P. Gutton y a A. Birraux (op.cit.) su concepción de la pubertad como preludio a mi hipótesis acerca de las relaciones entre adolescencia y originario.

   Para estos autores, la revolución, la turbulencia, la perplejidad puberales consisten en el descubrimiento de la complementariedad de los sexos.  Bajo la primacía  erógena de lo genital, el adolescente tiene la revelación del sexo complementario: complementariedad de lo genital (joven-niña) y complementariedad de órgano (pene-vagina) (ibid.,p.673).  Esta síntesis que se opera en la pubertad, y que está a la base de un nuevo funcionamiento  simbólico, viene a contradecir, a desmentir “la locura de las construcciones infantiles”, de las “teorías” sexuales infantiles. La lógica infantil era fálica: un solo sexo, el pene, presente o ausente, traduciendo la diferencia de los sexos en términos de “tener o no “ y la amenaza de la castración.

   En la teoría puberal, la primacía genital se opone a la primacía del falo. La pubertad se impone por esta “intuición etológica de la complementariedad de los sexos como un sistema de representaciones-actos” (ibid.,p.674), es en este sentido que el fantasma puberal no es una simple representación de órganos anatómicos, sino un acto, realizado por esos órganos complementarios, representación de una escena primitiva en la cual los actores han cambiado de generación, en la que los protagonistas son los sujetos mismos.  Es así que el amor adolescente –y todo amor ulterior lo repetirá- se basa en la experiencia de la complementariedad donde “dos son necesarios para la constitución de lo uno…; para ser adolescente, hay que ser dos” (ibid.,p.675-676).

   La pareja fantasmatizada, luego realizada de la adolescencia es- les decía- un intento de inscribir dos cuerpos en una única psíquis. Se puede concebir fácilmente-así lo he mostrado en esta segunda parte- la fusión de los dos aparatos psíquicos en una psíquis diádica. “En el amor, la identificación de uno con el otro, igualmente profunda, es una identificación cruzada” (C.David,1971,p.242). Freud lo había notado, es verdad, con un sentimiento de escepticismo y con un movimiento de retroceso científico: “En lo más intenso del estado amoroso, la demarcación entre el Yo y el Objeto corre el riesgo de borrarse. Al encuentro de todos los testimonios de los sentidos, el enamorado sostendrá que Yo y Tu no son sino uno, y está presto a comportarse como si ello fuera realmente así” (S.Freud, 1929,p.7-8). Pero los enamorados van más allá. El objetivo del amor es el de realizar la palabra de la Escritura : “Ellos no serán más que una sola carne”, esta fusión de los cuerpos cantada con melodías y ritmos variados, por los poetas de todos los tiempos.  Decía que el intento de los amantes es inscribir dos cuerpos en una única psíquis.

  1. i)El amor como inscripción psíquica del cuerpo del otro

Para claridad de mi exposición, comenzaré por explicitar el trabajo psíquico (considerado arbitrariamente en su funcionamiento monádico) que debe efectuar el enamorado frente a otra mónada: trabajo de inscripción, en su psiquismo individual , de la experiencia corporal del amado, del otro-amado.

   El enamorado quiere metabolizar el cuerpo del otro, asimilar ese soma extranjero por medio de todos sus receptores sensoriales; lo absorbe, lo introduce “en su piel”. Lo come, lo saborea, lo bebe, lo siente, lo palpa, lo escucha, y otras tantas tentativas para ponerlo dentro de  sí. Tiene el sentimiento de interiorizarlo, de ser ese otro, por momentos fugaces es verdad, momentos de conjunción orgásmica.  Los amantes realizan la identificación cruzada de los cuerpos, en una experiencia de ser bisexual único, luego que realizado “el triple puente del beso, el abrazo y la penetración”,escribe S. Ferenczi (1924). Pero estas experiencias intensas, episódicas, a través de su espontaneidad natural, traducen mal el esfuerzo sostenido a lo largo del descubrimiento y de la experiencia amorosos, de parte del estar enamorados, para inscribir el cuerpo del otro en su propia psíquis. Encontramos aquí la réplica perfecta del esfuerzo del recién nacido para inscribir su experiencia corporal en una psíquis originaria que aun no es la de él, individualizada, o en otros términos, para que su psíquis habite ese cuerpo que aun le resulta extranjero.

   El trabajo amoroso parece estar constituído esencialmente por esta tensión psíquica, esta “pasión” de inscribir en sí la vivencia de un cuerpo extranjero. El “trabajo” amoroso esencial reside en este pictograma de placer que es también de sufrimiento: inscripción en un espacio originario que escapa al Yo primario y al Yo (Je) pensante. Trabajo de Sísifo, a rehacer constantemente para que el amor dure, para que el cuerpo del otro permanezca para siempre un bien inalienable, un territorio individual extranjero, que puede ser ocupado por un tiempo, pero nunca anexado. Y por lo tanto, la pareja no se sostiene sino por esta tensión recíproca, consagrada al fracaso, excepto si se resigna a una simple asociación de servicios mutuos de placer y de bienes.  Pero en este caso¿ está lo que podríamos llamar una pareja?

  1. j)El amor como ilusión de dos cuerpos para una única psiquis

   Para simplificar la explicación de una inscripción del registro originario en el fenómeno amoroso, consideré separadamente la experiencia de uno y del otro enamorado. Pero la realidad psíquica de la pareja enamorada es más compleja: no es sólo mutualidad, reciprocidad, paralelismo y concomitancia de os esfuerzos psíquicos individuales para inscribir el cuerpo del amado. Es una psíquis dual, diádica, unificada en su funcionamiento, es un aparato psíquico común que intenta esta inscripción de dos somas distintos.

   La experiencia clínica de la pareja y de la familia nos proporciona la evidencia de la existencia de una psíquis grupal,(las psíquis son extensibles (23) al arbitrio),fusional en su origen y naturaleza; el soma no le proporciona sino una apariencia de límites, o bien un pretexto para límites, un señuelo de limitación.En cambio, el cuerpo quedará siempre limitado en un Yo-Piel (24),y experimentado a distancia de los otros cuerpos, excepto en una experiencia de ilusión grupal corporal experimentada en el momento corporal post-natal, en el proceso grupal terapéutico, en el estado amoroso y otros estados normales o patológicos de desaferencia psique-soma. Estos estados son la reproducción de una matriz psíquica grupal, tal como lo veremos precisamente en el caso del estado amoroso.

