El presente trabajo, es una investigación cualitativa en relación a los desafíos que el celibato plantea a la vida sexual-afectiva de los sacerdotes católicos. Pretende indagar las implicancias psicológicas de la condición célibe para suscitar la reflexión principalmente desde la Teoría Psicoanalítica freudiana. Para llevar a cabo este propósito, se realizó una entrevista en profundidad a cinco sacerdotes de Santiago.
El marco metodológico utilizado es el de la investigación cualitativa, de carácter exploratorio descriptivo, por lo tanto no es probabilística, sino más bien intencionada puesto que el objeto de estudio no busca representatividad de los sacerdotes, sino aproximarse a información significativa.
Después de la trascripción de las entrevistas, se agruparon los contenidos en categorías para su análisis. Previo a las conclusiones finales, emergieron los resultados de la investigación y que permitieron, realizar un diálogo entre estos resultados y los supuestos de investigación.
De las conclusiones destacan los siguientes aspectos:
– La importancia de la elaboración del propio relato afectivo-sexual. Sólo profundizando en la propia historia, se puede integrar de mejor forma las múltiples variables de la vida.
– El rol sacerdotal vivenciado desde la experiencia filial. No se puede ser padre si no se asume la condición de hijo. Este reconocimiento, transita necesariamente por el proceso de elaboración edípica de todas las personas y en consecuencia, también por la historia del desarrollo psicosexual de los sacerdotes entrevistados.
– La dimensión corporal no es un anexo a la existencia humana, “se es cuerpo”. No es posible comprenderse a sí mismo sin carne.
Algunas de las categorías EMERGENTES de análisis fueron las siguientes:
DESBOCAMIENTO “veía dentro de mí una parte que podría desbocarse, entonces me cuidaba” |
EL ORDEN “yo creo que cuando me ordené me ordené para entregarme por completo a esto” |
EL MESIANISMO “Siento que el Señor me llamó y me creó y formó para ser sacerdote y célibe” |
LA RENUNCIA “Fue renunciar a algo que para mí era muy importante como casarme, tener hijos” |
LA MARCA DEL PADRE “la figura del papá ahí está marcando”, “mi papá me ha dicho que es parecido lo que yo hago a la función de un papá” |
LA FE DESDE EL VIENTRE “debe ser por la proyección de mi mamá… ella siempre estuvo metida en este tipo de cosas” |
SILENCIO FORMATIVO “y yo te digo que nunca, nunca en el seminario tuvimos una conversación sobre esto” |
SANANDO EL DESEO “Todo lo que empieza a surgir desde dentro hay que ir purificándolo, sanando” |
YO SUEÑO EN CURA “Yo sueño en cura” |
HACERME AGUA “al principio por el entusiasmo del primer año fue más llevadero, pero a partir del segundo o tercer año comenzó hacer agua por muchos lados la cosa” |
ME CAGO DE LA RISA “y yo me cago de la risa, tiro una talla y estoy aliviado” |
NECESIDADES AFECTIVAS “me di cuenta del valor de la amistad, el valor de los amigos, de la persona que te acompaña” |
YO SIRVO “pega no falta y cuando falta empiezo a preparar los temas” |
RESUMEN DEL PROCEDIMIENTO DE CAPTURA DE EMERGENTES
Hemos optado por la entrevista en profundidad como instrumento de recolección de datos, porque estimamos que es el instrumento que más se adecua para la recolección del tipo de calidad y profundidad de la información. En este sentido, este instrumento presenta la ventaja de poder profundizar en las temáticas que abordaremos y de poder ofrecer confidencialidad al entrevistado. Al momento de pensar las entrevistas se considerará necesario establecer una consigna en sintonía con la “regla fundamental del psicoanálisis” de manera que le permita al entrevistado narrar su propia novela y donde la intención de los investigadores será navegar por las huellas de los sujetos más que por las propias. Cabe mencionar que un aspecto no menor, es el tema de la censura que básicamente opera constantemente y suponemos que mucho más al momento de una entrevista, sumado a esto, el entrevistado deberá firmar un consentimiento escrito donde se establezcan claramente los objetivos de la investigación. De esta manera se ha definido la consigna “háblame de tu trabajo”, lo cual posibilitará que el sujeto comience a relatar desde su rol sin sentirse tan amenazado.
El marco de análisis de los datos obtenidos que nos arrojen las entrevistas en profundidad, será el Análisis de Discurso. Para ello, y además del Análisis de Discurso y su interpretación, pondremos atención al lenguaje no verbal durantes las entrevistas. En efecto, al realizar las entrevistas el análisis se sustentará en la “interpretación” y en “reinterpretación” de lo que dice el entrevistado, no soslayando el modo en que las cosas son dichas, sino precisamente nutriéndose de éste.
