Notas extractadas de la obra “Le travail psychanalytique dans les groupes”
París, 1972-DUNOD
Las técnicas de grupo son numerosas y utilizables para fines diversos. La pedagogía activa emplea de buen grado el estudio de casos preparados con anticipación por el animador, la reunión-discusión centrada en un tema o en un problema, el juego de simulación, el brain-storming, el panel, el Phillips 66, los tests de grupo e innumerables ejercicios prácticos de psicología social derivados de experimentaciones de laboratorio y que requieren aparatos o materiales muy especializados.
Esta formación de la que acabamos de definir los objetivos no será adquirida a partir de esas técnicas puesto que ellas se centran en procesos psíquicos secundarios y el dispositivo que ella despliega (el material, la tarea, la esquematización preestablecida de las actividades) favorece el reforzamiento de los mecanismos de defensa del Yo y sirve de pantalla contra el surgimiento de elementosinconscientes.
La experiencia de las sesiones de formación nos ha enseñado poco a poco qué técnicas respondían mejor a los fines de orden psicoanalítico que nos proponíamos. Ellas son las que dejan a los participantes libres al máximo de ser ellos mismos, sin pantalla de por medio, al interior de reglas del juego derivadas de las dos reglas fundamentales del psicoanálisis (no-omisión y abstinencia).Allí, la implicación personal deviene inevitable, salvo defensa neurótica caracterizada, y la circulación fantasmática despliega sus efectos. Estos son: el grupo de diagnóstico, el grupo amplio de 40 a 60 personas, conducido no directivamente, la discusión de casos con la condición de que estos sean aportados por los participantes mismos (grupo tipo Balint).A esta lista, convendría agregar una técnica que actualmente no está adquirida más que por un pequeño número de especialistas y que nos parece, en la experiencia limitada que tenemos de ella, igualmente apropiada, es la del grupo de relajación.
Estos tipos de grupo no son plenamente operantes a menos que sean conducidos dentro de una perspectiva psicoanalítica, lo que a su vez requiere una formación psicoanalítica de los monitores. Estos pueden entonces centrarse en la comprensión salvo, llegado el caso, en la interpretación de la resistencia y de la transferencia, produciendo la formación resultados psicoterapéuticos.Precisemos sin embargo que las sesiones de formación que proponen a los participantes un solo tipo de experiencia, sobre todo si ellas son de corta duración (tres días), tienen muchas menos oportunidades de suscitar tales resultados.Los seminarios de una duración de a lo menos una semana, en los que alternan varias técnicas y que combinan grupos pequeños y amplios, nos parecen ser el mejormétodo formativo.Este método, que articula diferentes niveles de fenómenos con órdenes diferentes de actividades y que requieren que los monitores mismos trabajen en grupo auto-analizándose, proporciona un prototipo a la intervención de tipo psicoanalítico en el funcionamiento de las organizaciones y de las instituciones.Razón por la cual el método del seminario es citado frecuentemente en los capítulos que siguen, junto con la de los simples grupos de diagnóstico y de psicodrama.Nosotros pensamos que este método provee el modelo de una metodología general de la intervención psicoanalítica en todos los conjuntos grupales que hacen una demanda de formación. Tenemos ya numerosas pruebas de la fecundidad de este modelo. Ellas nutrirán escritos posteriores.
- La organización de las formas de agrupamiento, del espacio y del tiempo
R. Kaës
Este seminario comporta cuatro formas de agrupamiento:
-un número n de pequeños grupos, de una docena de participantes cada uno, con una pareja de monitoresy, eventualmente un observador.
– un número correspondiente de inter-grupo, constituido por una cuota de los miembros de cada grupo pequeño. Las reuniones tienen lugar sin monitor ni observador: su tarea es definida por un objetivo de intercambios verbales a propósito de las experiencias vividas en los diferentes pequeños grupos.
– el grupo constituido por los miembros del equipo interpretador. Se reúne para intercambiar acerca de las experiencias vividas en los diferentes pequeños grupos: su tarea es elaborar mediante el análisis, las vías de interpretación en los diferentes lugares en que ella es entregada, y en particular en el momento en que todos los participantes se reúnen en grupo amplio. El trabajo apunta a analizar los movimientos inter-transferencialesde los cuales el equipo es objeto.
– El grupo amplio (G.A.) reúne en sesiones “plenarias”, o de “regulación”, a todos los participantes al seminario: 50 a 70 personas pueden verse reunidas para hablar y comprender lo que sucede en las sesiones. También puede ocurrir que tal tipo de reunión en G.A. sea convocada para un objetivo de información (película, conferencia, mesa redonda, acerca de un tema que se relaciona con el del seminario)
Las características morfológicas y funcionales de los grupos pequeños y del grupo amplio definen niveles y cualidades diferentes de incertidumbre y de seguridad epistemológica. Las incertidumbres son en general más elevadas en relación al grupo amplio, en razón directa de la calidad de angustia que allí se origina y se desarrolla y, correlativamente, de las investiduras fantasmáticasdel cual es objeto. Ocurre a menudo que el grupo amplio se vea investido como objeto valorizado y temido, objeto de una conquista heroica y lugar de un peligro al cual se exponen los miembros del equipo interpretador, así como una prueba, un bautismo.El grupo amplio es investido a menudo como objeto contra-fóbico.