  1. EL AMOR COMO BUSQUEDA GRUPAL

           La pareja, que hasta ahora he descrito dentro de una perspectiva individual o en su funcionamiento dual, presente en su base una dimensión grupal que me queda por desarrollar, o por lo menos por señalar.

   La constitución de las parejas-muchas de las cuales son duraderas-es un desafío impuesto por una sociedad mercantil, una explotación por los más ricos, los más hermosos, los más inteligentes,es decir: “una de las dos formas en que el hombre se apropie de la mujer”(el matrimonio y la prostitución)(25), un medio de compra o, en rigor, de trueque de placer y bienes?

      A  Freud mismo le tocó denunciar a la pareja clásica “civilizada” como generadora de neurosis (26).  Sucede que la díada amorosa es de todas las épocas y satisface una de las grandes exigencias del individuo y de la especie, aportando seguridad al amado y a la descendencia. Aun cuando es una perogrullada constatar que el vínculo amoroso se distiende, el sentimiento se debilita, el amor se desgasta   con el tiempo. La díada amorosa se desmorona, se marchita en la cotidianeidad, si  no se regenera en lo Originario de donde nace.

   No haré más que recordar aquí las explicaciones –ya clásicas hoy en día- de las disarmonías conyugales, de los conflictos y rupturas de la pareja.(27)

   La idealización resultante de las “tendencias sexuales coartadas” (Freud) ocasiona inevitablemente una desidealización ulterior del partenaire amoroso. Esta desidealización se acompaña a menudo de una idealización de un tercero exterior a la pareja. Entonces sobreviene la crisis de la pareja, que pone en juego en los cónyuges los mismos mecanismos de defensa que han presidido la instauración del amor:negación y clivaje.  El cónyuge transformado en “malo” objeto interno es negado en sus cualidades “buenas” que impulsaron su elección en el período de enamoramiento.

   La tarea del Yo tanto en desamor como en amor, es mantener clivadas las dos experiencias en relación al objeto: si ya no es todo bueno, es porque es malo, luego, peligroso. Presenciamos, en los conflictos conyugales sin solución, un descuartizamiento de la díada, un desarraigo de las psiquis y una excorporación en su desanclaje con respecto al cuerpo de los partenaires. Es entonces cuando Thanatos remplaza a Eros. He aquí en forma esquemática la dinámica más clásica del desamor en términos individuales o duales.

   Pero lo que aparece como una crisis de la unidad-dual ¿No presenta acaso también los caracteres de una crisis grupal?  Es lo que por último examinaremos de este capítulo. En esta parte final, quisiera en efecto destacar la grupalidad que está en la base de la pareja humana, y la fantasmática grupal inconsciente que está en el centro del amor y del desamor.  Freud observó que la pareja y el grupo son dos realidades antinómicas, siendo la pareja un fermento de heterogeneidad, de discordia en el grupo, el cual no mantiene su cohesión sino alrededor de una fantasmática homosexual. Mi propósito es sostener que la pareja es por esencia grupal. El establecimiento del vínculo amoroso es, en el fondo, una búsqueda o una huída grupal, el “dos” sería un señuelo. Esta hipótesis se impuso ante la realidad clínica, en la escucha analítica grupal de las parejas y de las familias que sufren.

   El “fondo representativo”, espacio originario, que recoge, registra, inscribe nuestras vivencias corporales más primitivas para “psiquisarlas”, aun no pertenece al espacio individual. Es un Sï-mundo indiferenciado que se construye especularizándose en sí mismo, que se autoengendra en y por esta especularización. Todos los autores que han escrito acerca de lo arcaico, acerca del psiquismo perinatal, han insistido en la fusión madre-recién nacido, en la “solicitud materna primaria” (D.W.Winnicott), en el “amor primario” (M.Balint), en la “admiración primaria” (F.Pasche)entre madre y niño.

   Las observaciones de los neonatólogos, desde hace unos diez años, ponen en evidencia la competencia del bebé a ponerse acorde al medio que lo rodea, y no solamente a responder al aporte y deseo maternos: la realidad física y psíquica paterna y fraterna  están también presentes en el universo infantil precoz. La escucha del grupo familiar al asociar libremente revela que las imágenes paternas y fraternas también son pregnantes, y que la psíquis del bebé se fusionará en un aparato psíquico familiar. Lo originario es, en esencia, familiar.  El análisis del grupo familiar reunido nos enseña que las inscripciones pictográficas de lo originario que P. Aulagnier (1975,p.74) describe como “ forcluído del espacio de lo primario-secundario”, es decir, escapando al orden de lo fantasmatizable, y, más aun, de lo decible, no son sin embargo escritura muerta o borrada.

   Freud, en 1929, reafirma que “De la vida psíquica nada puede perderse, nada desaparece de lo que se ha formado, todo se conserva  ___de un modo cualquiera (subrayado por mí) y puede reaparecer en determinadas circunstancias favorables, por ejemplo, en el curso de una regresión suficiente” (p.15-16). Estos jeroglíficos psíquicos del Sí-Mundo o del Sí- Nada inscritos en el espacio originario reaparecen en el espacio terapéutico de la cura analítica del grupo familiar: de este lado del discurso de los Yo miembros de la familia, de este lado de la fantasmática onírica suscitada por la asociación libre del grupo familiar, estos “impensables” aparecen en las vivencias de ilusión grupal-por una parte, y en las experiencias de sufrimiento de todo el grupo familiar, por otra.

   Varios argumentos teóricos y clínicos apoyan la hipótesis del amor como búsqueda o huída grupal (y del desamor como duelo grupal).