El campo de lo interpretable, a la vista de la singularidad del sujeto, se constituye en el vértice de su autorreferencialidad (nadie dice lo que no está instruido desde el límite de una propia experiencia) y de aquella teatralidad que instruye la escena de la propia entrevista, como espacio de representación del Yo del entrevistado. En este sentido, se considera la aceptación de la vida como “escenario dramaturgo” en que el sujeto expone su condición y evalúa lo decible como salvaguarda de una identidad, que en lo social no se corresponde a modo de un sujeto “sujetado”, con el espacio socialmente construido. Desde aquí, no interesa tanto el relato de hechos, ni la articulación temporal de los recuerdos, sino el significado social atribuido al relato de vida del entrevistado (Medina, 2005). La máxima psicoanalítica reza así: “si quieres conocer lo que de verdad piensa una persona, no te fijes en lo que dice, sino en lo que calla”. De manera más exacta Freud es bastante claro cuando enuncia su “regla fundamental” -y de la cual nos valdremos como ya se ha señalado- , al respecto señala que:
No interesa para nada con qué se empiece –la biografía, el historial clínico o los recuerdos de infancia- con tal que se deje al paciente mismo hacer su relato y escoger el punto de partida. Uno le dice pues: antes que yo pueda decirle algo, es preciso que haya averiguado mucho sobre usted; cuénteme por favor, lo que sepa de usted mismo. (Freud, 1912, p.135)
Cabe destacar que a la hora de pensar en la regla fundamental y en la consigna, sabemos en primer lugar, que esta regla fundamental se aplica fundamentalmente a la clínica donde el objetivo no es investigar como en este estudio, sino que establecer un vínculo con un paciente que permita la transferencia y en consecuencia la cura. En este sentido, nos hemos valido más que nada de la consigna (“háblame de tu trabajo”) como ya se ha mencionado, la que consideramos que nos garantizará que el entrevistado comience a narrar desde dónde desee.
Los datos para el análisis como trascripción textual de un relato oral, pueden ser vistos en su discursividad, como articulaciones complejas de estructuración lingüística que, en última instancia, dependen de la materialidad de los procesos de acción social que promueven los sujetos. En este sentido, el interés del análisis de las entrevistas no ha de centrarse en el plano de la verdad sino en el de las verosimilitudes. El análisis por tanto, no es convergente con una lógica, con una única referencia que suplanta la autenticidad de las diferentes voces como expresiones que arraigan en el sujeto entrevistado. Este es el material por excelencia para el análisis (Medina, 2005).
I) SUPUESTOS DE INVESTIGACIÓN
Al comenzar la investigación propiamente tal, nos planteamos la necesidad de establecer algunos supuestos de investigación que dieran cuenta de las temáticas que se deseaba investigar y que estuvieran en coherencia con el marco teórico, objetivos e hipótesis de este estudio. Los supuestos son los siguientes:
1- La renuncia a una vida de pareja
Es un hecho de la causa que la vida celibataria religiosa trae consigo la explicita renuncia a la vida de pareja de los sacerdotes católicos. Esta renuncia, es una norma institucional que data del siglo XIII y que guarda relación con la pureza del celebrante y a la disponibilidad del servicio, ya que hasta ese momento las celebraciones eucarísticas se realizaban una vez por semana y la norma establecía que el celebrante se guardaba de tener relación sexual en la víspera de la misa. Con esta nueva normativa, se hace insostenible la convivencia de la vida marital con la celebración de la eucaristía.
2.- La familia de origen
Dada la importancia de la experiencia familiar en cada persona que habita en un sistema social y cultural, nos parece pertinente indagar las huellas familiares en la opción vocacional. Llama la atención que pareciera naturalmente aceptado que muchos sacerdotes lleven a vivir consigo a su mamá o a sus hermanos; que se hagan cargo de los gastos de educación de algún sobrino, etc. Podríamos suponer a priori que aquí hay más que sólo “buenas obras”.
Por otra parte, nos parece interesante reconocer cómo sus imágenes de padre y madre tiñen su práctica ministerial.
3.- La influencia de la institución en el sacerdote
El sacerdote es un representante de la institución, es vocero de ella, en otras palabras, cuando habla, no sólo habla él, sino que también habla la institución a la que pertenece. Por otra parte, este discurso institucional cuyo representante es el sacerdote tiene un impacto directo en los creyentes, ya que es de alguna manera “el dueño de casa”, proveedor espiritual de la comunidad, fácilmente puede dictar normas y es escuchado por sus devotos fieles –en general- como una persona de moral intachable.