Las diferencias cualitativas que afectan a estos grupos se relacionan sin duda con la naturaleza y pregnancia de las relaciones que en ellos se instauran.Así, en los G.P., el carácter directo e inmediato de las relaciones intersubjetivas e intragrupales, la posición particular que ocupa allí la figura que acoge la transferencia central (cercana, visible, concreta, accesible, singular) concurren en constituir rápida y seguramente una identidad grupal y a procurar a cada uno una ubicación identificadoraposible de introyectar: el encuentro con el G.A. se verá facilitado por esta experiencia pregnante y por la transición (el período de formación) que constituye el paso por los inter-grupos que aseguran una función transicional entre los P.G. y los G.A.En grupo amplio, las relaciones regresan a formas de organización psíquica y contenidos más arcaicos, marcados por la predominancia de ansiedades pre-genitales. La transferencia central es sostenida por un grupo, es decir por una figura abstracta cuya denominación es incierta y general (los “psi”, el “equipo”, los organizadores, la organización…) ; uno de los intentos más frecuentes de los participantes es instalar y aislarde ese conjunto abstracto un soporte más concreto, singular y cercano. Por cierto, esa elecciónno deja de tener repercusión en el equipo interpretador.Además, el sistema relacional y expresivo en el G.A. aparece más complejo, pluralista, heterogéneo, a menudo como “torre de babel”, y esto sin duda está ligado a las mayores dificultades para constituir y compartir un ideal y un soporte identificador que funcionen como principio integrador y unificador. En G.A. se trata menos de relaciones intersubjetivas e intra-grupales que de relaciones inter-grupales e institucionales vividas inicialmente como objetos primitivos, no asimilables, idealizados y persecutorios.
Estas formas de agrupamiento y sus relaciones constituyen la organización social formal del seminario. La comprensión y la interpretación de lo que allí ocurre están subordinadas al análisis del conjunto de la situación.
La organización del espacio y del tiempo
La constancia de las condiciones operatorias está definida, por lo demás, por la organización del espacio y del tiempo. El espacio es delimitado, localizado y territorializado;es afectado por cada forma de agrupamiento como el lugar de su actividad.El tiempo también está definido, cronometrado, ritmado. Esta organización es a la vez obligadora, aseguradora y constructiva.En efecto, ella fija límites, e introduce la finitud en el espacio y el tiempo sociales; ella también provee de un hitoa la angustia y un “dato” indispensable al proceso de simbolización del tiempo y del espacio imaginario.
En efecto, la organización formal, socializada, del espacio ydel tiempo, autoriza la proyección del espacio y del tiempo imaginarios, coordenadas del despliegue fantasmático.Nos parece útil desarrollar estas consideraciones, principalmente en tres direcciones: la primera recae sobre las posibles variables en la organización del espacio y del tiempo, y sobre los efectos de estas variables en la experiencia de los participantes; por ejemplo, los momentos de las sesiones de G.A., al final de la jornada (reunión de todos los participantes antes de comida y descanso) o al inicio de día (después de dormir, de desayunar, antes de ir a la reunión de G.P.).La segunda concierne a las investiduras y las representaciones fantasmáticasdel espacio y del tiempo según las formas de agrupamiento, por ejemplo, he observado junto con varios de mis colegas, que el espacio de los G.A. era representado como espacio del cuerpo materno, o como espacio especular de la fragmentación y reunión del cuerpo propio, el tiempo, como tiempo del nacimiento y de la muerte, o como tiempo de la repetición cíclica.Una tercera dirección de investigación establecería qué fluctuaciones sufren esas representaciones por el hecho de la experiencia de una pluralidad de formas de agrupamiento, es decir, de tiempo y de espacio.
La organización social de las formas de agrupamiento, del espacio y del tiempo constituye, en la situación de seminario, los elementos necesarios para la instalación de una estructura de simbolización.El paso hacia el simbólico no es posible en tanto no se reúnan estas condiciones, y que el seminario funcione como organización, es decir, proponiendo a los participantes algunas propiedades e la institución: por ejemplo, las funciones defensivas que ella asegura contra las ansiedades psicóticas de los participantes (como lo ha mostrado E. Jacques, 1955), posibilitando con ello las relaciones socializantes. Otro elemento participa aquí y distingue el seminario analítico de cualquier otra realización institucional: es la enunciación de la regla, llamada con propiedad, fundamental.Ella interviene en establecer el garante simbólico de lo que A. Missenard llama la excursión imaginaria, a la cual los participantes de un seminario están dispuestos e invitados.La regla autoriza la interpretación y la simbolización.
