Acerca de las teorías de la lectura del discurso (Horacio Foladori)

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    Desde la antigüedad el hombre se ha preocupado por dilucidar el sentido de los textos. Esto supone que entre la letra y el sentido hay una distancia de la cual  es conveniente procuparse. Si todo está ya allí, en el texto,  no parece racional interesarse por el tema. Se trata de una vieja discusión filosófica, incluso científica entre la apariencia y la esencia, problemática que ha abierto  distintas vías de articulación.

El tema de la producción de sentido supone optar  por una posición: aquella que sostiene que  el sentido debe ser producido.  Así como a partir de cierta materia prima  el trabajo del hombre interviene modificándola  para obtener el producto buscado, lo mismo se puede hacer con un texto, en este caso con un discurso. Tal vez lo mas importante es  cómo se puede caracterizar   ese  trabajo  específico que se realiza sobre el discurso.  Otros podrán afiliarse a un modelo «arqueológico»: Todo está ya allí ( en la naturaleza), solamente hay que des-cubrirlo, la ciencia, por tanto, sólo describe y clasifica.

Creo que además la ciencia debe poder dar cuenta, poder explicar, poder transformar aquellas realidades que aborda. En esencia, el trabajo transforma la natualeza en cultura. El proyecto de este artículo  se define, en primer lugar,  en torno al discurso y a sus posibles definiciones. Posteriormente, se abocará a los diversos trabajos, a las maneras de producir sentido.

¿Cómo se lee un  discurso? ¿Cuáles son las formas para producir sentido en un determinado discurso?  ¿Cuáles son los  métodos de análisis de  un texto que  nos  permiten  construir sentidos?  ¿De  qué  manera es posible abordar  la  escritura,  para  poder  develar  o producir aquello  a  lo  que se  alude?

La  noción de  discurso  se sitúa  pues, en  el  centro de  la problemática.

1. Qué entendemos por discurso.

Definir aquello  que se entiende por  discurso reviste singular complejidad ya que se trata de un territorio propio a varias disciplinas que no responden  necesariamente a  los mismos estándares  de conceptualización.

Es visible  en la gama de producciones sobre el tema  un abanico de usos que son reflejo  de los desarrollos más discímiles  sobre el punto. Partiendo de lo  más  simple, se  puede  afirmar  que discurso  se  sitúa  en la antigua oposición  entre  lengua  y habla,  definida  clásicamente  por De Saussure (1922). En ese sentido más sencillo, discurso sustituye al habla y se opone, por tanto a lengua.

Sería  interesante  interrogarse  acerca de  las  razones  que llevaron  a  reformular esta  célebre  oposición  de la  que  dio cuenta  el fundador de la lingüística moderna, incluyendo ahora el término discurso. El motivo no proviene específicamente del  campo de la lingüística  sino de la necesidad de  considerar otro elemento  no tomado en cuenta  en la dicotomía lengua-habla. En  la medida en que los investigadores  del campo de las ciencias sociales comenzaron a preocuparse por el sujeto, surge entonces la necesidad de pensar  el problema  del habla en  unidades más amplias,  por ejemplo las oraciones,  las  que  a su  vez  ponen  sobre la  mesa  la  cuestión de los enunciados. Jakobson  y Benveniste  realizan entonces una  serie de estudios que  giran   alrededor  de  la  enunciación   implicando  al sujeto  de  la enunciación.  Dice Benveniste  (1970:83)  «El discurso  -se  dirá-,  que es producido cada vez que se habla, esa manifestación de la enunciación, ¿no es sencillamente el  «habla»? Hay que  atender a la condición  específica de la enunciación: es  el acto  mismo de producir un enunciado y no  el texto del enunciado  lo que  es  nuestro objeto». Paralelamente ,  Lacan  realiza una puesta similar desde el psicoanálisis.

Por otro lado, la escuela de formalistas rusos en sus intentos de aplicación de  los  principios  de  la  lingüística estructural  a cuentos  populares, novelas,  historias, etc.,  también preparaba  el ingreso  al terreno  de la lingüística de lo que luego se llamaría discurso.