4.- La expresión de los afectos
Cada día crece el reconocimiento positivo y sanador de la expresión kinestésica de los afectos y emociones, el ser humano profundiza su condición amorosa en la medida que comunica su mundo interior en la expresión corporal. Cuerpo y mundo interior están íntimamente amarrados en la expresión kinestésica. Ahora bien, el sacerdote por el trabajo que desempeña, está constantemente estableciendo relaciones vinculares: en la parroquia, en reuniones pastorales, en los grupos o en una conversación íntima y delicada. Estas dinámicas afectivas pueden generar en el sacerdote sensaciones eróticas a través de una mirada, una palabra, un roce casual, etc. El sacerdote vive en un terreno fértil de “enganches” y situaciones de deslumbramientos (Martínez, 2001). Por lo mismo, puede invertir energía psíquica en ocultar y controlar todos los canales por donde podría aparecer la erotización, permitiendo que la persona aparezca finalmente con un alto grado de rigidez que se manifiesta en: intolerancia, agresividad, negatividad, de difícil relación humana, y cualquier manifestación neurótica como las obsesiones, angustias, pánico y enfermedades psicosomáticas (Martínez, 2001). Freud (1908) señala al respecto que:
La enfermedad nerviosa tendría su base en la “sofocación” de la vida sexual de los pueblos por obra de la moral sexual cultural que impera. En términos universales, nuestra cultura se edifica sobre la sofocación de pulsiones, ya que los individuos seden parte de su patrimonio, de la plenitud de sus poderes, de las inclinaciones agresivas y vindicativas de su personalidad; de estos aportes ha nacido el patrimonio cultural común de bienes materiales e ideales. (p 168)
5.- La imposibilidad de la descendencia biológica
El sacerdote al asumir la condición célibe asume una realidad profundamente humana, la imposibilidad de dejar una descendencia biológica, en otras palabras, al asumir el celibato se renuncia a la posibilidad de tener hijos. Ahora bien, El sacerdote puede transmitir lo que él siente que es a través de su obra, su testimonio y la llamada “paternidad pastoral”. Pero no puede por su condición de célibe tener hijos. No obstante, a veces se les escucha decir que existen los hijos espirituales, o a veces en una prédica hablan de “hijos míos”.
El sacerdote lo que sí puede realizar, y contar con todo el apoyo de la institución, es pasar de un sacerdocio de la escucha a un sacerdocio de la construcción. En efecto, es común encontrar a los sacerdotes empeñados en “arreglar la casa”, cambiar el piso a la parroquia, levantar grutas, realizar la típica “campaña del sobre”… pareciera que hay algo de la fecundidad que se va en construir “la obra”. Esta es la “prolongación” permitida por la institución, es la “prolongación institucionalizada” porque es permitido hacer Iglesias, pero no tener hijos. Algo sucede con el ejercicio de la “paternidad del pastor” ya que en vez de ejercer esta paternidad propia de su condición, ejercen una especie de ingeniería civil en construcción. A diferencia de muchas religiones orientales en que la fecundidad se traslada a la escucha y contemplación, en el ámbito católico pareciera que lo fecundo queda remitido a un “galpón de construcción”.
6.- El cuerpo como espacio de expresión del deseo sexual
La corporalidad es una dimensión sustantiva y fundamental de la condición humana. No se puede hablar de lo humano si no es desde un cuerpo historizado. Incluso, no hay experiencias intelectuales o religiosas sin carne, sin cuerpo. El cuerpo es memoria afectiva e histórica, es lugar de encuentro, es parte fundamental de la identidad, es vehículo de las emociones. Por ello, indagar cómo vive el sacerdote su corporalidad y cómo se relaciona corporalmente con los demás nos parece fundamental en relación a nuestro estudio.
El ejercicio sacerdotal no es una mera administración de un constructo teórico, es la vivencia de una forma de vida que incluye sustantivamente la relación con personas, la contención de relatos de vida y sus múltiples búsquedas, el sacerdote está en constante contacto con personas, lo que implica tocar y ser tocado, abrazar y ser abrazado. El encuentro de los cuerpos, los roces y caricias no están exentos de la reacciones naturales y biológicas que sustentan nuestra condición humana, por lo mismo, se van generando múltiples sensaciones corporales que tal vez no siempre puedan ser elaboradas por el sacerdote que las vive.
La profundización del conocimiento de lo humano ha permitido develar la transversalidad de la dimensión sexual en toda mujer y en todo hombre. La sexualidad humana ha sido liberada de la “genitalización”, vale decir, de la absolutización genital de lo sexual. Aún así, los genitales permanecen como el lugar donde comúnmente se canaliza la expresión del deseo sexual. El conocimiento de las múltiples zonas erógenas no ha logrado desplazar la fuerza de la erección y el desencadenamiento del placer en la eyaculación.
Es muy posible que un hombre que viva el celibato sacerdotal, al no tener una pareja sexual, tenga la limitante de que su genitalidad centre su práctica sexual, es decir, que los múltiples estímulos que vive a diario se reduzcan a la estimulación genital por medio de la práctica de la masturbación.