- La regla fundamental
La regla está ordenada para la escucha y el trabajo de interpretación psicoanalítico.A. Béjarano (1966) define como escucha psicoanalítica en situación de grupo(y de seminario) el tipo de escucha que consiste en intentar entender, en el discurso manifiesto de los miembros del grupo, en el material y los fenómenos que se le anudan, el contenido latente de ese discurso. Béjarano precisó recientemente ( 1971)que el objeto de la interpretación es definido por la posición transferencial del sujeto del discurso en situación de grupo (de seminario). La interpretación se articula sobre una distancia respecto de la regla enunciada por el interpretador: distancia del sujeto del discurso respecto de la regla de asociación libre, y respecto de la regla de abstinencia que suspende en la transferencia toda realización de deseo. Es por esta doble distancia que manifiestamente intervienen las formaciones del inconsciente.Es también la enunciación de la regla la que autoriza la posibilidad de una escucha y de una interpretación psicoanalíticas.Si bien la interpretación no es posible sino en la medida en que la regla haya sido enunciada por el interpretador, sin embargo es el acto mismo de la interpretación el que define la situación como psicoanalítica.Laplanche y Pontalis observan que la regla fundamental está destinada a “hacer aparecer en el discurso del analizado, la dimensión de la demanda dirigida a otro. Combinada con el no-actuar del analista, lleva al analizado a formular sus demandas bajo diversos modos que para él, en determinadas etapas, adquirieron valor de lenguaje”.Por lo tanto, la regla no tiene sólo un alcance técnico sino que cumple fundamentalmente una función metodológica: es por la enunciación que de ella hace el interpretador que se definen el campo y las condiciones de trabajo psicoanalítico ajustadas a la especificidad de cada situación.
En situación de seminario de formación, esta modalidad metodológica general de la regla muestra ser también como el fundamento del trabajo psicoanalítico; pero lo que allí se manifiesta y se interpreta no deberá confundirse con lo que sucede en la cura.
Las diferencias se refieren por cierto a la naturaleza de la oferta y la demanda, y por consiguiente, a las características formales de la situación que la actualiza: cara a cara plural, reunión en una pluralidad de agrupamientos, limitaciones de la duración, etc. Pero, más que nada, tienen que ver con lo que el interpretador escucha.En breve, se trata, en tal situación,de escuchar a sujetos en situación de seminario, y no tendidos en un diván. Esto significa que la escucha es inseparable de la representación que el interpretador se hace del funcionamiento de un seminario y de los grupos.
La regla figura como el enunciado de un orden otro sobre el cual viene a colgarse la demanda. Ella es orden y ordenamiento de las relaciones, avenimiento y manifestación de una Ley. Ella estructura las relaciones de los participantes, la especificidad de la transferencia en grupo, el objeto de la interpretación: designamos a este objeto- o más exactamente este campo, como el del complejo familiar (Lacan J., 1938). El del núcleo originario y originador.
Cuestiones diversas
Cap. sobreEl monitor y su función interpretadora – Didier Anzieu
La experiencia de los grupos amplios de 40 a 60 personas, conducida según una técnica transferida de la de grupo de diagnóstico, es reciente aún, en el Instituto Tavistock de Londres y en París con nuestro equipo, como para que podamos desprender con certeza las reglas de su conducta. Sin embargo, cierto número de elementos aparecen ya claramente en el caso en que esos grandes grupos están insertos en un seminario de formación que comporta también grupos pequeños.
¿Quién puede asumir allí la función interpretadora?La regla de diferenciación de niveles, confirmada después de experiencias desafortunadas a causa de su inobservancia, excluye a los monitores de los grupos pequeños de diagnóstico: estos han de asumir esta función en estos últimos y tan solo allí.La conducta de las reuniones plenarias de un seminario en una perspectiva psicoanalítica requiere de la intervención de monitores que tengan esta tarea específica.Se presentan tres posibilidades, que igualmente hemos comenzado a explorar.
Si la conducta de la reunión (enunciado de las consignas, señal de inicio y de final, comunicación de las interpretaciones)es sostenida por un solo monitor, él tiende a concentrar sobre él la transferencia negativa colectiva que suscita la situación de grupo amplio, con su corolario de pérdida de identidad individual en los participantes. Esta transferencia tambiénes más fácilmente movible (la pulsión de muerte que inicialmente “hace pasivos” a los participantes del grupo amplio da lugar a una agresividad activa y productiva) e interpretable. Pero eso supone, de parte del monitor único, un gusto por exponerse a ese tipo de pulsiones liberadas en dosis masivas y una soledad interior para enfrentarlas, comprenderlas, manejarlas.Hemos constatado que eso está ligado a un fuerte componente masoquista, a un traumatismo importante sucedido en el segundo año de la historia personal, con una sobre-investidura consecutivay precoz dela palabra. Pareceentonces, en este caso, que la problemática del grupo amplio se juega más bien en torno al sadismo oral.