1.-   PRIMER ARGUMENTO: LO ORIGINARIO ES UN ESPACIO GRUPAL

       He mostrado cómo todo amor, por el hecho de sus coordenadas psíquicas y somáticas, por el hecho de tener que realizar la integración de otro cuerpo, se inscribía en tanto pictograma en el espacio originario.

   Ahora bien, el espacio originario es un espacio no individuado, un espacio grupal. La inscripción pictográfica es una marca en un psiquismo grupal que engendra, en la regresión natural (amorosa), patológica (psicótica), o terapéutica (cura psicoanalítica),vivencias ya sea ilusionales correspondientes al pictograma positivo, de placer, ya sea negativas, de sideración, de vacío interior, de angustia sin nombre, correspondiente al pictograma de rechazo; en este caso, ninguna representación se inscribe en  la psiquis que está sumergida en un afecto puramente fisiológico, no ligado.

   En la vivencia amorosa recíproca, el pictograma positivo engendra una pérdida de los límites  del Yo (Moi), un sentimiento de fusión con el Otro. Las representaciones del registro primario, que aparecen en el encuadre terapéutico, evocan contenidos de naturaleza grupal. Los enamorados están invadidos por ese “sentimiento oceánico”,”sentimiento de unión con el gran Todo” que Freud intentó analizar en 1921 en los términos siguientes: “En su orígen, el Yo incluye todo…Nuestro sentimiento actual del Yo (adulto) no es nada más que el resíduo, por decirlo así, reducido de un sentimiento de extensión mucho más vasto, tan amplio que abarcaba todo, y que correspondía a una unión más íntima del Yo con su medio (28)”.

   ¿No sería este un llamado, de parte del especialista del alma individual,  hacia una concepción grupal del individuo mismo?

2.-     SEGUNDO ARGUMENTO:  EL AMOR ES TAMBIEN AMOR DE LA   ESPECIE

    Este argumento valida el vínculo del amor a la especie, al grupo específico.

  La riqueza del sentimiento amoroso, la exaltación y la plenitud psíquicas que la acompañan, van a florecer, podríamos decir, en la promesa, la realidad o el recuerdo mismo de una unión íntima de los cuerpos, cuya finalidad consciente es el placer físico y psíquico, y cuya finalidad objetiva biológica- y a veces la resultante- es la reproducción. Las flores del amor nacen sobre la roca biológica de la perpetuación de la especie.

   La escucha analítica-en cura individual, en terapia conyugal de la pareja, o en terapia  del grupo familiar- los fantasmas de deseo sexual amoroso se revelan a veces bajo un modo defensivo en relación al placer sexual interdicto, pero a menudo a título de primer componente, un fantasma de infantilizante, en un plano inconsciente o preconsciente.  El lenguaje de los enamorados desborda en metáforas que evocan un deseo de niño, una suerte de poema- sueño o placer de los cuerpos, placer psíquico, y deseo de continuar la epecie se condensan, se desplazan y se simbolizan según la lógica del proceso primario.

   Más allá de las connotaciones edípicas seguras, más allá del deseo inconsciente de identificación con la madre y con sus poderes creadores (sobre lo que se centra toda la fantasmática kleiniana), el deseo amoroso encubre inconscientemente un deseo de  hijo.

   Hablando de la función estructurante y regeneradora del amor, C. David (1971) utiliza la metáfora de un nuevo nacimiento, de una nueva alma resultante de la fusión amorosa, “ pero que no figura en suma nada que deba asombrarnos,en principio, que la creación de un nuevo ser viviente, de un niño, es en verdad maravillosa”(op.cit.,p.63).

   Pero el deseo de engendrar no es sino metáfora en el inconsciente amoroso; es sin duda un elemento fundamental.  Me parece útil recordar aquí lo esencial de la teoría  del amor de Schopenhauer (29), no a título de prueba sino en tanto ilustración, exagerada en verdad, de mi hipótesis concerniente a la grupalidad inconsciente del amor.

   Schopenhauer señala que el amor no ha sido-hasta entonces- tomado en consideración por los filósofos, exceptuando cuatro de ellos, que muy pronto recusa. Platon porque “lo que expone en el Banquete y Fedra no concierne en lo esencial más que al amor homosexual griego”, Rousseau:”lo poco que dice es falso e insufuciente”, Kant: “su discusión acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime es superficial y parcialmente inexacta por defecto de competencia” y por último Spinoza: “ Es divertido, en razón de su extraordinaria ingenuidad” (30).

   Luego, expone la teoría del amor que se le impuso en el contexto de su concepción del mundo. El instinto sexual es, con el amor a la vida, el resorte más poderoso que hace actuar al hombre: es el fin último de casi cada aspiración humana. En lo que respecta al componente  sentimental, “toda inclinación amorosa, por etéreas que sean  sus modalidades, tiene sus raíces únicamente en el instinto sexual.  Lo que rige la elección amorosa, es la especie”. “El fin último de toda intriga galante…no es nada menos que la composición de la futura generación”.

   Los grados del sentimiento amoroso, desde la inclinación más fugaz hasta la pasión más violenta, no son sino función de la individualización de la elección. Pero no se trata, en todo asunto amoroso,del bienestar o malestar de los individuos- esto no es más que una ilusión- sino del bienestar o malestar de la especie.  Lo que  los enamorados buscan en el fondo,  a través de sus fogosos deseos, es “la constitución particular de la raza humana para los tiempos futuros”.

   Lo que aparece en la consciencia individual como instinto orientado hacia un individuo, la admiración de otro individuo, no es otra cosa que la intención de producir un individuo de cierta naturaleza con el partenaire admirado.  Esta admiración objetiva no es sino una máscara  para engañar la consciencia, una treta de la naturaleza para  alcanzar sus fines: reproducir tal individuo. “Que tal tipo de niño sea procreado, he aquí la verdadera finalidad, si bien ignorada por los interesados en todo romance de amor; el modo y los medios de alcanzarlo son accesorios”.

   “La creciente inclinación de los dos enamorados  ya es en realidad la voluntad de vivir del nuevo individuo que ellos pueden y quieren engendrar”. La pasión amorosa en realidad se preocupa del ser a engendrar y de sus cualidades.

