El tema de la producción de sentido supone optar por una posición: aquella que sostiene que el sentido debe ser producido. Así como a partir de cierta materia prima el trabajo del hombre interviene modificándola para obtener el producto buscado, lo mismo se puede hacer con un texto, en este caso con un discurso. Tal vez lo mas importante es cómo se puede caracterizar ese trabajo específico que se realiza sobre el discurso. Otros podrán afiliarse a un modelo «arqueológico»: Todo está ya allí ( en la naturaleza), solamente hay que des-cubrirlo, la ciencia, por tanto, sólo describe y clasifica.
Creo que además la ciencia debe poder dar cuenta, poder explicar, poder transformar aquellas realidades que aborda. En esencia, el trabajo transforma la natualeza en cultura. El proyecto de este artículo se define, en primer lugar, en torno al discurso y a sus posibles definiciones. Posteriormente, se abocará a los diversos trabajos, a las maneras de producir sentido.
¿Cómo se lee un discurso? ¿Cuáles son las formas para producir sentido en un determinado discurso? ¿Cuáles son los métodos de análisis de un texto que nos permiten construir sentidos? ¿De qué manera es posible abordar la escritura, para poder develar o producir aquello a lo que se alude?
La noción de discurso se sitúa pues, en el centro de la problemática.
1. Qué entendemos por discurso.
Definir aquello que se entiende por discurso reviste singular complejidad ya que se trata de un territorio propio a varias disciplinas que no responden necesariamente a los mismos estándares de conceptualización.
Es visible en la gama de producciones sobre el tema un abanico de usos que son reflejo de los desarrollos más discímiles sobre el punto. Partiendo de lo más simple, se puede afirmar que discurso se sitúa en la antigua oposición entre lengua y habla, definida clásicamente por De Saussure (1922). En ese sentido más sencillo, discurso sustituye al habla y se opone, por tanto a lengua.
Sería interesante interrogarse acerca de las razones que llevaron a reformular esta célebre oposición de la que dio cuenta el fundador de la lingüística moderna, incluyendo ahora el término discurso. El motivo no proviene específicamente del campo de la lingüística sino de la necesidad de considerar otro elemento no tomado en cuenta en la dicotomía lengua-habla. En la medida en que los investigadores del campo de las ciencias sociales comenzaron a preocuparse por el sujeto, surge entonces la necesidad de pensar el problema del habla en unidades más amplias, por ejemplo las oraciones, las que a su vez ponen sobre la mesa la cuestión de los enunciados. Jakobson y Benveniste realizan entonces una serie de estudios que giran alrededor de la enunciación implicando al sujeto de la enunciación. Dice Benveniste (1970:83) «El discurso -se dirá-, que es producido cada vez que se habla, esa manifestación de la enunciación, ¿no es sencillamente el «habla»? Hay que atender a la condición específica de la enunciación: es el acto mismo de producir un enunciado y no el texto del enunciado lo que es nuestro objeto». Paralelamente , Lacan realiza una puesta similar desde el psicoanálisis.
Por otro lado, la escuela de formalistas rusos en sus intentos de aplicación de los principios de la lingüística estructural a cuentos populares, novelas, historias, etc., también preparaba el ingreso al terreno de la lingüística de lo que luego se llamaría discurso.
La línea que nos interesa precisar es aquella que coloca al término discurso en un cierto lugar en articulación con el hablante. De qué manera el hablante se apropia del aparato formal de la lengua, lo que a su vez implica una cierta relación con su propio enunciado y con el mundo. Este punto de vista novedoso se constituye en el elemento decisivo para desencadenar la constitución de una teoria del discurso. Se trasciende entonces la vieja concepción de la lengua como un conjunto ordenado de signos, y al mismo tiempo se busca dilucidar los mecanismos por los cuales el sujeto hablante se inscribe en aquellos enunciados que él mismo emite.