El grupo amplio, a la manera de lo que es frecuente en el psicodrama, puede ser conducido por una pareja heterosexual de monitores. En este caso, se da otra interacción de la transferencia y contra-transferencia que permite a los participantes distanciarse de las ansiedades de fragmentación, de persecución y depresión favorecidas por la situación. Su deseo de hacerse reconocer por sus supuestos genitores y por sus pares puede, en efecto, hacer surgir en los monitores el deseo complementario de traer al mundo y de criar juntos a este hijo fantasmático común que es el grupo amplio. La situación tiende a estructurarse entonces sobre el modelo de la familia. La rivalidad entre los grupos-hermanos se exacerba. La demanda de amor hacia los padres y la tendencia a la obediencia para obtener ese amor entra en conflicto, en los participantes, con la tendencia inversa a oponerse a los monitores y a las reglas, reales o supuestas, que ellos enuncian.La fantasmática colectiva es por lo tanto, por sus temas, por sus mecanismos de defensa, por su relación de objeto, del registro anal.
La tercera y última posibilidad es que un pequeño grupo de monitores asuma colectivamente la interpretación, esta, siendo comunicada ya sea por uno de entre ellos que los otros hayan escogido como portavoz, ya sea por el que ha comprendido o creído comprender primero lo que circulaba entre los inconscientes de los participantes, ya sea bajo forma de diálogo público, o juego de roles, al inicio o al final de la sesión, entre todos los monitores asistentes a la reunión plenaria.Esta forma estimula en los participantes la emergencia de fantasmas de pareja combinada, de escena primaria, de vida intrauterina y de castración vivida bajo una modalidad arcaica y alcanzando el cuerpo-falo.Su ventaja es proporcionar a la transferencia “grupal” la ocasión de desplegarse al máximo : la presencia real del grupo de monitores, sobre todo si está ubicado en el centro del círculo o del óvalo de los participantes, facilita la proyección y la verbalización de las representaciones fantasmáticas arcaicas del grupo, aquellas, por ejemplo, del interior del cuerpo de la madre habitado por hijos-penes, todos iguales, sin haber sido marcados aún por el sello de la diferencia de los sexos, representación que subyace a la utopía libertaria y a la ilusión grupal.La practicidad de esta técnica depende de la capacidad de los monitores para funcionar juntos, efectuando a la vista de todos,un trabajo psicoanalítico y evitando el escollo de la inhibición intelectual y afectiva (lo cual requiere de su parte una buena familiaridad con el análisis inter-transferencial), o el del análisis salvaje en el cual el socioanálisis, con su empirismo de base, ha incurrido varias veces.Protegerse de este último riesgo exige una formación psicoanalítica de los monitores y una referencia común a una teoría de los procesos inconscientes en los grupos.
En los grupos de discusión de caso, se trata de casos que traen espontáneamente los participantes y que aluden a su práctica profesional, a la manera de los grupos llamados Balint (1957), y si el monitor ha recibido una formación y adopta una perspectiva psicoanalítica,se ve aparecer muy rápidamente tanto la resistencia como la transferencia y la resistencia de transferencia.Sin la interpretación de esas resistencias, el grupo está bloqueado en su trabajo y los participantes se verán privados de los efectos formadores propios de este método.Hemos citado anteriormente el artículo de Michel Mathieu (1971), que apoya esta conclusión sobre varias observaciones y que pone en evidencia que el caso propuesto al grupo y retenido por él constituye, dice, un “síntoma”, o también, diremos nosotros, la forma específica utilizada en esa situación por la resistencia.Por otra parte Mathieuindica tres eventualidades que hacen necesaria la interpretación de la transferencia de varios participantes hacia el monitor:
- “Cada vez que un caso estudiado repite una tensión fantasmática comúnya emplazada y no liquidada”;
- Si hay “aparición del fenómeno del caso llamado insoluble”, a veces realmente, o para “enviar al psiquiatra, al psicoanalista, a veces legítimamente”;
- Por último, ante “la reticencia que puede provocar un caso en el curso de su elucidación por el grupo; detención del trabajo en común, huída hacia otro tema, no utilización del material disponible”.