   En fin, para Schopenhauer , “el amor” bajo todas sus formas, en todos sus matices, desde la atracción más frívola hasta el apego más tierno, no es sino una expresión de nuestro querer vivir, de nuestra voluntad de perpetuarnos en la especie. “La intención que inconscientemente nos guía es manifiestamente la posibilidad de la concepción en sí misma”. “La naturaleza no alcanza su fin más que inculcando al individuo cierta ilusión gracias a la cual él mirará como un bien para sí mismo lo que de hecho no es sino un bien para la especie”.

   Ahora bien, ¿Qué quiere precisamente la naturaleza? ¿En qué consiste ese querer vivir de la especie? La intención de la naturaleza es “un crecimiento  de la especie tan considerable como posible”.  Pero un instinto muy preciso, muy claro, y aun muy complicado preside la elección tan delicada, seria y tan obstinada de otro individuo en vías de la satisfacción de la necesidad sexual”.  La especie tiene tres preocupaciones: -conservar “su tipo normal, su tipo específico…es decir, la belleza física”; – dotar al individuo por nacer  de cualidades psíquicas armoniosas; – corregir o neutralizar unas por otras, las  insuficiencias y las anomalías de los dos individuos enamorados, pidiéndoles inconscientemente uno al otro las perfecciones de las cuales carece.

   ¿Cómo  la naturaleza realiza este “programa genético”(para hablar en términos científicos actuales) del nuevo individuo?  Respuesta de Schopenhauer: en lo esencial, “obtendrá del padre la voluntad o el carácter, de la madre, el intelecto, de ambos, la constitución física”.  Luego el filósofo se aventura en una descripción detallada de las cualidades físicas o psíquicas que el niño toma de la madre o del padre: una descripción marcada de falocracia y de racismo, que no prefigura para nada los descubrimientos científicos de los genetistas.

   Bajo sus aspectos extremosos la “metafísica del amor” de Schopenhauer es el recuerdo de una verdad primera: la pareja biológica esta consagrada a la especie. Por lo tanto para nosotros no es de extrañar que el fantasma amoroso comporte un fantasma grupal, familiar.

  1. TERCER ARGUMENTO : EL MATRIMONIO ES SIMBOLO GRUPAL

    Este argumento es del orden de lo consciente manifiesto, de lo social, de lo sociológico.

   Los factores sociológicos morales, económicos, jurídicos, contribuyen, al parecer, en nuestra época y en nuestra cultura occidental, a disminuir la proporción de los matrimonios en relación a las parejas no “regularizadas” pero constituídas de modo relativamente estable. Sin embargo, el matrimonio siempre ha sido y aun en nuestros días lo es ,una institución muy utilizada; y esta utilización no se explica sólo por razones de seguridad para los esposos y los hijos producto de la pareja, o por móviles y  ventajas económicas.

   El matrimonio, civil y o religioso, corresponde a una necesidad de “consagración” de una nueva célula social, de puesta al día social, y de legitimación por el grupo, de intercambios sexuales que hasta el momento debían quedar reservados, o a lo menos discretos.  El rito de matrimonio para sus usuarios- a veces repetitivamente- responde a una aspiración de integración al grupo social, a una necesidad de reconocimiento por el grupo social de la asociación de grupos familiares, de la fusión – absorción de dos patronímicos, y de la mezcla de dos sangres que perpetuará el grupo y más aun, la especie.

  “Los enamorados están solos en el mundo”, “los enamorados viven escondidos”. Estos aforismos no traducen, en último análisis, más allá del pudor inherente al comercio de la intimidad, sino que la pareja amorosa se fusiona de tal modo con el grupo social  circundante que ya no lo ve, ya no se siente distinta del medio que la rodea, y que el mismo grupo social ya no la ve, reviviendo al unísono la experiencia afectiva de esta pareja.

  1.     CUARTO ARGUMENTO : EL DESAMOR Y DESILUSION GRUPAL

         Este argumento es la prueba más clínica y, a mi juicio, la más convincente de la aspiración grupal de toda pareja.

   Lo que el psicoanalista escucha en la asociación libre de la terapia conyugal, o el consejero conyugal en sus entrevistas de pareja, no alude evidentemente a parejas felices, sino a aquellos que están en dificultad, en sufrimiento, en desamor.

   Me permito este neologismo porque traduce la realidad psíquica profunda de las parejas en ruptura: ellas viven, reviven fenómenos psíquicos  de la misma naturaleza que aquellos experimentados en el estado amoroso, pero en negativo; su aparato psíquico desarrolla los mismos mecanismos de defensa que prevalecen en el funcionamiento amoroso (negación,clivaje,idealización), pero con un objetivo de desanclaje de los cuerpos ,uno respecto del otro y de las psíquis, una en relación a la otra.

4.1   Una explicación clásica del desamor

Si el fenómeno amoroso es el “prototipo normal de la psicosis”, el desamor instala en la díada un funcionamiento mental que posee todas las virtualidades psicóticas.

Ya sea que estas parejas vengan a consultar con el propósito de reencontrar una armonía de pareja o bien para romper la relación sin demasiado sufrimiento, o que el deseo de ruptura sea el pedido de uno solo de la pareja, estamos acostumbrados, más allá de la queja manifiesta, a oir la queja latente :”Sufrimos en nuestro Yo de pareja, en esa parte de nosotros mismos que es el otro. Ayúdenos, ya sea a restaurar la fusión de nuestros dos aparatos psíquicos, o a separar, sin desgarrar demasiado, esas dos partes siamesas que no son sino una. Deseamos ya sea  reconstituir la envoltura que nos contenía de a dos, ya sea a de-constituirla sin pesar .”

   El psicoanalista en terapia conyugal permite a la pareja explorar el exterior e interior de esta envoltura psíquica que contiene dos Yo.  Es sólo desde esta perspectiva grupal de la pareja-grupo de a dos, de la “unidad-pareja”, de la “unidad dual”, de la “unidad-joug” (N.Abraham), que puede ser acogida, en su profundidad vital, la queja de la pareja en dificultad.