7.- Historia Vocacional
Es parte de la condición humana dar sentido a los pasos que se han dado en la vida a través de un “horizonte existencial”, un horizonte que intente sostener y ordenar las opciones que se realizan. En la construcción de este horizonte participan variedad de dimensiones que se interrelacionan y permiten configurar una historia, una identidad, un relato, un proyecto vital. El horizonte existencial permite sostener las búsquedas de sentido, de realización y de plenitud que habitan en el corazón humano y que retroalimentan permanentemente la existencia.
En tiempos Neoliberales, donde las variables económicas parecieran tener la supremacía entre múltiples dimensiones humanas, la definición de un proyecto vital pareciera limitarse al cómo y cuánta riqueza es capaz de generar un determinado ejercicio profesional.
Desde la experiencia creyente católica, la vida humana es un llamado a desarrollar y desplegar todas las potencialidades que habitan en el corazón humano. El crecimiento vocacional de un creyente tiene que ver con la sensibilidad para escuchar y vivir el proyecto de Dios para con cada uno de sus hijos.
La vocación sacerdotal emerge desde las más profundas variables históricas de un sujeto. Así, como toda vocación a la vida es un “horizonte existencial” que ordena y permite superar la angustia y el absurdo de la condición humana, la vocación sacerdotal también se sustenta en múltiples “variables históricas” que permiten asomarse al misterio sagrado de la trascendencia.
Cabe destacar, que la vocación desde la experiencia religiosa es un “llamado” a realizar distintas búsquedas que le den a la persona un sentido existencial y pleno a su vida. En efecto, la vocación y su realización es una respuesta a la búsqueda de sentido y de realización del individuo. Es también una apertura y confianza absoluta hacia una dimensión de misterio sagrado que permite superar angustias y frustraciones. En consecuencia, el sacerdote católico cuando se refiere y habla de vocación alude también a una cosmovisión de la realidad que comprende lo místico y lo sagrado.
II) LAS ENTREVISTAS
Las entrevistas en profundidad fueron realizadas a cinco sacerdotes católicos de Santiago los cuales fueron contactados a través de un informante clave. Habría que señalar que el número de entrevistas realizadas entregaron suficiente volumen de información para comenzar el trabajo de análisis e interpretación descartando en principio continuar otras entrevistas en profundidad, dado que el material recogido mostraba abundante contenido para configurar esta primera exploración.
Al momento de preparar las entrevistas se consideró necesario establecer una consigna que permitiera al entrevistado narrar su propia “historia” y donde la intención de los investigadores fuese navegar por las huellas dejadas por los sujetos en su discurso más que por las propias de los investigadores. De esta manera, se definió la consigna “háblame de tu trabajo”, la cual posibilito que el sujeto comenzara a relatar desde su rol afectivo o concreto sin sentirse amenazado y desnudo.
Otro aspecto a considerar fue el tema de la censura que siempre puede operar en situaciones de entrevista y con mayor razón cuando se habla de la sexualidad.
Cabe destacar que, sin desconocer los mecanismos de censura, los entrevistados en general se mostraron interesados en hablar de su experiencia célibe, manifestando que estarían dispuestos a seguir profundizando el tema si así lo requeriría la investigación.
Trascripción de las entrevistas y sistematización de datos
Las entrevistas fueron grabadas a través de grabadoras de voz, y fueron transcritas literalmente, es decir, respetando la sintaxis, los énfasis, etc, de manera que el texto escrito respondiera lo más fiel posible a lo que los entrevistados señalaban.
El proceso de vaciado y sistematización de las entrevistas fue el siguiente:
- Se asignó a cada entrevista una sigla, la cual correspondía a la inicial del nombre y apellido del entrevistado, evitando así posibles confusiones a la hora de realizar la sistematización y análisis.
- Al momento de realizar el vaciado de datos hacia los siete supuestos de investigación, se optó por escribir al comienzo de la frase y antes de las comillas un entre paréntesis que contuviera la sigla correspondiente a la entrevista más el supuesto de investigación. Ejemplo: (CC2) “la figura de mi papá es un hito.” De esta manera, en todo momento se sabía claramente a qué entrevista y supuesto correspondía cada afirmación o frase.
Este proceso de sistematización y vaciado, permitió posteriormente poder cotejar cuan aproximadas estaban las hipótesis y preparar el análisis de lascategorías que emergieron de los propios sujetos. Estas categorías emergentes, implican un plus, en relación los supuestos previos. Es decir, los supuestos abrieron un espacio, pero éste fue desbordado por los sujetos que, puestos en la explicitación discursiva de su escenario teatral (rol entendido como “actor”), aportaron mayor complejidad en el tejido de las significaciones.