Michel Foucault (1969) prefiere interrogarse por las practicas discursivas – tema que aborda de diversas maneras ? pretendiendo dilucidar las condiciones de funcionamiento. Afirma que Marx y Freud a quienes llama «instauradores de discursividad (porque piensa que son a la vez los primeros y los más importantes)», (…) «establecieron una posibilidad indefinida de discurso». Para ello muestra que no solamente hicieron posible un cierto número de analogías sino que también marcaron ciertas diferencias. En ese sentido se produce una inversión ya que si son «instauradores de discursividad» es por que son capaces de interrogar a la ciencia, no de ajustarse a los parámetros de ella. (1969:69) «..la obra de estos instauradores no se sitúa con relación a la ciencia y en el espacio que ella traza; es la ciencia o la discursividad la que se relaciona con su obra como con coordenas primeras «.
El discurso aparece entonces – a través de sus condiciones de posibilidad – como el lugar en donde el poder es ejercido. Foucault (1970 :12) muestra cómo la región de la sexualidad y de la política no se constituyen en espacios de pacificación sino por el contrario, los lugares en que se ejercen, de manera privilegiada, algunos de los más temibles poderes. «El discurso, por más que en apariencia sea poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre él, revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y con el poder. (…) …el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse».
La primera necesidad para introducir el tema del discurso tenía que ver con el lugar del sujeto. Otra necesidad para la conformación de una teoría del discurso se hace eco de las deficiencias notorias del análisis de contenido, investigación que no ha podido trascender el nivel de la recolección y clasificación de elementos, sin conseguir aportar cuestiones más de fondo. La lingüística entonces se encuentra limitada cuando es requerida para intervenir en aquellas unidades mayores – como es el caso de las oraciones o de conjuntos de estas – y en los que la interrogación sobre el sujeto hablante parece ser decisiva.
El enfoque estructural ha producido un deslizamiento en la concepción del texto, que Michel Foucault ha señalado en la feliz expresión de «monumento». Los documentos han dejado de serlo. » Ya no se atraviesa el lenguaje para atrapar su sentido, despojándolo de los accidentes históricos, que lo han vuelto opaco, sino que se busca despejar sus condiciones de posibilidad para explicar su funcionamiento, con la ayuda de teorías de la lengua, del inconsciente, de los discursos, de la ideología, etc., sistemáticamente articuladas» (Maingueneau, 1980: 14). Esta incorporación de varios marcos teóricos no deja de inquietar a los lingüistas, para quienes permanece la pregunta por aquello que es de la incumbencia de la lingüística en un discurso y qué no lo es. Chomsky por su parte se distancia de la concepción de la lengua como un depósito de signos, enfatizando el aspecto de la creatividad en la construcción de las oraciones por parte de los sujetos hablantes.
Selecciono y sintetizo – en función del interés de este trabajo ? el esquema de Maingueneau (1980:16), para quien discurso puede tener algunas de las siguientes acepciones.
1. Sinónimo de habla en la propuesta saussureana.
2. Como una unidad lingüística superior a la oración: un enunciado.
3. El discurso está integrado al análisis lingüístico ya que incluye el conjunto de reglas de encadenamiento que componen el enunciado.
4. Para Benveniste, discurso hay que entenderlo en su extensión más amplia: toda enunciación que supone un hablante y un oyente, y en el primero, la intención de influir de alguna manera en el otro.
Dado que el interés que nos convoca tiene que ver con interrogarse acerca de la teoría de la lectura, de la teoría de la producción de sentido y no en especial de profundizar en las complejidades de la definición de la noción de discurso, es pertinente mostrar que la noción de discurso va cambiando en función de la teoría de la lectura que es considerada. En efecto, en tanto se aborda un texto desde un conjunto de mecanismos particulares para producir sentido, la cantidad de elementos y las relaciones que estos guardan entre sí, van a ser considerados de diferentes modos según el particular enfoque que suponga la concepción de la producción de sentido en cada caso.