   El desamor no es la ausencia de amor, la indiferencia; no es la vuelta a lo neutro. Es el amor en aflicción, amor en nostalgia, podríamos decir “amor en sufrimiento”(31). Es por esto que en el desamor encontramos las mismas características del estado amoroso:pero el placer de indiferenciación de los dos Yo se ha vuelto sufrimiento, nostalgia de esta indiferenciación.  Lo que era conyugal-placer mutuo de estar juntos bajo el mismo yugo- se ha vuelto “subyugal”, sentimiento del  yugo-horca, sumisión insoportable experimentada como ataque a la individualidad.

   He mostrado previamente(32)   que la pareja en dificultad aguda vivía como una entidad individual psicótica, utilizando regresivamente mecanismos de negación de la realidad y de clivaje buen objeto-mal objeto, buen-Yo mal –Yo. Regresión en la que hay tendencia a que se instale una vivencia paranoide en relación al compañero internalizado vivido como una parte del Yo que pone en peligro,desde el interior, la integridad individual.  El cónyuge se ha vuelto un cuerpo extraño interno, un perseguidor interno.

   La terapia conyugal analítica  hará aparecer las mismas fases de evolución  que aquellas observadas en familias psicóticas, y en particular la diferenciación entre aparato psíquico individual y aparato psíquico de pareja. Es la toma de consciencia de estos dos niveles de funcionamiento psíquico  la que permitirá a los cónyuges ya sea recrear la envoltura continente de sus dos Yo, ya sea hacer el duelo por este aparato psíquico común.

   Las crisis de pareja que hemos podido observar y tratar aparecen así, a través e nuestra experiencia clínica, como trastornos profundos del Yo conyugal y no como simples dificultades de adaptación física y psicológica de un individuo a otro.  La conceptualización de las dificultades conyugales en términos de incompatibilidad de carácter o de defecto de adaptación nos parece llena de malentendidos teóricos, y fuente de una actitud de manipulación psicológica en profundidad.  Las nociones de “simetría” y de “complementariedad” apreciadas por la Escuela de Palo-Alto, y cuyo mal manejo es, a juicio de V. Satir (1970) el origen de las dificultades de la pareja, son a mi modo de ver, fruto de una perspectiva pragmática, cuasi behaviorista, de la pareja encarada como un ensamblaje técnico, material de dos aparatos aislados.  Esta aprehensión, desde el exterior, de los problemas de la pareja, nos parece proclive a favorecer una manipulación inconsciente de los dos cónyuges por parte de los terapeutas.

   Una pareja resulta por cierto de la conjugación de dos individuos distintos. Pero lo que constituye la esencia de la pareja,  y la naturaleza misma de sus dificultades, se relaciona en profundidad con la constitución de un aparato psíquico común, más allá de los dos Yo individuales. La pareja no es el resultado de una suma de dos Yo, sino que que se origina en esta “psicosis normal” que es el estado amoroso, fusión de dos psiquismos. La crisis de la pareja es un sufrimiento de este aparato psíquico conyugal.

4.2.   Una interpretación grupal de la crisis dual

   Mi experiencia clínica de los últimos años, y en particular la práctica en terapia del grupo familiar completo (pareja e hijos presentes conjuntamente en las sesiones) me permite hoy en día ampliar la comprensión de la dinámica inconsciente del desamor y del proceso terapeutico emprendido por la pareja en terapia conyugal  o familiar.

   Quiero hablar de la aspiración grupal de la pareja en sus  inicios  y en su curso amoroso, y de la decepción grupal experimentada cuando el “dos” se deshace o se rompe.

    Las parejas que conjuntamente vienen a pedir una “ayuda” de tipo psicoanalítico, traen una queja, un dolor, un desprendimiento en relación al compañero. Sucede como si sus amarras sociales  se hubiesen roto, como si ellos revivieran una adolescencia en negativo, quiero decir, en carne viva y a psíquis  abierta . Los cónyuges se describen como si estuviesen perdiendo su pertenencia al grupo; a su familia de origen, a su familia de adopción, pero también a su grupo familiar del lugar o de la ciudad. Se sienten privados de comunión social  mientras que su comunicación diádica se ha vuelto imposible.

   No haré más que citar aquí dos modos de funcionamiento,del tipo actividad onírica, que aparecen en el curso del proceso terapéutico y que testimonian el desanclaje vivido por la pareja; tales modos de funcionamiento apelan en último análisis a una explicación grupal.

   Mientras las producciones oníricas de los cónyuges están bloqueadas: el espacio primario  se ha vuelto vacío, silencioso: ya no crea los escenarios de costumbre; el preconsciente está como “cortocircuitado”, ya “no responde”.  El diálogo de los Yo se ha vuelto operatorio, metido en un realismo puro y sin perspectiva.  “Sería necesario hacer algo, pero toda acción es vana. Pensar se ha vuelto imposible, salvo pensar un puro afecto de dolor. Las psíquis han perdido su anclaje corporal; los cuerpos han perdido su vínculo psíquico, su poder de representación en la esfera mental.

   Luego se constata una producción onírica desbordante, una producción psíquica agotadora que da la imagen de psíquis solitarias, desligadas, que intentan funcionar en puro psiquismo, buscando desesperadamente religarse, revincular afectos a la deriva,desviados, buscando anclarse como antes en el cuerpo del otro y en el cuerpo propio.

   Sea cual fuere la resolución de estas parejas-separación o reestablecimiento del vínculo amoroso- su funcionamiento actual es comparable a aquel que caracteriza a las familias psicóticas, tal como lo describí anteriormente (1981)

   Volvemos a encontrar regularmente, al comienzo del proceso de la cura psicoanalítica del grupo familiar, por una parte, un discurso manifiesto operatorio que engendra una “relación inocente” entre los miembros de la familia, por otra parte, una búsqueda inconsciente de fusión grupal.  El sufrimiento del grupo familiar es tan intenso que bloquea toda vida fantasmática.