III) CONCLUSIONES GENERALES
Se han propuesto sucesivas síntesis de análisis. Por un lado se agruparon las categorías que emergieron del discurso de los entrevistados, después el agrupamiento de categorías, para llegar a los resultados. Posteriormente se realizó el diálogo entre los supuestos de investigación y los resultados. Todo esto para lograr interpretar o aproximarse a lo que el discurso de los entrevistados develaba. Así, luego de este trabajo sistemático, se está en condiciones de realizar una conclusión que intente sintetizar los resultados más relevantes, y desde ellos, proponer los desafíos que puedan servir para investigaciones futuras.
1.- Sobre la Hipótesis
La hipótesis planteada en esta investigación esperaba encontrar tensiones y conflictos en la dimensión afectivo-sexual de los sacerdotes entrevistados, debido a su condición célibe. Al finalizar el estudio podemos afirmar que efectivamente existen tensiones y conflictos en la dimensión afectivo-sexual de los sacerdotes católicos entrevistados.
Habría que tener presente que la dimensión afectivo-sexual del ser humano es fundamentalmente compleja, o sea, las tensiones y conflictos en este ámbito parecieran responder a dinámicas propias de la dimensión. Son tantas las variables y aspectos que se entrecruzan en el ejercicio de la vida sexual y afectiva, que inevitablemente cualquier vivencia y opción implicará enfrentar el conflicto y la tensión.
El ejercicio sacerdotal no exime de las dificultades que conlleva la vivencia de la dimensión afectivo-sexual, por el contrario, la vivencia del celibato pareciera que potenciara algunas tensiones y conflictos propios de la vida sexual y afectiva, tales como el logro de la intimidad, el establecimiento de vínculos, conciencia y manejo de la vivencia corporal entre otras.
En este sentido y a la luz de la escucha de los entrevistados, llama la atención que siendo el establecimiento de vínculos afectivos con la comunidad creyente, una de las más importantes funciones del sacerdocio católico (junto con la de acompañar procesos, escuchar, sostener emocionalmente, animar a la comunidad, entre otras), pareciera que paradójicamente es una de las áreas con mayor dificultad al momento de ejercer esta dimensión en el ámbito de las relaciones interpersonales, esto se expresa en el discurso idealizado en relación a las figuras parentales e historia familiar, en el temor defensivo al con-tacto físico con personas cercanas y los relatos de vivencias afectivo-sexual planas y formales que parecieran responder a un discurso esperado.
Pareciera que las ausencias formativas, las dinámicas estructurales de la institución en la que se trabaja y las dinámicas propias de la estructura psíquica de los sacerdotes entrevistados, confluyeran para posibilitar estas deficiencias en las dimensiones de la profundización de vínculos afectivo-sexual en el área pastoral y personal.
Al finalizar este trabajo de investigación emergen múltiples temas que se decantan desde los resultados y que permiten asomarnos a las profundidades de la vivencia del celibato de los sacerdotes entrevistados.
A la luz del marco teórico, de la escucha de los entrevistados y de la hipótesis y objetivos de la investigación, atrapamos algunas temáticas que decantan y sintetizan gran parte de los contenidos que emergieron durante la investigación:
2.- Profundizar para crecer
Una primera temática conclusiva se relaciona con la queja de los entrevistados de que en sus procesos formativos, no se profundizó la dimensión afectiva-sexual, pero desde la escucha de sus quejas y al profundizar otras variables de las entrevistas, se tiene la percepción de que es una fantasía pretender que las dificultades y tensiones de la vida sexual serán resueltas por contenidos entregados por una institución. Ahora bien, pareciera que en los años formativos y el tiempo-hora dedicado a profundizar la experiencia creyente no bastaron para elaborar el propio relato afectivo-sexual, más bien se privilegiaron temáticas generales y teóricas en relación a esta dimensión. Es bueno tener presente que “nunca alcanzarán” los procesos formativos para sostener el propio relato afectivo-sexual, ya que el mundo interno está permanentemente en proceso, pero pareciera que en las etapas formativas de los sacerdotes entrevistados hubo carencias en la elaboración del propio relato afectivo-sexual, que implica fundamentalmente releer los vínculos establecidos con los progenitores y que le permiten en su presente desear y anhelar sexualmente desde una determinada ventana.
Los sacerdotes entrevistados, reconocen y hablan acerca de las dificultades propias de la vida afectiva y sexual de un célibe, incluso verbalizan sobre procesos de enamoramientos y anhelos de constituir familia. Pero al mismo tiempo, sus verbalizaciones quedan en el ámbito de las generalidades. Al parecer, existen variables institucionales y personales que permiten que sus procesos afectivos-sexuales queden remitidos a un espacio teórico que los mantiene en la superficie del “discurso”. Pareciera que han aprendido a relacionarse desde una imagen socialmente esperada. Quizás una variable institucional se relaciona con que esta dinámica de bordear la superficie habla de que no se pueden conectar con su propia «erección» por que ello implicaría relativizar «la erección-poder» otorgada por la institución.