La línea que nos interesa precisar es aquella que coloca al término discurso en  un  cierto lugar  en  articulación con  el  hablante. De qué manera  el hablante se apropia del aparato formal de la lengua, lo que a su vez implica una cierta  relación con su propio  enunciado y con el  mundo. Este punto de vista novedoso  se constituye  en el elemento decisivo  para desencadenar la constitución  de una teoria  del discurso.  Se trasciende entonces  la vieja concepción  de la  lengua como un  conjunto ordenado  de signos, y  al mismo tiempo se  busca dilucidar los mecanismos por  los cuales el sujeto hablante se inscribe en aquellos enunciados que él mismo emite.

Michel Foucault (1969) prefiere interrogarse por las practicas discursivas – tema que aborda de diversas maneras ? pretendiendo dilucidar las condiciones de funcionamiento. Afirma que Marx y Freud a quienes llama «instauradores de discursividad  (porque  piensa que  son a la  vez  los primeros  y los  más importantes)», (…) «establecieron una posibilidad indefinida de discurso». Para  ello muestra  que no  solamente hicieron  posible un cierto número de analogías sino  que también marcaron ciertas  diferencias. En ese sentido se produce una  inversión ya que si  son «instauradores de discursividad» es por  que son  capaces  de interrogar  a la  ciencia, no  de ajustarse  a los parámetros de ella. (1969:69)  «..la obra de estos instauradores no se sitúa con relación a la ciencia y en el espacio que ella traza; es la ciencia o la discursividad la que se relaciona con su obra como con coordenas primeras «.

El discurso aparece entonces  – a través de sus condiciones de posibilidad – como el  lugar en  donde el poder  es ejercido. Foucault (1970 :12) muestra cómo  la región  de  la sexualidad  y de  la política  no se  constituyen en espacios  de pacificación  sino  por el contrario,  los lugares  en que  se ejercen, de  manera privilegiada, algunos de los más  temibles poderes. «El discurso, por  más que  en apariencia sea  poca cosa, las  prohibiciones que recaen  sobre él, revelan muy  pronto, rápidamente,  su vinculación  con el deseo y  con el  poder. (…) …el  discurso no es  simplemente aquello que  traduce las luchas o  los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio  de lo cual se  lucha, aquel poder del  que quiere uno adueñarse».

La primera necesidad para introducir el tema del discurso tenía que ver con el lugar del sujeto. Otra necesidad para la conformación de una teoría del discurso  se hace eco de  las  deficiencias notorias del  análisis  de contenido, investigación que no  ha podido  trascender  el nivel  de  la recolección  y clasificación  de elementos,  sin conseguir  aportar cuestiones  más de fondo.  La lingüística entonces se  encuentra  limitada cuando  es  requerida  para intervenir  en aquellas unidades mayores –  como es el caso de las oraciones o de conjuntos de estas – y en los que la interrogación sobre el sujeto hablante parece ser decisiva.

El enfoque  estructural ha  producido un deslizamiento en  la concepción del texto, que Michel Foucault ha señalado en la feliz expresión de «monumento». Los documentos  han dejado de serlo.  » Ya no se  atraviesa el lenguaje para atrapar su  sentido, despojándolo  de los accidentes históricos,  que lo han vuelto opaco, sino que se busca despejar sus condiciones de posibilidad para explicar  su funcionamiento,  con  la ayuda  de  teorías de  la lengua,  del inconsciente,  de los discursos,  de la  ideología, etc.,  sistemáticamente articuladas» (Maingueneau,  1980: 14).  Esta  incorporación de  varios marcos teóricos  no deja  de inquietar  a los  lingüistas, para quienes permanece  la pregunta  por aquello que es de la  incumbencia de la lingüística en un discurso y qué no lo es.  Chomsky por  su parte se distancia de la concepción de la lengua como un  depósito de  signos, enfatizando el  aspecto  de la  creatividad en  la construcción  de las  oraciones  por  parte   de  los  sujetos  hablantes.

Selecciono y sintetizo – en función del interés de este trabajo ? el esquema de  Maingueneau (1980:16), para  quien discurso  puede tener algunas  de las siguientes acepciones.

1. Sinónimo de habla en la propuesta saussureana.

2. Como una unidad lingüística superior a la oración: un enunciado.

3. El discurso está integrado al análisis lingüístico ya que incluye el      conjunto de reglas de encadenamiento que componen el enunciado.

4. Para Benveniste, discurso hay que entenderlo en su extensión más      amplia: toda enunciación que supone un hablante y un oyente, y en el primero, la intención de influir de alguna manera en el otro.