   Para llenar ese espacio primario  vacío, se ve en un comienzo que uno de los miembros de la familia trae una  producción fantasmática y sueños cuyo tema es la ilusión grupal.  “Somos un grupo consolidado, homogéneo,sin diferencia de sexo ni de generaciones”. A mi juicio aquí se trata de una tentativa de volver a “casar” al portador de síntomas psicóticos, desviando al solitario hacia el conjunto del grupo, y hacer que renazca a la vida grupal de la familia.

   La pareja en des-amor, según mi experiencia clínica, presenta este mismo modo de funcionamiento: todo transcurre como si, ante el silencio de la mutualidad corporal desaparecida, los cónyuges intentaran vivir su díada a modo del puro psiquismo,queriendo constituir una psíquis grupal indiferenciada, sin cuerpo, sin sexo. “Poco importan los sexos,siempre que seamos una pareja-grupo donde la fusión psíquica sea posible”.  Es así como la pareja regresa a la muy primera experiencia post-natal en la cual la psíquis infantil se diluía en el aparato psíquico familiar.

   Es en el curso del proceso terapéutico de pareja donde se volverán a poner en circulación las imagos diferenciadas paterna y materna, masculina y femenina, y los fantasmas originarios(castración,seducción, escena primaria).  Es en este momento cuando los cónyuges  estarán en condiciones de decidir por sí mismos el destino de su pareja. Agregaría que en estas parejas, la restitución, en la cura conyugal, de su pasado amoroso y en particular  del encuentro y descubrimiento amorosos, pone en evidencia que la elección mutua se operó no tanto en las cualidades mismas del objeto amado sino más bien en una óptica de sobreestimación de un objeto-grupo: la constitución de una pareja representaba una evasión del grupo familiar de origen para realizar una fusión con otro grupo-familia, y más aun, para ponerse en comunión psíquica con el grupo social que los rodea. El amor era esencialmente huída grupal, tal como todo amor es quizás, en el fondo, una búsqueda grupal.

  CONCLUSIÓN

 En este trabajo intenté mostrar que la pareja como objeto de estudio y de tratamiento requiere una metodología y una terapéutica apropiadas a este objeto.

  El tratamiento de la mónada- del individuo en relación dual analizante-terapeuta- engendra, como toda la clínica lo atestigua, una modificación esructural individual, por medio del reforzamiento del Yo (Moi) individual.  Pero cuando la demanda analítica es una demanda específica de la pareja, tenemos el derecho a pensar que tenemos que vérnosla no con dos mónadas,sino con un aparato psíquico diádico en sufrimiento, una unidad dual perturbada.

   Además, la reflexión proveniente de una experiencia clínica cada vez más extensa, me llevó a proponer la hipótesis de la pareja en tanto grupo, del “grupeja”(grouple)  (Esta condensación verbal,  si no fuese tan disfónica y   semánticamente osada ,ilustraría bastante exactamente mi propósito. Ver el análisis de R. Kaës(1972) de este neologismo tomado de un lapsus de un animador grupal, en “el trabajo psicoanalítico en los grupos”p.57), y a desear que otras investigaciones clínicas profundicen esta interrogante: ¿ Existe el dos en tanto tal? ¿O no es más que un artefacto que impide asir la realidad psíquica profunda de la pareja, su origen y su naturaleza grupales? Es esta hipótesis la que ha inspirado mi técnica terapéutica- un encuadre analítico para el tratamiento de las parejas- que también es aquella de toda una corriente actual de terapia de pareja.

   En el plano metodológico, para la comprensión científica de la pareja enamorada, del descubrimiento y de la experiencia amorosa, me pareció necesario recurrir al concepto de Originario, distinto de Primario y Secundario.

   El estado amoroso fundado en la búsqueda del placer físico y psíquico, y en el instinto de perpetuación del grupo humano, es la experiencia más singular y a la vez la más anclada en la especie.  Para dar cuenta de ello y con el fin de paliar el debilitamiento de una metapsicología amorosa centrada en el individuo, he privilegiado en este estudio los puntos de vista tópico y genético.

   El amor, en su aspecto innovador, creador, representa una regresión- en el sentido más regenerador del término- al estado más arcaico, en el que psique y soma intentaban su integración recíproca en un espacio psíquico aun no individualizado, el espacio originario, que no puede ser sino un espacio grupal. He intentado aproximar “este diamante negro de lo arcaico”, de lo Originario (J.Guillaumin,1982), esta parte de misterio,”de carácter místico…y que escapa aun a toda explicación racional”(S.Freud,1921,p.141) que tienen en común el estado amoroso y la relacion hipnótica.

   El amor es un sueño, un sueño realizado en parte. Pero, como todo sueño, conlleva “un ombligo, el lugar en el que se hunde en lo desconocido. Los pensamientos latentes que se quieren alcanzar mediante la interpretación no pueden (entonces) sino  permanecer sin términos precisos y derramarse por todos lados en las redes enredadas de nuestro mundo interno”. Desde este punto umbilical es donde “surge el deseo del sueño, tal como el hongo de su micelio” (S:Freud, La interpretación de los sueños).

   Mi modesto deseo (no olvido la tarea ciega que es nuestra tara común, pero también el empeño de nuestra espontaneidad,concerniente a nuestra experiencia amorosa cotidiana y el dominio de lo Originario del cual proviene; esta tarea ciega que hace particularmente molesto el control de nuestra contratransferencia científica,hace que mis hipótesis no sean conclusiones sino propuestas de investigación, que reclaman la confirmación de otras experiencias clínicas en un campo relativamente inexplorado), mi deseo es pues haber vuelto más racional esta parte ilógica del amor, remontando hasta su ombligo, explorando su micelio grupal.

   Y si el amor, por medio de los artificios del deseo mutuo y las tretas de la especie, no es sino una aspiración grupal…Y si la pareja- tal como Freud dice de la relación hipnótica, después de haberla comparado con la relación amorosa y con la relación de las masas, sobre el fondo de horda prehistórica- es, en sentido tópico pero también dinámico y económico, “una muchedumbre de a dos”…

 ——————————-

(1)  Sin embargo, al final de este estudio nos preguntaremos con Schopenhauer, si este amor puramente sensual, no psiquizado, exista realmente en estado bruto, o si acaso no es reconstruído mentalmente, apres-coup, bajo esta forma bruta.