Moverse en la superficie remite a una persona que “bordea” temáticas vitales, las cuales pareciera que están siendo experimentadas como una amenaza, como un peligro al “orden” establecido, orden dado por la institución y por lo socialmente esperado. Pareciera que en los sacerdotes entrevistados hay una dificultad (que sobrepasa el tiempo y la calidad de la entrevista realizada), para profundizar consigo mismo, para poder verbalizar un poco más desde sí. Evidentemente, no es posible pensar un sujeto que hable totalmente desde sí, ya que no existe posibilidad de un yo que no se sostenga en el tú, pero tal vez podría ser más esperable que alguien que trabaja con lo humano, que acompaña en las búsquedas espirituales de las personas y que coordina el establecimiento de vínculos afectivos en la comunidad de creyentes, pudiera haber hecho un camino vital que le permitiera conectarse y dar cuenta de su ser sexuado, con mayores riquezas y contrastes, ya que los contrastes y matices vitales son fruto de un proceso de elaboración que puede realizar una persona y que le permite verbalizar y sostener su propio relato afectivo-sexual.
El tema de bordear las vivencias vitales y mantenerse en la superficie del discurso afectivo sexual, pareciera estar ligado al objetivo institucional de la organización a la que pertenecen los sacerdotes entrevistados, la Mega tarea de la instauración del Reino de Dios. El vertiginoso ritmo laboral y las múltiples exigencias pastorales que verbalizan los sacerdotes entrevistados, pareciera que los instala en el hacer, con tanto quehacer pareciera que no hay tiempo disponible para “afectarse”. Pero no solamente esto, hay una exigencia social esperada, hay una imagen de rol que sostener, por lo mismo, el fuerte “deber ser” del rol sacerdotal y el ritmo laboral que desempeñan, pareciera conjugarse para dificultar la profundización de su mundo afectivo-sexual.
Pareciera haber una ganancia de placer en no poder profundizar su mundo afectivo-sexual, es una dinámica defensiva mantenerse en la tarea, mantenerse en el vertiginoso trabajo de hacer posible el Reino de Dios, porque si se permiten escuchar su hambre hormonal, emerge la falta, emerge el deseo, emerge su anhelo de complitud que atentaría con la pérdida del pene-poder simbólico y real que provee la institución religiosa por medio del sacerdocio.
La paradoja que emerge es que los sacerdotes entrevistados tienen como tarea acompañar procesos de crecimiento humano que implican la escucha de los mundos más profundos de un sujeto, sin embargo, ¿cómo escuchar y acompañar procesos si se mantienen en la superficie de su rol?; ¿Qué resonancias quedarán en los sacerdotes entrevistados al escuchar los dilemas del mundo afectivo-sexual, si cuesta abrazar y elaborar el propio relato afectivo-sexual?.
3.- Se es padre porque se es hijo
Una segunda temática conclusiva, es la experiencia vital de ser padre-sacerdote a la luz de la experiencia filial. Se es “Pather” desde el ser hijo. En efecto, en las entrevistas emerge con fuerza la figura del padre que marca, ya sea por su ausencia o por su presencia, dejando entre ver las huellas de la experiencia edípica.
Debido a que los sacerdotes entrevistados tienen como rol fundamental, ser “padres”, o sea, son el referente normativo en la comunidad creyente, además de ser el lazo afectivo privilegiado y el que contiene, ordena y proyecta el horizonte comunitario. Es por definición, el modelo del padre occidental, es decir, un padre proveedor. Por lo mismo, no es menor la responsabilidad que se les deposita en el rol. Se es el falo predominante y la imagen simbólica para la asamblea, es el «faro»‘ moral que ilumina senderos y advierte peligros.
Es bueno tener presente que la institución en la cual trabajan los sacerdotes entrevistados (Iglesia Católica) ha promovido a través de su historia un rol sacerdotal que se define desde la verticalidad del mando que no es otra cosa que expresar la función fundamental que tiene, es decir, ser un superyo social. Son múltiples las variables históricas, teológicas e ideológicas que han permitido que la Iglesia Católica privilegiara la “verticalidad fálica masculina” por sobre la “horizontalidad continente materna”. Esto podría explicar que los sacerdotes entrevistados relaten que en los procesos formativos faltó profundizar el propio relato afectivo-sexual, que no es otra cosa que hablar desde la fragilidad del ser hijo, un hijo sin poder y a la deriva de las necesidades afectivas y sexuales que sostengan emocionalmente y den sentido al crecer.