Dado que el interés que nos convoca tiene que ver con interrogarse acerca de la teoría  de la lectura, de  la teoría de la producción  de sentido y no en especial de  profundizar en las complejidades de  la definición de la noción de discurso, es pertinente mostrar que la noción de discurso va cambiando en función de  la teoría de la lectura que es considerada. En efecto, en tanto se  aborda  un  texto  desde un conjunto  de  mecanismos particulares  para producir  sentido,  la cantidad  de  elementos  y las  relaciones que  estos guardan  entre sí,  van  a ser  considerados  de diferentes  modos según  el particular enfoque que suponga  la concepción de la producción de sentido en cada caso.

Así, «un  discurso no  es, pues, una  realidad evidente, un  objeto concreto ofrecido a la intuición, sino el resultado de una construcción. (…) No hay que oponer,  por tanto., un hipotético  lenguaje libre, que sería «natural», sin ninguna  restricción, y enunciados sometidos  a diferentes restricciones que  serían discursos:  habrá que  considerar el  discurso mas bien  como el resultado  de  la articulación  de  una pluralidad más  o  menos grande  de estructuraciones   trasoracionales, en   función  de  las   condiciones  de producción» (Mangueneau 1980:21) Por tanto, es  lícito entonces, plantearse el  tema desde  el ángulo opuesto,  es decir  ¿cuál  es la  concepción de discurso que subyace a  cada teoría de la lectura considerada?  Este trabajo de elucidación  quedará, en  su  momento a  cargo  del lector,  si bien  se mostrarán las características de su recorrido.

Se trata entonces de visualizar cuáles son estos métodos y estas formas para producir sentido.

2. Teorías de la lectura

2.1. La lectura literal

El  primer tipo  de lectura posible  de un  discurso, es la  llamada lectura literal,  lo cual  supone que el  sentido está en la  literalidad del texto. Dicho de otra manera,  leo un texto y su sentido está en  la extensión de lo que dice. No hay nada mas  allá que eso, es decir, el  sentido se deduce transparentemente de lo que el texto  refleja. El sentido se agota en los límites de la literalidad. Creo eso que leo,  no hay nada más allá de eso que  se dice. Se trata de una forma  de  leer bastante ingenua,  «confiada»,  porque  el lector se  queda  «pegado»  al observable. Entiende que allí esta todo lo que hay que decir.

Este  enfoque sostiene  que  cada texto  tiene un  sólo  sentido – aquel que se muestra  – y se  agota allí mismo,  en tanto  la producción de  sentido está determinada por la materialidad  de la letra. El sentido se produce en torno a  un  diccionario  ?  establecido tras cierto  consenso  social  – que  va mostrando el significado de cada término.

Cada término   tiene un significado  independiente de los otros del conjunto,  se  trata  de   una  sumatoria  de  significados. Conociendo  el significado  de cada  término se  produce, por  tanto, el sentido  final del mismo.

2.2 La lectura cabalística

El segundo método de lectura de discurso proviene de la tradición talmúdica, la  cual rescata  en los  textos bíblicos  una pregunta clave que  cruza el problema del  sentido. ¿Cómo se  sabe si en  un determinado discurso está presente la palabra  divina?  ¿Cómo puedo discernir el discurso de  los mortales del discurso  de Dios?. Para acatar  los mandamientos  divinos tengo  que poder identificar en base a indicios, la presencia de Dios mismo. Esto supone poder  diferenciar o mejor dicho identificar  con precisión aquellos indicios – que han sido previamente puestos en mano de los hombres por Dios, para  que el hombre  operando con  dicho código,  pueda aportar  el sentido adicional que Dios introduce en el texto.

No se  trata de que todo el pueblo esté  en condiciones de poder identificar los indicios de la palabra divina. Se trata de un trabajo preciso, complejo, meticuloso  de  decodificación  que  queda  en manos  de  un  especialista.