Así, «un discurso no es, pues, una realidad evidente, un objeto concreto ofrecido a la intuición, sino el resultado de una construcción. (…) No hay que oponer, por tanto., un hipotético lenguaje libre, que sería «natural», sin ninguna restricción, y enunciados sometidos a diferentes restricciones que serían discursos: habrá que considerar el discurso mas bien como el resultado de la articulación de una pluralidad más o menos grande de estructuraciones trasoracionales, en función de las condiciones de producción» (Mangueneau 1980:21) Por tanto, es lícito entonces, plantearse el tema desde el ángulo opuesto, es decir ¿cuál es la concepción de discurso que subyace a cada teoría de la lectura considerada? Este trabajo de elucidación quedará, en su momento a cargo del lector, si bien se mostrarán las características de su recorrido.
Se trata entonces de visualizar cuáles son estos métodos y estas formas para producir sentido.
2. Teorías de la lectura
2.1. La lectura literal
El primer tipo de lectura posible de un discurso, es la llamada lectura literal, lo cual supone que el sentido está en la literalidad del texto. Dicho de otra manera, leo un texto y su sentido está en la extensión de lo que dice. No hay nada mas allá que eso, es decir, el sentido se deduce transparentemente de lo que el texto refleja. El sentido se agota en los límites de la literalidad. Creo eso que leo, no hay nada más allá de eso que se dice. Se trata de una forma de leer bastante ingenua, «confiada», porque el lector se queda «pegado» al observable. Entiende que allí esta todo lo que hay que decir.
Este enfoque sostiene que cada texto tiene un sólo sentido – aquel que se muestra – y se agota allí mismo, en tanto la producción de sentido está determinada por la materialidad de la letra. El sentido se produce en torno a un diccionario ? establecido tras cierto consenso social – que va mostrando el significado de cada término.
Cada término tiene un significado independiente de los otros del conjunto, se trata de una sumatoria de significados. Conociendo el significado de cada término se produce, por tanto, el sentido final del mismo.
2.2 La lectura cabalística
El segundo método de lectura de discurso proviene de la tradición talmúdica, la cual rescata en los textos bíblicos una pregunta clave que cruza el problema del sentido. ¿Cómo se sabe si en un determinado discurso está presente la palabra divina? ¿Cómo puedo discernir el discurso de los mortales del discurso de Dios?. Para acatar los mandamientos divinos tengo que poder identificar en base a indicios, la presencia de Dios mismo. Esto supone poder diferenciar o mejor dicho identificar con precisión aquellos indicios – que han sido previamente puestos en mano de los hombres por Dios, para que el hombre operando con dicho código, pueda aportar el sentido adicional que Dios introduce en el texto.
No se trata de que todo el pueblo esté en condiciones de poder identificar los indicios de la palabra divina. Se trata de un trabajo preciso, complejo, meticuloso de decodificación que queda en manos de un especialista.
La pregunta tiene que ver con la posibilidad de identificar el discurso sagrado. Este es el problema que tenían los hebreos. La tradición talmúdica construye lo que se ha llamado la lectura cabalística . La lectura cabalística opera de la siguiente manera: hay indicios en el discurso, hay señales en el discurso que se relacionan con un código ajeno al discurso, que sostiene en dicho código sentidos adicionales. Se genera así a partir de esta tradición talmúdica el especialista en la lectura, todos leen, pero hay sólo algunos que porque han estudiado y se han preparado, pueden leer las señales de la presencia divina en el discurso. No todos pueden leer el mensaje de Dios, únicamente aquellos que manejan el código. Recurren al código para descifrar, producir el sentido divino regresando del código con una suerte de interpretación, porque interpretación casualmente en este sentido, es aportar un nuevo sentido.
Veamos un ejemplo: el número 7 no es en el Antiguo Testamento igual al número 6 o al número 8. Es decir, no es un número más; el número 7 es un número cabalístico, por tanto tiene un sentido especial, allí esta presente la palabra divina, lo sagrado. Entonces hay que saber, que si se está leyendo un discurso y aparece el 7 no es lo mismo que si aparece el 8 o cualquier otro, hay que ir al código para ver lo que éste dice, y el código entonces va ha decir que el 7 es un número especial, donde la palabra divina aparece expresada. Es el indicio que legitima otro sentido.