Los relatos idealizados de los entrevistados sobre sus padres y madres e historias familiares, parecieran ser sostenido por la acentuación de la “verticalidad fálica masculina” del rol sacerdotal, que requiere la “claridad” para sostener los requerimientos institucionales para la Mega tarea del Reino. En efecto, en la medida que no se profundiza la condición filial y se dificulta la elaboración de la propia dimensión afectivo-sexual, no queda más que investirse del rol de “padre” con las acentuaciones de verticalidad que sostengan y eviten mostrar las huellas de la fragilidad humana.
Los sacerdotes entrevistados verbalizan que deben cuidar su imagen sacerdotal, manteniendo las distancias, poniendo los “frenos” necesarios para no ser afectados por las emociones de quienes los rodean. Incluso entre los pares, la dinámica relacional es hablar de las dificultades afectivas-sexuales desde la risa, desde la superficie del chiste defensivo, no dejando que su rol de “padre” se fragilice. Pareciera que ser hijo, vivirse desde la fragilidad de la carencia, está negada por el temor amenazante que genera quedar expuesto, quedar amenazado de castración, sin el poder-falo que le ofrece la institución religiosa.
Por lo tanto, elaborar la experiencia filial es la posibilidad de que los sacerdotes entrevistados puedan integrar la horizontalidad que permite reconocerse en la igualdad de la fragilidad humana. La horizontalidad de contener la propia vivencia permite dar profundidad a la verticalidad del rol. La fragilidad de la experiencia filial no es una amenaza al rol vertical, por el contrario, es la posibilidad de integrar y enriquecer el propio mundo afectivo-sexual.
4.- El cuerpo amenazado por el placer
Una tercera temática conclusiva está relacionada con la vivencia del celibato en cuerpos historizados. Los sacerdotes católicos entrevistados son personas que “no tienen” un cuerpo, sino que “son cuerpos”. La vivencia celibataria no es sólo un constructo teórico al cual los sacerdotes se suman desde el intelecto y el querer, es una norma que tiene clara incidencia en la vivencia corporal de los deseos afectivos y sexuales. Cabe destacar, que esta norma tendrá distinta incidencia si es que es vivida como una prohibición o como una opción, pero como fuere, la experiencia del celibato ocupa un lugar preponderante en el ejercicio sacerdotal, porque al ser un cuerpo historizado y biográfico, las pulsiones enraizadas en la vivencia edípica viven y se actualizan día a día en todo vínculo que establece el sacerdote.
Los sacerdotes entrevistados manifestaron que la vivencia celibataria no es un tema menor, más bien es una temática con una fuerte carga de represión que hay que asumir para poder responder a las exigencias del rol y así aportar a la mega tarea de hacer posible el Reino de Dios.
La renuncia al ejercicio de la vida sexual con una pareja, en el celibato, pareciera satisfacer las necesidades de la opción vocacional realizada, la vida de pareja es verbalizada por los entrevistados como un impedimento, más que un aporte a la consecución de los objetivos de su rol. Por lo mismo, parece ser evidente que exista un interés explícito de guardar las distancias afectivas y corporales con los estímulos que puedan “movilizar y afectar” las pulsiones, las cuales nunca dejan de operar.
Llama la atención la constante queja sobre la falta de “profundización” de contenidos formativos, que está en los emergentes, en los resultados e incluso en conclusiones anteriores. Este anhelo de profundidad formativa pudiera hacer pensar que la “superficie” a la cual se refieren los entrevistados incluye la piel, la carne, la urgencia del deseo sexual, pero no, la corporalidad queda racionalizada en el discurso y el cuerpo pareciera manejarse escindidamente de los afectos, incluso la vestimenta pudiera cumplir el rol de soporte y diferenciador social que permita la distancia corporal y evite el “desbocamiento” de lo que tiene que permanecer controlado.
La vivencia celibataria no es sinónimo de cuerpo atrofiado ni de rigidez física, en la medida en que el celibato es asumido como opción y no como prohibición. En los sacerdotes entrevistados pareciera primar el silencio corporal por sobre una relación más sana con la pulsión sexual. Se verbaliza permanentemente los esfuerzos por controlar, sanar y purificar lo que viene desde dentro. En otras palabras, las referencias de los entrevistados en relación a lo corporal es en relación aún cuerpo vivo y que siente, pero la paradoja es que esa vitalidad pareciera que es experimentada como una amenaza, con el temor a vivir un cuerpo descontrolado, desbocado, se teme a la vida que trae el deseo, porque se teme perder el poder-control adquirido.
Desde la escucha de los entrevistados, emerge con claridad que el placer que produce el goce del cuerpo, trae consigo la culpa confesada. Llama la atención que el placer corporal no es ubicado al mismo nivel que los placeres intelectuales y estéticos tan legitimados entre los sacerdotes entrevistados y en la misma institución en la que trabajan. Es probable que los placeres intelectuales y estéticos cumplan una función compensatoria ante la represión de “los placeres de la carne”, siendo congruente con la comprensión amenazante de la pulsión sexual.