(2) A partir de 1962, en el marco del Servicio de documentación conyugal, luego, en 1974, en el Instituto de investigaciones sobre el niño y la pareja,de Grenoble.

(3) En los casos que supervisé o traté yo mismo, nunca se practicó (por evidentes razones de secreto terapéutico, de contratransferencia “insostenible” y por simple deontología) el método de terapia de ambos miembros de la pareja vistos por separado por un solo consejero conyugal, ni tampoco de dos análisis paralelos de los dos cónyuges por un mismo analista. Es, sin embargo, el método práctico y preconizado por R. Cohen (1979) en su artículo :” La pareja, lugar del Si y del narcisismo “. El autor describe allí su larga experiencia de análisis paralelo de dos miembros de una pareja en esos términos: “ ¿ Qué se constata .La sorpresa del analista es grande. Para empezar, eso funciona. Y en casos duros de llevar adelante, eso funciona mejor que todo otro método… segunda constatación: durante tres, cuatro, cinco, seis sesiones, se trata de dos análisis, como si esos dos seres jamás se hubieran encontrado!” (op.cit.p.73)

(4) La experiencia de los asistentes conyugales de la Family discusión bureau ha sido relatada en la obra de K. Bannsiter y col. “Problemas del matrimonio”,París,PUF,1959

(5)  Me interesa señalar el aporte clínico que han constituido para mí los numerosos casos de parejas, traídos a supervisión regularmente desde hace dos decenios por los consejeros conyugales de Grenoble. La riqueza de la experiencia clínica que compartieron conmigo compensa ampliamente la contribución psicoanalítica que les brindé.

(6) Children’s Hospital, Boston Child Development Unit

(7) Cf. B.Cramer “La psiquiatría del bebé” en La dinámica del lactante, París,

F.S.F.,p.78

(8)  Toda la obra de Freud contiene notaciones cursivas relativas al estado amoroso, pero estas no hacen sino retomar la teoría del estado amoroso enunciada en esos textos que tomo como referencia. No analizaré aquí “La moral sexual civilizada y la enfermedad nerviosa de los tiempos modernos “(1908),que denuncia la sociedad de principios de siglo como generadora de neurosis y dificultades sexuales al interior de la pareja, ni  el tríptico “Contribución a la psicología de la vida amorosa”:

– “Un tipo particular de elección de objeto en el hombre” (1910)

– “Acerca del rebajamiento más general de la vida amorosa”(1912)

– “El tabú de la virginidad”. Todos estos textos tratan la psicopatología de la vida amorosa, lo cual no es mi propósito aquí.

(9) “Las transformaciones de la pubertad” (con las modificaciones y agregados de  1915 y 1920) en “Tres ensayos para una teoría sexual”.

(10) subrayado por Freud.

(11) Estas bases clásicas son desarrolladas en las obras de J.G. Lemaire: “Los conflictos conyugales”(1966); “Las terapias de pareja”(1971); “La pareja, su vida,su muerte”(1979), y en “El estado amoroso” de C. David(1971). Yo mismo he contribuído en la edificación y difusión de esas bases en tres informes posteriores a los coloquios franco-suizos de consejeros conyugales: “El instinto de pareja y el inconsciente”(Mulhouse,1972); “Melanie Klein y la pareja”(Lausanne,1974); “El Si conyugal” (Annecy,1975).  Todos los números de la revista Dialogue,órgano de la  Asociación Francesa de Centros de Consultoría Conyugal son un complemento muy útil a aquellos textos de base. Por último señalo la obra de R. Marty escrita en colaboración con los consejeros conyugales de Grenoble: “El Consejo conyugal.  Por qué y cómo”(1981).

(12)   La segunda de las reglas del Método se enuncia así: “Dividan cada una de las dificultades que examinaré en tantas parcelas como se pueda y como sea requerido para resolverla mejor”

(13)  Las películas de André Cayatte : Francisca o  la vida conyugal y Jean Marc o la vida conyugal; aparecidas en las pantallas a principios de los 60, traducen bastante bien esta doble percepción de la realidad, o por lo menos, la desincronización de dos vivencias idénticas

(14)  Ver J.B. Pontalis(1963) al que  el concepto objeto-pareja le debe mucho,”El grupo pequeño como objeto”, en Según Freud.

(15) Esta perspectiva puede esclarecer el problema general de la distinción entre investidura narcisista e investidura objetal. Ver en particular: J.Cosnier (1970),P.Aulagnier (1979) y M.de M’Uzan (1976)..

(16) Esta síntesis es extraída de los capítulos I,II,V y VII de “La violencia de la interpretación” (1975). En el momento en que escribo estas líneas, llega a mis manos la Nouvelle Revue de Psychanalyse (Nro.26, Otoño de 1982),cuyo tema es “Lo arcaico”. A través de ricos aportes clínicos o teóricos, se constata que:

– La mayoría de los autores asimilan lo Originario con lo Arcaico (concerniente a este aspecto semántico, ver en especial el texto de J.M. Petot acerca de lo arcaico y lo profundo).

–  La descripción que se hace de lo arcaico-originario se sitúa en un nivel representativo, fantasmático, y no en un plano tópico.

–   En fin, ninguno de los autores hace referencia a la teoría de lo Originario según P. Aulagnier- lo cual vuelve oportuna la restitución fiel de esta teoría, fundamental para la comprensión de lo Originario.

(17)  En la presentación de esta teoría respeto la grafía utilizada por el autor para este vocablo, conforme a la propuesta por S. Isaacs para designar el fantasma  inconsciente.