Cuando José escucha de boca del Faraón el famoso sueño de las 7 vacas gordas y de las 7 vacas flacas, entiende que este es un mensaje de Dios, porque aparece el 7 ahí y entonces piensa; «ésto es un aviso». Lo que José hace no lo hace nadie más, porque la tradición dice que el Faraón le había preguntado a toda persona con la cual se había cruzado cuál era el sentido de su sueño y nadie supo decirle qué quería decir eso. Resulta que José en base a este código, adjudica un nuevo sentido, es decir, produce el sentido de este sueño, de este discurso, a partir de lo que él sabe sobre el código.
Por tanto estamos en condición de precisar que este tipo de lectura introduce una serie de complejidades en la teoría de la lectura misma.
En primer lugar, produce el lugar del especialista en interpretación, es decir aparece acá reflejada la relación poder-saber, el que sabe tiene poder, porque puede interpretar; es el que finalmente dice cuál es el sentido del texto. En segundo lugar, la producción de sentido se produce desde afuera del discurso mismo, es decir, hay algo adicional, hay algo que hay que agregarle al discurso inicial para que tenga su sentido y esto que se le agrega no es cualquier cosa, está previamente establecido. Dicho de otra manera, hay una relación biuníboca entre las señales que aparecen en el discurso y los elementos del código que dicen qué es lo que significa la señal; hay que tener un código donde pueda buscar la señal para averiguar cuál es el significado.
El lector puede encontrar libros así. Se puede adquirir un libro que dice, por ejemplo, «Descubra el sentido de sus sueños». Dichos libros están escritos con esta equivalencia: si se busca, por ejemplo, «conejo», puede decir: «embarazo». El lector entonces puede construir el sentido de su discurso a partir de este instrumento adicional. Hay otros sistemas populares que funcionan así, por ejemplo, los horóscopos, el tarot. Habría que ver si los códigos jurídicos no funcionan también así: a modo de ejemplo, hacen una diferencia entre robo y hurto, que no es una diferencia que el lenguaje popular establezca de manera tajante. Pues bien, las penalidades en cada caso son claramente diferentes. Porque la ley debe ser interpretada, no alcanza con el sentido literal que es de carácter general, hay que tomar en cuenta una serie de cuestiones adicionales, las que están codificadas. El juez que interpreta le ley tiene a su vez sus normas y sus límites para interpretarla, no puede decidir cualquier cosa la interpretación tiene un límite, casualmente para evitar la «arbitrariedad».
O sea que otro aspecto clave de la lectura cabalística es que es una lectura cerrada. Es más rica que la lectura literal, las posibilidades de interpretación son amplias – todo lo amplio que sea el código – y sin embargo, tiene su límite. Aporta sentidos adicionales pero el sistema funciona como sistema cerrado, en un momento se agota, porque se agotó el código de referencia.
Esto nos muestra que los sistema de interpretación como el literal y el cabalístico existen en la actualidad y son utilizados a diario por contingentes más o menos numerosos de personas. Retornando a la pregunta planteada en el inicio se puede mostrar que el término discurso varia en su contenido, cuando se trabaja con la lectura literal o cuando se hace con la lectura cabalística. Si el tipo de lectura se ve ampliado en cuanto a su producción de sentido, ello es posible porque se supone una idea de discurso absolutamente diferente en un caso y otro. Para la lectura cabalística se incorpora a la noción de discurso el código que a pesar de no pertenecer al habla, sí lo hace a la lengua.
Se toman en consideración, por tanto, elementos adicionales al texto que son los que enriquecen el proceso en la vía de la producción de sentido. Por ello se afirmó en su momento que toda teoría de producción de sentido supone necesariamente un referente teórico (explícito o implícito) acerca del discurso mismo.
2.3. La lectura sintomal
Dice Hornstein (1973:99): Definimos la lectura sintomal, como una práctica productiva que intenta circunscribir la problemática en la cual está instalado un texto. La literal, en cambio, considera a cada elemento como autónomo y no lo relaciona con el conjunto del discurso. En la lectura sintomal el texto visible remonta a un sistema simbólico (la problemática) del cual es efecto y a partir del cual se vuelve inteligible».