5.- Triunfo de la madre, reserva del hijo
El complejo de Edipo, que en el decir de Freud es el nódulo de las neurosis, se convierte en pieza fundamental al hacer un recorrido por el desarrollo del psiquismo. En efecto, el complejo de Edipo, permite tomar contacto con una dimensión cualitativa y propia de lo humano, es trascender lo puramente animal como estructura biológica ya que permite transitar de lo biológico a lo biográfico, y no sólo ser fundamento para la sexualidad, sino que también para los vínculos, el discernimiento inteligente, la creación y la construcción de cualidades que distinguen a cada individuo. Por lo mismo, al momento de concluir esta investigación que precisamente se relaciona con la sexualidad de los sacerdotes, el complejo de Edipo se torna claramente significativo, ya que los sacerdotes entrevistados no se eximen del transito por el Edipo y por todas las consecuencias que implicarán en la forma de establecer vínculos con su propia sexualidad y con el mundo de los afectos del cual participan activamente.
Pareciera ser que en los entrevistados emergen algunas huellas que dan cuenta de su paso por el Edipo. Por un lado, la identificación con el padre a través de la valoración e idealización de éste y por otro, llamativamente, la identificación vocacional con aspectos asignados a su madre.
Sobre este último punto, a la base de esta opción vocacional asociada por los entrevistados a características de la madre (ser sacerdote es igual a la madre que escucha, contiene, muestra lo religioso, forma, abraza, acaricia) pareciera que se está ante el triunfo de la madre en el paso por el Edipo. El ejercicio sexual de la masculinidad de los entrevistados pareciera ser reservada por la madre, guardándose para sí el pene de su hijo. Pareciera que el celibato sacerdotal de los entrevistados, fuera un lugar adecuado y simbólico para mantener la fidelidad a la madre. Pareciera que algo se conjugó en la relación edípica que facilitó el ejercicio celibatario como una forma de vivir la sexualidad.
Algo sucede en la relación padre-hijo, que cuando el padre entrega los títulos para ser un hombre, la fuerza pulsional del pene erecto penetrando y creando vida, no es lo suficientemente fuerte como para grabarse como horizonte e identificarse con su padre desde esa dimensión. En los sacerdotes entrevistados hay muchos niveles y dimensiones (títulos) con los cuales se identifican con el padre (organizador, proveedor, manejo de autoridad, gustos estéticos e intelectuales, gozo con el trabajo, etc.), pero pareciera que la dimensión erótica sexual masculina y el anhelo por estar dentro de una mujer no alcanzó para ser una prioridad. De ahí que el camino celibatario sacerdotal tenga sentido.
En relación con lo anterior, pareciera que la institución católica (con vocación superyoica) alimenta la amenaza de castración y permuta la realización de la propia pulsión sexual del sacerdote por el poder simbólico y real que le entrega al presidir la comunidad creyente, al ser «erección de verdad” ante la asamblea. Este poder fálico, es incuestionable porque se ejerce en la dimensión de la fe y de la simbología creyente que supera con creces cualquier racionalización.
La institución religiosa, enviste al sacerdote de múltiples títulos que lo hacen “hombre”, le entrega hijos, obligaciones, tareas, poder económico, estatus religioso, pero le prohíbe escuchar su hambre pulsional. Esto resulta coherente con el discurso de los entrevistados en relación al miedo a desbocarse, a perder el control de su cuerpo. De ahí la importancia de “estar” en la investidura que asigna la institución, permanecer en el rol y mantenerse en la superficie de la tarea asignada.
De esta manera, nos atrevemos a plantear que los sacerdotes entrevistados se encuentran atrapados en la encrucijada -por un lado- de responder a la erección-poder institucional que los ubica en una ilusión de complitud y por otro lado, escuchar su propia hambre pulsional, su propia erección que los conecta con su humanidad, develando su condición frágil y filial, su condición de humanidad, su condición de hombres en falta.
La superficialidad de la dimensión afectiva-sexual de la que tanto se quejan los sacerdotes entrevistados, pareciera ser fundamental para la réplica y permanencia institucional. Escuchar la propia hambre de abrazo, de saliva, de penetración es una amenaza de castración del falo-todo-poder que ha dado la institución a través del rol sacerdotal, pero podría ser también el comienzo de recobrar la propia carne, recobrar la humanidad hipotecada.
“La Madre Iglesia”, la “Madre Institución”, la “Madre Virgen”, no requiere de pene, su poder radica en un falo poderoso con el cual ha investido a sus hijos célibes.
Para mayor conocimiento de la investigación escribir a mauricio@abriendocaminos..cl