Mathieu también señala dos consideraciones técnicas de alcance más general. Nuestra experiencia nos confirma lo bien fundamentado en todo grupo de formación. El monitor interpretador deberá “elaborar con el grupo el mecanismo de transferencia más que su contenido”; este contenido, por ejemplo edípico o pre-genital, se toca tan solo parcialmente.Por otra parte, él nodescuida los aportes didácticos, sino que los utiliza, como Freud lo hacía en sus curas, como lo practican los terapeutas de niños, para ayudar aldesarrollo de la transferencia.
No podemos más que hacer nuestras las conclusiones de Mathieu: “si esta (la transferencia) no es abordada en el grupo, la formación queda como un vano aprendizaje, permaneciendo el campo de la repetición interminable de los conflictos y de las resistencias”.
Volvemos así a problemas más generales. Todavía no hemos dicho, porque es evidente, que las reglas formales de la interpretación en la cura se aplican también a las situaciones de grupo. La interpretación “debe ser exacta, oportuna, medida, densa, clara, concisa, concreta, viva, sin ser seductora, sugerente más que exhaustiva” (D. Anzieu, 1970 a). Se sabe. Pero el saber sobre el papel no hace siempre más hábil al tomarlo en cuenta en las aplicaciones concretas.La interpretación se apoya en una ciencia de los procesos inconscientes, pero su práctica es un arte, en el cual las dotes personales, cultivadas por la experiencia clínica y por la confrontación con otros colegas, juegan un rol decisivo.
Así como los psicoanalistas individuales, los monitores de grupos están divididos respecto de la importancia dada a su función interpretadora. Para unos, lo esencial –y tienen razón- es crear, por medio de reglas, del dispositivo, por la actitud interior, una situación en la cual un proceso evolutivo tiene toda la oportunidad de ponerse en marcha en los participantes.Pero les basta escuchar; dar una interpretación de parte del monitor les parece ser una defensa y una derrota. Son los monitores “esfinge”. De hecho, ellos rehúsan implicarse personalmente en el grupo y prefieren trabajar sin co-equipo para no tener que cuestionar su contra-transferencia.Otros, más pedagogos que psicoterapeutas, ponen de relieve comunicar poco a poco a los participantes, todo lo que han comprendido, privándolos del placer, y de la actividad verdaderamente formadora, de descubrir por sí mismos todo lo que pueden descubrir. En el monitor, la necesidad de controlar el inconsciente nombrándolo, de afirmar su dominio a los ojos de los debutantes intervienen allí en lo que podríamos llamar el complejo de Pigmalión, que impulsa al monitor, no solo a querer formar a los otros a su imagen, sino a querer que los otros obtengan todo de él.La interpretación demasiado frecuente, demasiado precoz mata la dinámica psíquica en curso. La transferencia es el motor de la formación así como lo es de la cura.En el curso de una sesión, norequiere interpretación a menos que se transforme en resistencia.
Se plantea aquí el problema de la duración. Una sola sesión, sobre todo si ella es breve, no aportaría a una verdadera formación.Esta, tal como nosotros la concebimos, supone un tránsito del participante, primero por la ilusión, enseguida por la desilusión, por el reconocimiento de cierta verdad respecto de él mismo, de los otros, sobre la vida grupal. La interpretación contribuye activamente a las dos últimas fases, de una manera diferente en cada una: la neutralidad, la abstinencia, la firmeza frustrante del monitor, siendo esenciales para que opere la desilusión, mientras que su comprensión benevolente facilita más el acceso a la verdad subjetiva en intersubjetiva.La formación es un recorrido eminentemente personal, imposible de planificar con anticipación pero al cual es necesario proponerle ocasiones y obstáculos, con el fin de que esta dialéctica de la desilusión y del reconocimiento pueda estar operando en varios momentos.
A diferencia del psicoanálisis individual, el monitor vive el grupo de formación en un doble sistema de referencia: en relación a su psicoanálisis personal y a cierta experiencia del inconsciente vertical que ella le ha aportado; en relación al grupo de monitores al cual pertenece, a su historia y a la circulación del inconsciente horizontal que en parte es analizado allí.
El problema de la limitación de la duración de los grupos de formación todavía no ha sido objeto de una reflexión suficientemente profunda de parte de los psicoanalistas que practican métodos de grupo. ¿Esta limitación de la duración previene verdaderamente de la neurosis de transferencia?En cambio, ella lleva a la cerrazón del grupo: todos los participantes comienzan y terminan juntos la misma experiencia, común y breve, lo que favorece la ilusión grupal (“somos todos semejantes”;” todos hacemos la misma cosa al mismo tiempo”; “es con esta condición que estamos bien juntos”).
Otra pregunta: la interpretación no es susceptible de producir efectos en los participantes a menos que estos se hayan comprometido en un trabajo de simbolización; ¿cómo asegurarse que este trabajo tenga lugar en un período tan limitado?