La lectura sintomal parte de la idea de que el discurso no es uniforme, es decir, si el discurso no es uniforme es porque hay elementos en dicho discurso que tienen valores distintos para el proceso de producción de sentido. No estamos en presencia de un texto parejo, sino ante un texto donde hay elementos relevantes, significativos, hay otros elementos que son obviamente simples sin mayor trascendencia. Se trata de ver y de separar el grano de la paja, ya que en el discurso viene «todo mezclado». Hay que poder identificar los síntomas para establecer los sentidos adicionales y enriquecedores. Ahora bien, ¿cuál es el proceso de producción de síntomas ?
Hay allí dos mecanismos que intervienen en su producción:
El primer mecanismo es el del desplazamiento, que significa que el sentido puede no estar donde lo veo. El sentido puede estar en otro lado, por lo que tengo que estar atento a que tal vez lo insignificante puede ser lo más importante, y el detalle secundario puede echar luz sobre el sentido de la totalidad.
Veamos un ejemplo de la vida cotidiana. Supongamos una persona que sufre la pérdida de un familiar cercano, pero resulta que no muestra su pena, funciona como si no hubiese ocurrido nada, como si la muerte hubiese sucedido en alguien que carece por completo de cercanía afectiva con él. Tiempo después esa persona va caminando por la calle y ve un gato muerto y entonces se pone a llorar desconsoladamente. No es el gato de él es un gato absolutamente desconocido, esta muerto hace tres días porque lo pisó un auto pero se pone a llorar por el gato muerto. Resulta que no sintió nada cuando falleció el familiar cercano, pero sí aparece la pena ante un hecho cotidiano e inesperado.
Esto es lo que se llama desplazamiento, la pena y la tristeza no aparece donde tiene que estar, aparece en otro lado, aparece en un objeto totalmente insignificante, no es porque la vida del gato sea insignificante pero no tiene la significación para la persona que el familiar cercano tiene. Uno tiene que hacerse la pregunta acerca de qué es lo que esta allí que no corresponde que este allí, qué es lo que tendría que estar en otro lado. Este es el mecanismo del desplazamiento, las cosas aparecen en otro lugar, por lo tanto, para producir sentido hay que restituirlas al lugar «original», es decir, no es que la persona sea insensible, sino que tiene dificultades para conectar su tristeza con la persona fallecida.
El mecanismo de desplazamiento posibilita el segundo mecanismo. Supónganse que varios sentidos se desplazan sobre un mismo elemento, entonces este elemento agruparía múltiples sentidos y este es el mecanismo de la condensación. La condensación nos dice que hay elementos del discurso que concentran diversos sentidos, porque están presentes todos allí. Este mecanismo de condensación muestra que hay elementos del discurso que tienen distinta «valencia» comparativamente con otros, que podrían aparecer lisa y llanamente sin agrupar en sí mismos diversos sentidos. Un elemento que reune varios sentidos se constituye también en un síntoma del discurso ya que se convierte en un lugar privilegiado para producir sentido.
Resumiendo, se ha mostrado que al discurso no necesariamente hay que leerlo de manera pareja, considerando a todos los elementos por igual. La lectura sintomal engloba y supera a la lectura cabalística ya que la señal cabalística puede aparecer como un síntoma.
La lectura sintomal pretende identificar estos síntomas que son los que van a aportar los sentidos adicionales, van a enriquecer la lectura del texto. Esta producción de sentido pudiera en algún caso extremo producir un sentido que destruye el sentido literal del texto. Se trata de un caso extremo de desplazamiento. Tanto se desplazó que lo negativo constituye lo afirmativo.
El caso de la idiosincrasia política mexicana puede muy bien ilustrar esta situación. En una época de incremento de precios de manera periódica, siempre aparecía en los medios algún ministro de Estado para afirmar rotundamente que esta semana «No va a subir la gasolina». Al escuchar dicha negación, todos los automovilistas rápidamente se desplazaban a las bombas de bencina a llenar el tanque, generando atochamiento y largas colas en las calles. La sabiduría popular había establecido que una negación espontánea de tal magnitud suponía casualmente lo contrario, hecho que ocurría al día siguiente: subía el costo de la bencina. La población astutamente realizaba entonces una lectura sintomal, lo cual no solamente desmantelaba el desplazamiento sino que además reaccionaba operativamente ante la certeza del nuevo sentido producido y de la medidas económicas que se adoptarían.