(18)  “ A los ojos del profano bien educado…las cosas del amor no se pueden comparar con ninguna otra cosa; ellas son-por así decirlo- inscritas en una hoja a parte en la cual no debe encontrarse nada escrito” Freud: “Observaciones sobre el amor de transferencia” en la Técnica psicoanalítica, p. 117

(19)   S. Freud “El tema de los tres cofres” en Ensayos de psicoanálisis aplicado,p.103.  Restituyo el contexto de esta frase, puesto que concierne al amor. Son las últimas líneas de este texto publicado por Freud en 1913, donde él da una interpretación alegórica de las tres figuras femeninas del tema shakespeariano: “Podríamos decir que son estas las tres relaciones inevitables del hombre con la mujer, que aquí están representadas: está la generadora, la compañera y la destructora. O también las tres formas bajo las cuales se presenta, en el transcurso de la vida, la imagen misma de la madre: la madre misma, la amante que el hombre elige a imagen de aquella,y, finalmente, la tierra-madre, que lo vuelve a recoger. Pero el hombre anciano busca en vano volver a asir el amor de la mujer tal como él lo recibió de su madre en principio; tan sólo la tercera hija del Destino, la silenciosa diosa de la Muerte, lo recogerá en sus brazos”.

(20)   Cf.A. Ruffiot,1981,p.10-12 y 90-92.

(21) Por cierto, los amores del período de latencia existen a continuación de la intensa efervescencia edípica, marcados por una mayor inhibición de la pulsión sexual en cuanto a su fin, lo que contribuye a que se desarrolle la tendencia tierna como formación reactiva. Pero a estos apegos de la latencia les falta lo que constituye lo genital propiamente dicho: el empuje fisiológico puberal y su corolario, el fantasma-acto de la complementariedad de los sexos (Y esto aún en nuestra época de educación sexual precoz).

(22)  La adolescencia es”  un período de transformación profunda, única en la historia del individuo, transformación en tres planos: biológico, psicológico y social”, Schonfeld (Fundador de la Asociación Americana para la adolescencia).

(23) ¿Acaso no es uno de los posibles sentidos de esta nota encontrada en los archivos de Freud: “Psiquis es extensa, no sabe de ello”? La explicación más comúnmente aportada es la referencia a la res extensa cartesiana: la psíquis se moldea a su continente corporal, que nos reenvía al pasaje clásico del “Yo y el ELLO”: “El Yo es antes que nada un Yo corporal…” Sin embargo, esta cita freudiana puede comprenderse de forma diferente: en una perspectiva grupal del psiquismo.

(24) Ver D. Anzieu (1974) en “El Yo-Piel” y (1981) “Algunos precursores del Yo-Piel en Freud”.

(25)  Declaración extraída de un manifiesto “situacionista” de 1966, que extendía al matrimonio lo que expresaba crudamente F.Engels a propósito del matrimonio de razón, de conveniencia, de interés, que decía ser característico de la familia burguesa: la mujer “bien casada” no se distingue de la prostituída que “ porque ella no arrienda su cuerpo como una prostituta, sino que lo vende de una vez para siempre, como una esclava”.

(26) Ver el texto de 1908: “La moral sexual civilizada y la enfermedad nerviosa de los tiempos modernos”(que por cierto en muchos pasajes concernientes a las consecuencias de la masturbación o de la contracepción,está marcado por el tiempo y el contexto social en el que fue escrito). Freud estigmatiza los efectos de la moral conyugal de la época y constata “ cuán raro es encontrar hombres que tengan una potencia sexual normal y cuán a menudo se encuentran casos de frigidez en la mitad femenina de las parejas casadas dominadas por la moral civilizada,que es la nuestra(…). Para un pueblo, la restricción de la actividad sexual (preconyugal o, en el matrimonio mismo, por la contracepción de la época) se acompaña muy a menudo de un aumento de la ansiedad de vivir y de la angustia de muerte, lo que perturba la aptitud del individuo para gozar y su preparación para enfrentar la muerte;ello se traduce en una disminución de su tendencia a procrear y excluye  de la participación a futuro a ese pueblo o ese grupo de personas”(en La vida sexual,p.44-45).

Ver también “Acerca del rebajamiento más general de la vida amorosa”(1912), donde la moral cultural es nuevamente puesta en cuestión: “El comportamiento amoroso del hombre de nuestra civilización actual tiene, en su totalidad, el carácter de la impotencia psíquica. La corriente tierna y la corriente sensual no se han fusionado más que en un escaso número de seres civilizados(…) La domesticación de la vida amorosa por la civilización conlleva un rebajamiento general de los objetos  sexuales” (en La Vida sexual, p.61-63).

(27)   Sobretodo a continuación de los trabajos de J. G. Lemaire ya citados.

(28)   S. Freud,1929,p.7. Subrayado por mí.

(29)  La Metafísica del amor” es un capítulo de los “Complementos del Mundo como Voluntad y Representación”. Mi texto de referencia es “Metafísica del amor, Metafísica de la Muerte”.(Tr.fr. 1964).  Recuerdo que Schopenhauer muere en la época que Freud nace al mundo. La influencia en él del “gran pensador Schopenhauer” (seg.sus palabras) es innegable, no se encuentran menos de cinco referencias de este en la obra freudiana. Acerca de las relaciones  conceptuales entre “el solitario de Viena” y el “solitario de Francfurt”, ver a P.L. Assoun, 1976.

(30) Y de citar  “para la entretención del lector” la frase de la Etica: “Amor est titillatio, concomitante idea causae externae”.

(31)   Acerca de la potencialidad de sufrimiento de la pareja, P.Aulagnier (1979) escribió que para que pueda existir el Yo (Je), es necesario que al menos otro Yo lo reconozca, que siga invistiéndolo y viceversa. Es este “ el registro de lo universalmente necesario para la preservación del funcionamiento del Yo”.  El amor simétrico  consiste en esto: “ cada uno de los dos Yo (Je) se revela al otro y es reconocido por el otro como fuente de un placer privilegiado y también como detentando un poder de sufrimiento también privilegiado” (p.169 y 171, textos subrayados por el autor).

(32)   A. Ruffiot: el Sí conyugal (intervención en el coloquio franco-suizo de Consejeros conyugales, Lausana,1974); Melanie Klein y la pareja (intervención en el coloquio franco-suizo de Consejeros conyugales, Annecy,1975).

1 Traducción del francés realizada por Marcella Chiarappa C.- Del Texto  “La therapie psychanalitique du couple” – Inconscient et culture,Bordas,París,1984