Un ejemplo de simbolización aparece frecuentemente hacia el primer tercio de nuestros seminarios.La mayoría de los participantes han renunciado entonces a sus defensas habituales y se han inclinado hacia el proceso primario. Ellos imaginan que el proceso en el que están implicados ha sido programado por entero con anticipación por los organizadores y que el seminario funciona como una máquina implacable y automatizada, sobre la cual no tienen ninguna injerencia. Hablan de un embudo en el cual se sienten engullidos.De hecho, lo que se encuentra transferido en esa figuración simbólica, es el descubrimiento que están haciendo, y que proyectan en la transferencia sobre los monitores, del determinismo psíquico inconsciente. También es la proyección sobre el equipo organizador de un fantasma de omnipotencia, por otra parte inherente al sistema primario. La angustia subyacente es pues, la misma que la que se describe en los niños psicóticos. El objeto-grupo es vivido como la máquina para influenciar; el equipo de los monitores toma el lugar del destino implacable de la madre-máquina, a la vez nutricia y persecutoria.Es en este momento que los temores a descompensarse se propagan en el seminario. Los monitores no pueden más que ayudar en el trabajo de simbolización. Toda interpretación es inoportuna: ella reforzaría en los participantes el sentimiento de ser objeto de una manipulación.
El control de los efectos de la interpretación forma parte de un problema del cual nadie ha encontrado, hasta el momento, una solución satisfactoria, el del control de los efectos de la formación. Intentar saber lo que las personas han llegado a ser después de una formación, o después de una cura psicoanalítica, es querer mantener con ellos una elación, cuando conviene reconocerlos libres e independientes y dejarlos seguir por sí mismos el trabajo psíquico emprendido.
Si los efectos individuales de la interpretación no son conocidos sino parcialmente, los efectos colectivos son más fácilmente detectables. Una interpretación exacta y oportuna es seguida de algunas modificaciones análogas a las observables en la cura individual, pero transferidas del individuo al grupo: el clima general se modifica; los silenciosos hablan; un líder pierde su influencia, la división en sub-grupos alcanza su paroxismo o desaparece; las asociaciones de ideas colectivas se ponen a funcionaralrededor de un tema nuevo; la transferencia se desplaza del monitor al grupo o del out-group al monitor, etc.
La experiencia de placer en los grupos pequeños, la experiencia de la muerte en los grupos amplios aporta una intuición importante pero incompleta del aparato psíquico.
Pensamos en lo que Bion ha teorizado promoviendo, junto con la libido y la pulsión de muerte, una tercera forma pulsional: el deseo de comprender. El ejercicio compartido de la interpretación (compartido primero entre los monitores, enseguida por los participantes) proporciona un placer de otra calidad que el placer libidinal: es el placer de comprender.Por razones que se relacionan con la dinámica de la transferencia, el grupo pequeño puede preferir el placer libidinal, mientras que el grupo amplio no tiene otra salida que preferir el placer de comprender que la angustia de muerte.
El grupo amplio, conducido psicoanalíticamente, muestra que, dondequiera que haya una producción de transferencia y una presencia psicoanalítica, la interpretación es a la vez posible y necesaria. Posible, dado que un mismo materia está presente y que su verdad, una vez encontrada y dicha por los interpretadores, es reconocida por la mayoría.
El ejercicio de la interpretación en un seminario pasa por el ejercicio de interpretación en el seno del grupo de monitores. No puede ser emplazado como efecto de transferencia en el grupo amplio, no puede ser comprendido en su doble dimensión fantasmática y defensiva, no puede ser comunicado con simplicidad, con resonancia, con una densidad de presencia humana que lo que ha tocado a los monitores en su vida fantasmática inconsciente y que, a través de sus angustias, sus conflictos, sus tensiones, es verbalizada entre ellos.
La historia de un seminario es, desde la perspectiva de los monitores, la historia de la puesta en acto de importantes maniobras defensivas y del difícil trabajo de elaboración que las levanta una a una en el curso del análisis inter-transferencial.Este no se limita ni a la crítica de las intervenciones de unos u otros durante las sesiones, ni a la verbalización de la vivencia personal de cada uno en el seminario (comprendido en ello los sueños nocturnos y lecturas que cada uno ha tenido el propósito de hacer durante este período, que son significativas).En los momentos de grandes tensiones, de gran angustia, la solución sólo puede encontrarse mediante la exploración del inconsciente en su dimensión vertical, es decir en la búsqueda personal y en la comunicación de recuerdos de infancia susceptibles de esclarecer su posición actual en relación a los otros monitores y al seminario.