Lo que la población en el ejemplo anterior realizó fue «analizar» el síntoma; vale decir, desarmar el desplazamiento y la condensación construída en el discurso. Porque analizar es justamente eso, descomponer una totalidad en sus partes, en sus unidades haciendo visible aquello que está (¿oculto?) allí presente a través del mecanismo de condensación o desplazamiento. Análisis químico es poner de manifiesto la composición de una substancia, análisis matemático es despejar el valor de la incógnita, análisis del discurso es desmantelar el síntoma. El síntoma es un lugar «privilegiado» para ingresar al discurso y producir sentido. Hay elementos del discurso que no necesariamente aportan más allá de lo literal, pero nunca se sabe ya que como se señaló anteriormente un detalle insignificante puede ser un lugar de desplazamiento muy significativo. El síntoma acerca a una estrategia para producir sentido, abre un camino, indica por dónde iniciar el «abordaje».
Hay varias diferencias entre la lectura sintomal y la lectura cabalística que es conveniente precisar:
1.- El discurso es permanentemente abierto en cuanto a la producción de sentido; dicho de otra manera, siempre puedo encontrar un nuevo desplazamiento, o un nuevo lugar de condensaciones y obtener algún sentido adicional. Por lo tanto, el discurso nunca se agota, puedo seguir produciendo sentido hasta el infinito. En el sistema cabalístico no es posible porque el elemento cabalístico aparecía con toda precisión determinado por el código, entonces el discurso queda finalmente cerrado. Siempre voy a poder encontrar un síntoma o un nuevo síntoma que me aporte por condensación y por desplazamiento un sentido adicional que no había tomado en cuenta en ese momento. Por lo tanto, estamos ahora en presencia de un método de interpretación de discurso abierto.
2.- En segundo lugar la producción de sentido no tiene que ver con un código externo al discurso, sino que la producción de sentido se realiza a partir, de la propia lógica del discurso, es decir, no se puede ir afuera del discurso para ver cuáles son lo nuevos sentidos que puede aportar, sino que tengo que analizar al interior del discurso, en su propia lógica, en su propia coherencia, cuáles son los elementos que se han desplazado. El desplazamiento genera que tenga que trabajar con el mismo discurso para producir sentido. Producir discurso a partir del discurso mismo, producir sentido del discurso mismo no a partir de ocurrencias externas sino en coherencia con los límites del propio texto. Acá hay un problema ético a destacar: el sentido tiene que surgir del propio discurso, porque de lo contrario se termina imponiendo, colonizando, introduciendo sentidos que no son propios.
Se elimina automáticamente la figura del que sabe interpretar, porque aquel que está ajeno al discurso no sabe. Si el sentido hay que producirlo a partir del discurso mismo es solamente aquel que produjo el discurso quien está en condiciones de poder producir sentido. Más allá, solamente se producen hipótesis.
Se disuelve esta figura que aparece con la lectura cabalística de aquel que sabe sobre el sentido, porque es poseedor del código, el que sabe es el dueño del código. En este caso no hay código y además el sentido se produce a nivel interno no desde afuera, entonces el otro por definición no sabe, porque el único que sabe es el que construyó el discurso.
3.- Un tercer elemento a tomar en cuenta: en la lectura cabalística hay un problema de verdad, porque el problema es que la verdad es divina entonces si tengo el código, interpreto y aporto al discurso el sentido que es verdadero ya que es la palabra de Dios. Si tengo un texto que sé que tiene sentidos adicionales, necesito de este código a los efectos de aportar el sentido adicional, pero el sentido adicional queda limitado al código; podrá ser muy amplio el código, pero igual esta limitado. Por lo tanto, en la medida en que aporto el sentido del código se cerro la posibilidad de interpretación y se finaliza con la producción de sentido. El resultado es el discurso oficial interpretado, la interpretación oficial. El discurso es cerrado y por lo tanto es verdadero, es verdadero porque lo hace aquella persona especializada en el código, entonces eso es verdad porque esa es la palabra de Dios.