La  pregunta tiene  que ver  con la  posibilidad de identificar  el discurso sagrado. Este es el  problema que tenían los hebreos. La tradición talmúdica construye lo que se ha llamado la lectura cabalística . La lectura cabalística opera de  la siguiente manera: hay indicios  en el discurso, hay  señales en el discurso  que se relacionan con  un código ajeno  al discurso,  que sostiene  en dicho  código sentidos adicionales.  Se  genera  así  a  partir  de  esta  tradición talmúdica  el especialista en la lectura, todos leen, pero hay sólo algunos que porque han estudiado y se han preparado, pueden leer las señales de la presencia divina en el discurso. No todos pueden leer el mensaje de Dios, únicamente aquellos que  manejan  el código.  Recurren  al  código para  descifrar, producir  el sentido  divino  regresando del  código  con una  suerte de interpretación, porque  interpretación  casualmente en  este  sentido, es  aportar un nuevo sentido.

Veamos  un ejemplo:  el número  7 no  es en  el Antiguo Testamento igual al número 6  o al número 8.  Es decir, no es  un número más; el número 7 es un número cabalístico, por tanto  tiene un sentido especial, allí esta presente la  palabra divina,  lo  sagrado. Entonces  hay que saber,  que si  se está leyendo un  discurso y  aparece el 7  no es lo mismo que si aparece  el 8 o cualquier otro,  hay que ir al código para ver lo  que éste dice, y el código entonces va ha decir que el 7 es un número especial, donde la palabra divina aparece expresada. Es el indicio que legitima otro sentido.

Cuando José escucha de boca del Faraón el famoso sueño de las 7 vacas gordas y de  las 7  vacas flacas, entiende que  este es un mensaje  de Dios, porque aparece el 7 ahí  y entonces piensa; «ésto es un aviso». Lo que José hace no lo  hace  nadie  más,  porque la  tradición  dice  que el  Faraón le  había preguntado a toda persona con la cual se había cruzado cuál era el sentido de su  sueño y nadie supo decirle qué quería decir  eso. Resulta que José en base a este código,  adjudica un nuevo sentido, es decir, produce el sentido de este sueño, de este discurso, a partir de lo que él sabe sobre el código.

Por  tanto  estamos  en  condición de  precisar  que  este  tipo de lectura introduce una serie de complejidades en la teoría de la lectura misma.

En primer lugar, produce  el lugar  del especialista  en interpretación, es decir aparece acá reflejada  la relación poder-saber,  el que  sabe tiene poder,  porque puede interpretar;  es el  que finalmente dice cuál es  el sentido del  texto. En segundo lugar, la producción de sentido se produce desde afuera del discurso mismo,  es decir,  hay algo  adicional, hay  algo que  hay que  agregarle al discurso inicial para que  tenga su sentido y  esto que se le  agrega no es cualquier cosa, está previamente  establecido. Dicho de otra manera, hay una relación  biuníboca entre  las  señales que  aparecen en  el discurso  y los elementos del  código que dicen qué es lo que  significa la señal; hay que tener  un código  donde  pueda buscar  la señal  para  averiguar cuál  es el significado.

El lector  puede encontrar libros así. Se puede  adquirir un libro que dice, por  ejemplo,  «Descubra el  sentido  de  sus sueños».  Dichos libros están escritos con  esta equivalencia: si  se busca, por ejemplo,  «conejo», puede decir:   «embarazo».  El lector  entonces  puede  construir el  sentido de  su discurso  a  partir  de  este  instrumento  adicional.  Hay otros  sistemas populares que funcionan así,  por ejemplo, los horóscopos, el tarot. Habría que ver si los códigos jurídicos no funcionan también así: a modo de ejemplo, hacen una diferencia  entre robo  y hurto, que  no es  una diferencia que  el lenguaje popular establezca de manera  tajante. Pues  bien, las penalidades  en cada caso  son claramente  diferentes. Porque  la ley  debe ser interpretada, no alcanza con el sentido  literal que es de carácter general, hay que tomar en cuenta una  serie de  cuestiones adicionales, las que  están codificadas. El juez que  interpreta le  ley tiene a  su vez sus  normas y  sus límites para interpretarla, no  puede decidir cualquier cosa la  interpretación tiene un límite, casualmente para evitar la «arbitrariedad».

O sea que otro aspecto clave de la lectura cabalística es que es una lectura cerrada.  Es  más  rica   que  la  lectura  literal,  las posibilidades  de interpretación  son amplias  –  todo lo  amplio que sea el  código –  y sin embargo,  tiene  su  límite. Aporta  sentidos adicionales  pero el  sistema funciona como  sistema cerrado, en un momento se agota, porque  se agotó el código de referencia.