La capacidad de tolerar la ansiedad persecutoria y depresiva, la ansiedad de fragmentación y la angustia de castración, la facilidad de regresar a las imágenes arcaicas del cuerpo, conservando intacto el ejercicio de ciertas funciones del Yo (p.ej., la prueba de realidad, la comunicación con otros, el sentido del humor) constituyen algunos de los procesos psíquicos principales que se requieren de un monitor.El malestar específico del monitor ante un grupo amplio está en relación con la mayor o menor precocidad de los traumatismos vividos por él en su temprana infancia.Se trata de traumatismos ligados a la pérdida del buen pecho y la devoración por el pecho malo y con la primera angustia de castración. La posibilidad que el niño tuvo entonces, si ya había franqueado el estadio del espejo y adquirido la palabra, de poner en acción procesos de reparación ligados a una sobre-investidura de la palabra, favorece en el monitor el acceso a la función interpretadora en el grupo amplio.
Es seguro que el solo proyecto de participar en un grupo moviliza la fantasmática dominante de cada uno y hace resonar las cuestiones más fundamentales sobre las cuales se ha constituido cada uno: la superposición de la demanda de unos y del deseo del otro, es una situación bastante regresiva para que lo anterior ocurra.
Un ejemplo: una situación de grupo amplio pudo, en un tiempo, ser ocasión para un monitor de actualizar un fantasma de castración inserto en la amenaza sentida en su cuerpo con ocasión de una intervención quirúrgica de su temprana infancia. La situación de grupo amplio era para él la ocasión buscada y temida de enfrentar una amenaza múltiple y difusa y la posibilidad de salir de ella enseguida, marcado por cierto, pero vivo. La identificación para él se hacía a la vez con el amenazado y con el amenazante, con el agente de la castración y con el que pudiese sufrirla. Ante tal fantasma, el grupo no podía más que ponerse en eco y en espejo: reproducir en imagen y palabras – si se las escucha – lo que el monitor también proponía inconscientemente.
El marco institucional de la interpretación
Didier Anzieu
Las diversas psicoterapias de inspiración psicoanalítica introducen variantes en ese encuadre (principalmente la posición frente a frente) manteniendo lo esencial. Es este el caso para las psicoterapias de grupo y para el grupo pequeño de formación. El espíritu de las dos reglas fundamentales está conservado allí, así como la neutralidad benevolente, la regulación de los horarios, la permanencia de los lugares.La diferencia principal reside en la disposición espacial: los participantes y el monitor o el psicoterapeuta están sentados en círculo; esta disposición los invita a explorar el inconsciente en su dimensión “horizontal”.
La regla fundamental de la interpretación en las situaciones de seminario requiere que esta se produzca para cada nivel de fenómenos, en el marco espacio-temporal y metodológico correspondiente a cada nivel.
¿Cuáles son los tres niveles y las seis tareas cuya combinación estructura el seminario, tal como los autores de la presenta obra lo conciben y lo practican?
El primer nivel es el del grupo pequeño, de 8 a 12 participantes, cuyo encuadre ha sido señalado más arriba. A este primer nivel se le propone cada día dos tareas diferentes y sucesivas: la discusión libre en común, sin tema (grupo de diagnóstico); la improvisación dramática sobre una escena propuesta por algunos participantes y aceptada por todos, luego la evaluación en común del juego (psicodrama). La primera tarea hace surgir la dinámica del inconsciente grupal. La segunda provoca la implicación de cada uno a título personal en la temática común, es decir la articulación de la dimensión horizontal (yo-los otros;el monitor-el grupo) del inconsciente con su dimensión vertical (pasado individual-presente individual). Estas dos tareas aseguran la experiencia colectiva del proceso primario a nivel del intra-grupo.
El segundo nivel es aún el de grupo pequeño, pero de otro orden.Comporta dos tareas diferentes, apropiadas respectivamente para los monitores y para los participantes y que se desarrollan simultáneamente al final de la tarde. Los miembros de diferentes grupos de diagnóstico y de psicodrama intentan comunicarse entre ellos la experiencia vivida en sus grupos respectivos durante el día (inter-grupos). Por su parte, los monitores y observadores de esos grupos pequeños así como los de la reunión plenaria (gr.amplio) se reúnen para comparar la evolución de estos, para esforzarse en asir la dinámica general del seminario, para aclarar juntos su contra-transferencia con sus grupos y con sus co-equipos, para comprender el funcionamiento de su propio equipo de monitores en la situación de seminario (reunión de los monitores). Este segundo nivel es pues, aquel en el cual cada grupo toma consciencia de la existencia de otros grupos (nivel inter-grupal). Los participantes son, por una parte, arrancados del narcisismo grupal que inevitablemente se constituiría si tan solo funcionaran uniformemente en el primer nivel. Por otra parte, los monitores se reúnen en grupo distinto y cerrado, este grupo deviene para los participantes una superficie proyectiva, pero también su objeto dedeseo y su angustia.Es así que la transferenciaen el grupo pequeño como objeto se ve intensificada y diversificada en este nivel, condición para hacerlo interpretable.