Ahora bien, en la lectura sintomal vimos que no hay verdad posible exterior porque no hay nadie de afuera que puede decir ésto es verdad, porque todo lo que una persona de afuera del discurso puede producir son hipótesis. Las hipótesis no producen verdades, las hipótesis son para ser trabajadas confirmadas o desechadas. Entonces la «verdad» la va a producir solamente la persona que produce el discurso, o sea la persona que produjo el discurso que va a decir esta hipótesis es cierta, esto es verdad. Pero resulta que como el desplazamiento y la condensación pueden seguir produciendo «n» sentidos adicionales, la verdad que se produce es absolutamente transitoria, porque luego puedo descubrir otros lugares de condensación y otros mecanismos de desplazamiento que me hagan producir un nuevo sentido sobre lo que hice antes con el mismo discurso. Lo que ayer era verdad hoy ya no lo es, hoy hay otra verdad. Siempre voy a poder producir un nuevo sentido, permanentemente, ya que la producción es abierta. Freud dice que un sueño tiene un ombligo que lo ata al infinito, o sea, que a través de un sueño yo puedo seguir trabajando y produciendo sentido eternamente, mientras la persona viva.
Por tanto, en términos absolutos desaparece la exigencia de la verdad, la verdad es algo absolutamente contingente no es La Verdad, definitiva y eterna.
4 .- En el trabajo citado, Hornstein hace notar que a diferencia de la lectura literal en la cual los diversos elementos del texto son interpretados de manera aislada ?ya que cada uno posee un significado estricto- en la lectura sintomal hay un abordaje global del texto que supone estudiar las interrelaciones entre los diversos elementos que lo componen para poder precisar casualmente cuales son los elementos identificados como síntomas, al menos en una primera instancia. De igual modo, en la lectura cabalística también está presente la necesidad de identificar elementos pero el caso es que su lectura sólo será posible en virtud del código exterior. En la lectura sintomal es el propio sistema de relaciones que configurará la red sobre la que será posible ir produciendo sentido. Esta red está construida en torno a la problemática que centra el discurso y en tal sentido se constituye en un sistema simbólico que hace posible la interpretación.
Como se puede apreciar, la noción de discurso para el caso de la lectura sintomal es profundamente compleja ya que no solamente lo dicho constituye el discurso (como en la lectura literal), no solamente se amplía con la inclusión del código (como en el caso de la lectura cabalística) sino que aspectos del contexto, de la acción y del sujeto productor del discurso se interrelacionan para crear el discurso. El discurso involucra al enunciante ya que muestra cómo dicho discurso es la manera particular de relación entre el enunciante y el medio, de lo que el texto producido es copia fiel.
3. Algunas conclusiones y efectos:
En los apartados anteriores se dió cuenta de lo que constituye un discurso así como la trascendencia que tales conceptualizaciones tienen en el espacio del pensamiento. Se trata de los alcances de estos desarrollos en el entendido de que buena parte de lo que se produce por los humanos son discursos. Discurso no es solamente lo que dicen los políticos, los grupos sociales, las instituciones, las personas, también la ciencia produce discurso.
Además, se desarrollaron las diversas teorías para la producción de sentido ( literal, cabalística y sintomal) mostrando de qué manera se va ampliando la aproximación a los discursos, cómo es que una teoría engloba a la anterior y la redefine superándola, en lo que a la producción de sentido se refiere.
Se podría decir que por lo menos en dos rubros específicos las presentes reflexiones tienen repercusiones.
El primero de esos rubros es el campo de la psicología misma. Los primeros interpelados son las diversas corrientes psicológicas cuya reacción ha sido naturalmente tapar el sol con el dedo. En un artículo anterior (H. Foladori 2001) se reflexionaba acerca de las formas de comparar las diversas psicologías. Interesa ahora pensar el problema desde la noción de discurso de cada corriente y desde la teoría de la lectura que cada una abraza.