Esto  nos muestra  que los sistema  de interpretación  como el literal y el cabalístico  existen  en  la  actualidad  y  son  utilizados  a diario  por contingentes más  o menos  numerosos de personas. Retornando a la pregunta planteada en  el inicio  se puede  mostrar que el término discurso varia en su  contenido, cuando se trabaja con la lectura literal o cuando se hace con la lectura cabalística. Si el tipo de lectura se ve ampliado en cuanto a su  producción de  sentido, ello  es posible  porque se  supone una  idea de discurso  absolutamente diferente  en  un  caso  y otro.  Para  la  lectura cabalística se incorpora a la noción de discurso el código que a pesar de no pertenecer al habla, sí lo hace a la lengua.

Se toman en consideración, por tanto, elementos adicionales al texto que son los que  enriquecen el  proceso en la  vía de la producción  de sentido. Por ello se afirmó en su momento que toda teoría de producción de sentido supone necesariamente  un  referente teórico  (explícito  o implícito) acerca  del discurso mismo.

2.3. La lectura sintomal

Dice Hornstein  (1973:99): Definimos la lectura  sintomal, como una práctica productiva  que  intenta  circunscribir  la  problemática en la  cual  está instalado un  texto. La literal,  en cambio, considera a cada elemento como autónomo  y no  lo relaciona  con el  conjunto del discurso. En  la lectura sintomal el  texto visible remonta a  un sistema simbólico (la problemática) del  cual   es  efecto  y   a partir  del  cual   se  vuelve  inteligible».

La  lectura sintomal  parte de la  idea de que  el discurso  no es uniforme, es decir, si el discurso no es uniforme  es  porque hay elementos  en  dicho discurso  que tienen  valores distintos para el proceso  de producción de sentido. No estamos en presencia de  un texto parejo,  sino ante  un texto  donde hay  elementos relevantes, significativos,  hay otros  elementos que  son obviamente simples  sin mayor trascendencia. Se trata  de ver y de separar el grano de  la paja, ya que en el discurso  viene «todo  mezclado». Hay que poder identificar los síntomas para establecer los sentidos adicionales y enriquecedores. Ahora bien, ¿cuál es el proceso de producción de síntomas ?

Hay allí dos mecanismos que intervienen en su producción:

El primer  mecanismo es el del desplazamiento,  que significa que el sentido puede no estar donde lo veo. El sentido puede estar en otro lado, por lo que tengo  que estar atento  a que tal  vez lo insignificante puede ser  lo más importante, y  el detalle secundario puede echar luz  sobre el sentido de la totalidad.

Veamos un ejemplo de  la vida cotidiana. Supongamos una persona que sufre la pérdida  de  un familiar  cercano,  pero  resulta que  no muestra su  pena, funciona  como  si no  hubiese  ocurrido  nada, como si  la muerte  hubiese sucedido en  alguien que  carece por completo  de cercanía afectiva  con él. Tiempo después  esa persona va caminando por la calle y  ve un gato muerto y entonces se pone a  llorar desconsoladamente. No es el gato de él es un gato absolutamente desconocido, esta muerto hace tres días porque lo pisó un auto pero se pone a  llorar por el gato muerto. Resulta que no sintió nada cuando falleció el familiar cercano,  pero sí aparece la pena ante un hecho cotidiano e inesperado.

Esto es  lo que  se llama desplazamiento,  la pena y la  tristeza no aparece donde tiene que estar, aparece en otro lado, aparece en un objeto totalmente insignificante, no  es porque  la vida del  gato sea insignificante  pero no tiene la  significación para la  persona que el familiar  cercano tiene. Uno tiene  que hacerse  la pregunta  acerca de qué  es lo  que esta allí  que no corresponde que  este allí,  qué es lo  que tendría que estar  en otro lado. Este es  el mecanismo del desplazamiento, las  cosas aparecen en otro lugar, por  lo  tanto, para   producir  sentido  hay  que  restituirlas  al  lugar «original», es  decir, no es que  la persona sea insensible,  sino que tiene dificultades   para  conectar   su  tristeza   con  la   persona fallecida.