El tercer nivel es el del grupo amplio, de 40 a 60 personas.Se trata de la reunión que junta por lo menos una vez al día, al comenzar la mañana, eventualmente una segunda vez en la tarde, a la totalidad de los participantes, de los monitores y observadores. Se proponen aquí dos tareas en diferentes momentos. Una es la verbalización de lo que los participantes sienten en la actual situación en la cual se han alejado de su grupo pequeño, se han reunido en masa anónima y se ven confrontados con la presencia yla palabra de todo el equipo de los monitores (transposición al grupo amplio de la situación de grupo de diagnóstico). La otra tarea es la expresión de sus reacciones espontáneas a un material proyectivo grupal introducido intencionalmente para permitir exteriorizar mediante figuración simbólica la transferencia hacia el objeto grupal (proyección de una película que contiene secuencias típicas de dinámicas grupales; mesa redonda con etnólogos o etólogos acerca de la vida grupal en las sociedades primitivas o en los animales).El grupo amplio representa la realidad externa, es decir, la muerte o la castración, y moviliza en todos de manera intensa, las ansiedades correspondientes.No hay formación si esas ansiedades no son vividas con esa intensidad y con su especificidad propia y si no es interpretada su articulación con el clivaje del objeto, por una parte, y la proyección de ellas sobre la organización social, por otra.
En nuestra opinión, al punto en que hemos llegado de nuestra experiencia, el grupo pequeño del primer nivel es el lugar de la interpretación de las identificaciones-proyecciones entre los miembros por lo que los diferencia y de los fantasmas originarios por lo que los reúne.
El grupo pequeño del segundo nivel es para los monitores el lugar de la interpretación de la contra-transferencia que opera entre ellos y sobre los participantes (análisis inter-transferencial).Para los participantes que se reúnen sin monitor en los inter-grupos, es –al contrario- el lugar en el que pueden, ya sea escapar a la interpretación, ya sea encontrarla por sí mismos.
El grupo amplio, es decir el tercer nivel es el lugar:
-de la interpretación de la transferencia sobre el objeto grupal (el equipo de monitores, el grupo pequeño del primer nivel al que pertenece cada participante);
-de la interpretación de las ansiedades y de los fantasmas proyectados en la realidad social externa (la institución, el seminario en su conjunto);
– de la interpretación “reparadora” de la ansiedad del final del seminario.
Por el hecho que el seminario de formación se despliega al interior de un marco institucional comportando una doble diferenciación de las actividades de producción del material, esto hace posible el psicoanálisis no sólo grupal sino también institucional. En este sentido la fórmula del seminario tiene un alcance metodológico general: ella representa bajo forma de miniaturización y depura la institución social; es traspasable a los grupos sociales reales, organizaciones, colectividades (con modificaciones que se desprenden de los tipos de actividades de tales grupos), si es que allí se quieren manejar de manera psicoanalítica los procesos inconscientes, en lugar de dejar que el grupo sea desorganizado o que sea usado para cualquier provecho institucional.
Esto es particularmente nítido en las instituciones educativas y de salud.La necesidad de reunir a los alumnos o a los enfermos mentales en un pequeño grupo ejerciendo distintas actividades, la de los educadores o la de los funcionarios de salud a trabajar en equipo, la de las reuniones generales, cada una de estas tres necesidades es muy conocida, por lo menos en el papel, pero siempre es enunciada aisladamente de las otras dos, además los medios que permiten satisfacerlas son desconocidos o mal informados; también se descuida la articulación de esos tres niveles de necesidad;lo más a menudo, no es observada la regla fundamental que es la de intervenir en el nivel correspondiente al fenómeno a tratar. Publicaremos ulteriormente observaciones que recaen sobre este tipo de instituciones. Pensamos poder resaltar, a partir del sistema de seminario, un modelo teórico que permite aplicar la comprensión psicoanalítica a todo tipo de organización social.
Traducción del francés y selección de temas de la obra total:Marcella Chiarappa C.
En “El trabajo psicoanalítico en los grupos” D. Anzieu, A. Béjarano, R. Kaës, A. Missenard, J.B. Pontalis –DUNOD , París 1972
En el grupo de diagnóstico (o grupo T, o “grupo de base”, o “grupo de evolución”), siete a doce participantes, siempre los mismos, se reúnen varias veces al día, en vista de intercambios y debates libres y se esfuerzan en comprender que es lo que allí se intercambia. Un monitor participa en este grupo; él no aporta ni programa, ni directivas, pero sí garantiza las reglas fundadoras de la situación y, mediante sus intervenciones, busca facilitar la toma de consciencia de lo que está subyacente a la experiencia vivida en común.
Ver en esta obra. A. Béjarano , Resistencia y transferencia en los grupos, p.67
De allí, como lo subraya D. Anzieu, el alcance metodológico de la primera interpretación que define la calidad de la escucha, y para los participantes, un nivel de referencia para sus discursos.