Si el psicoanálisis ha trascendido en la historia no es porque se haya presentado como una psicología más que aborda con eficacia los problemas de la psicopatología, de la salud mental de los humanos. No se trata de presentar otra psicología clínica , ni siquiera la mejor de las clínicas. Que quede claro que no se pretende desautorizar la clínica en sí, tan solo situarla en su justo lugar. Se ha confundido el problema de la profesionalización del psicoanálisis (el problema de la práctica psicoanalítica como clínica, como teoría de la cura) con el problma de la esencia de la propuesta freudiana en su sentido más creativo que se define en fundamentar y teorizar acerca de una propuesta de interrogación de todos los discursos existentes y sus mecanismos internos de producción de sentido. Se podría decir que el espacio de la clínica psicoanalítica es el lugar indicado para aprender a leer discursos, para aprender a producir sentido.
Es casualmente por ello por lo que el psicoanálisis ha trascendido como ninguna otra «psicología» lo ha podido hacer, ya que puede formular hipótesis y opiniones, aparte de las consideraciones sobre temas psicológicos, sobre los fenómenos culturales, sociales, políticos, deportivos, religiosos, económicos, etc.
Pero esto supone que incluso el psicoanálisis ha trascendido a las psicologías, ya que se ubica en un lugar meta. Está mas allá de la psicología, ha «legislados» para todos los discursos los que se ven interpelados. Cierta vez le preguntaron a Freud que opinaba de la filosofía (del discurso filosófico). Contestó que eso era irrelevante, lo interesante era ver que pensaba la filosofía del psicoanálisis. Dicho de otro modo, qué hace ahora la filosofía (y por ende, todas las disciplinas) con la propuesta del psicoanálisis. Se abren preguntas acerca de la constitución misma de la ciencia, sobre la filosofía, sobre el problema del sujeto, de la sociedad , del poder, sobre los mecanismos del aprendizaje, sobre la producción artística, sobre las pasiones de los hombres y sobre el funcionamiento de la familia, por citar solamente una gama muy reducida de problemáticas.
Por tanto, es posible interrogar a las diversas disciplinas, por ejemplo de las ciencias sociales, no acerca de qué tipo de discurso producen sino acerca de la teoría de la lectura con la que opera, cuando a su vez trabajan con los discursos de los humanos. Porque con alguna teoría operan , se encuentre ésta explicitada o no. No es posible desmarcarse y suponerse ajeno a estos sistemas de producción de sentido. No hay neutralidad posible ni extra territorialidad.
En la medida en que se ha creado una teoría de análisis de discurso, todos los discursos son pasibles de ser interpelados en dicho sentido. No está prohibido formular hipótesis, las que según el caso se podrán verificar o no.
Y todo esto ocurre en tanto se funda la lectura sintomal en un texto clave que se publica en 1900, bajo el título la Interpretación de los Sueños.
Bibliografía
* Benveniste,Emile (1970) El aparato formal de la enunciación, Problemas de lingüística general II, S. XXI, México D.F., 1979
* de Saussure, Ferdinand,(1922) Curso de lingüística general, Nuevomar, México,D.F. 1989
* Foladori, Horacio (2001) ¿Qué psicología elegir?. Algunos problemas epistemológicos, Polis Nº1, Universidad Bolivariana.
* Foucault, Michel (1969) ¿Qué es un autor? Revista DIALECTICA Nº , U.A.P, Puebla, 19
* Foucault, Michel (1970) El orden del discurso, Representaciones Editoriales S.A., México D.F., 1983
* Freud, Sigmund (1900) La interpretación de los sueños, Obras Completas T. IV y V Amorrotu, B.A., 1976
* Hornstein, Bernardo L.,Teoría de las ideologías y psicoanálisis, Ed. Kargieman, B.A.,
* Maingueneau, Dominique (1980) Introducción a los métodos de análisis de discurso, Hachette, B.A.
Mayo 2002