El mecanismo  de desplazamiento posibilita el  segundo mecanismo. Supónganse que  varios sentidos  se desplazan  sobre  un mismo elemento,  entonces este elemento  agruparía  múltiples  sentidos  y este  es  el mecanismo  de  la condensación.  La condensación nos  dice que hay elementos  del discurso que concentran  diversos  sentidos, porque  están presentes  todos  allí.  Este mecanismo de condensación muestra  que hay elementos del discurso que tienen distinta «valencia» comparativamente con  otros, que podrían aparecer lisa y llanamente sin agrupar en sí mismos diversos sentidos. Un elemento que reune varios sentidos  se constituye también en un síntoma  del discurso ya que se convierte en un lugar privilegiado para producir sentido.

Resumiendo, se ha mostrado  que al discurso no necesariamente hay que leerlo de   manera  pareja,   considerando  a   todos  los  elementos por  igual. La lectura sintomal engloba y supera a la lectura cabalística ya que la señal cabalística puede aparecer como un síntoma.

La lectura sintomal pretende  identificar estos síntomas que son los que van a aportar  los sentidos adicionales, van a  enriquecer la lectura del texto. Esta producción de sentido pudiera en algún caso extremo producir un sentido que destruye  el sentido literal del  texto. Se trata de  un caso extremo de desplazamiento. Tanto se desplazó  que lo negativo constituye lo afirmativo.

El caso  de la idiosincrasia política mexicana  puede muy bien ilustrar esta situación.  En  una época  de  incremento  de precios  de manera periódica, siempre  aparecía  en  los  medios algún  ministro  de Estado para  afirmar rotundamente que esta semana  «No va a subir la gasolina». Al escuchar dicha negación, todos  los automovilistas rápidamente se  desplazaban a las bombas de bencina a llenar  el tanque, generando atochamiento y largas colas en las calles. La  sabiduría popular había establecido  que una negación espontánea de tal  magnitud suponía casualmente lo contrario,  hecho que ocurría al día siguiente: subía el costo  de la bencina. La población astutamente realizaba entonces  una  lectura  sintomal,  lo  cual  no  solamente desmantelaba  el desplazamiento sino  que además  reaccionaba operativamente ante  la certeza del nuevo  sentido producido y  de la medidas económicas  que se adoptarían.

Lo  que  la  población  en  el ejemplo  anterior  realizó  fue «analizar»  el  síntoma;  vale   decir,  desarmar  el  desplazamiento y  la condensación construída  en el discurso. Porque  analizar es justamente eso, descomponer una  totalidad en  sus partes, en sus unidades haciendo visible aquello  que  está  (¿oculto?)  allí presente  a través  del  mecanismo  de condensación o  desplazamiento. Análisis  químico es poner  de manifiesto la composición de una substancia,  análisis matemático es despejar el valor de la incógnita, análisis del discurso es desmantelar el síntoma. El síntoma es un lugar «privilegiado» para  ingresar al discurso y  producir sentido. Hay elementos del discurso que no necesariamente aportan más allá de lo literal, pero  nunca  se  sabe  ya  que  como  se  señaló anteriormente  un  detalle insignificante puede  ser un  lugar de desplazamiento  muy significativo. El síntoma  acerca a una estrategia para producir sentido,  abre un camino,  indica por dónde iniciar el «abordaje».

Hay varias diferencias entre la lectura sintomal y la lectura cabalística que es conveniente precisar:

1.-  El  discurso es permanentemente  abierto en  cuanto a la producción de sentido;   dicho  de   otra  manera,   siempre  puedo encontrar   un  nuevo desplazamiento, o  un nuevo lugar de condensaciones y obtener algún sentido adicional.  Por  lo  tanto,   el discurso  nunca  se  agota,  puedo  seguir produciendo  sentido hasta el  infinito. En  el sistema  cabalístico  no es posible  porque   el elemento  cabalístico  aparecía   con  toda  precisión determinado por el código,  entonces el discurso  queda finalmente cerrado. Siempre voy a poder encontrar un  síntoma o un nuevo  síntoma que me aporte por condensación y  por desplazamiento  un sentido  adicional que  no había tomado en cuenta en ese momento. Por lo tanto, estamos ahora en presencia de un método de interpretación de discurso abierto.

2.- En segundo lugar la producción de sentido no tiene que ver con un código externo al discurso, sino  que la producción de sentido se realiza a partir, de la propia lógica  del discurso, es decir, no se puede ir afuera del discurso para ver cuáles son lo nuevos sentidos que puede aportar, sino que tengo que analizar  al  interior del  discurso, en  su propia  lógica,  en su  propia coherencia,   cuáles  son   los elementos  que   se  han   desplazado.  El desplazamiento   genera que tenga que trabajar  con el mismo discurso para producir sentido. Producir discurso  a partir del  discurso mismo, producir sentido  del discurso  mismo  no a  partir de  ocurrencias externas  sino en coherencia con  los límites  del propio texto.  Acá hay un  problema ético a destacar:  el sentido  tiene que  surgir del  propio discurso, porque  de lo contrario  se termina imponiendo, colonizando, introduciendo sentidos que no son propios.

Se  elimina  automáticamente  la figura  del  que  sabe interpretar, porque aquel  que está ajeno  al discurso    no  sabe. Si  el sentido hay que  producirlo a partir del discurso mismo  es solamente aquel que produjo el discurso quien  está  en condiciones de  poder producir sentido. Más allá,    solamente se producen hipótesis.

Se disuelve esta figura  que aparece con la lectura cabalística de aquel que sabe  sobre el sentido,  porque es poseedor  del código,  el que sabe  es el dueño del  código. En este caso  no hay código y además el sentido se produce a nivel interno no desde afuera,  entonces el otro por definición no sabe, porque el único que sabe es el que construyó el discurso.

3.-  Un tercer elemento a tomar en cuenta: en  la lectura cabalística hay un problema de  verdad, porque el problema es que  la verdad es divina entonces si  tengo el  código,  interpreto y  aporto al discurso  el sentido  que es verdadero ya que  es la palabra de Dios. Si tengo un  texto que sé que tiene sentidos adicionales,  necesito de este  código a los efectos  de aportar el sentido adicional, pero el sentido adicional queda limitado al código; podrá ser  muy amplio el código, pero igual  esta limitado.  Por lo tanto,  en la medida en  que aporto  el sentido del  código se  cerro  la posibilidad de interpretación y  se finaliza con la producción  de sentido. El resultado es el discurso oficial interpretado,  la interpretación oficial. El discurso es cerrado y  por lo  tanto es verdadero,  es verdadero porque  lo hace aquella persona especializada en el  código, entonces eso es verdad porque esa es la palabra de Dios.

Ahora bien, en la  lectura sintomal vimos que no hay verdad posible exterior porque no hay nadie de afuera que puede decir ésto es verdad, porque todo lo que una  persona de  afuera del discurso  puede producir son  hipótesis. Las hipótesis  no  producen  verdades, las  hipótesis son  para ser  trabajadas confirmadas o desechadas. Entonces la «verdad» la va a producir solamente la persona que  produce el discurso, o  sea la persona que  produjo el discurso que va  a decir esta hipótesis  es cierta, esto es  verdad. Pero resulta que como  el  desplazamiento y la  condensación pueden  seguir produciendo  «n» sentidos adicionales, la verdad que se produce es absolutamente transitoria, porque  luego puedo  descubrir   otros  lugares  de  condensación  y  otros mecanismos de desplazamiento que me hagan producir un nuevo sentido sobre lo que hice  antes con el mismo  discurso. Lo que ayer era  verdad hoy ya no lo es,  hoy hay  otra verdad. Siempre  voy a  poder producir un  nuevo sentido, permanentemente, ya  que la producción  es abierta. Freud dice  que un sueño tiene un ombligo que  lo ata al infinito, o sea, que a través de un sueño yo puedo  seguir  trabajando y  produciendo  sentido eternamente, mientras  la persona viva.

Por tanto,  en términos absolutos  desaparece la exigencia de  la verdad, la verdad  es algo  absolutamente  contingente no  es La Verdad,  definitiva y eterna.

4 .- En  el  trabajo citado,  Hornstein hace  notar que  a diferencia de la lectura  literal   en  la   cual  los  diversos  elementos   del  texto son interpretados  de  manera aislada  ?ya  que  cada uno  posee un significado estricto- en la lectura sintomal hay un abordaje global del texto que supone estudiar las  interrelaciones entre  los diversos elementos  que lo componen para poder precisar casualmente  cuales son los elementos identificados como síntomas, al  menos en una primera instancia. De igual modo,  en la lectura cabalística también está presente la necesidad de identificar elementos pero el caso  es que su lectura sólo será posible  en virtud del código exterior. En la lectura sintomal es el propio sistema de relaciones que configurará la red sobre  la  que  será posible  ir  produciendo  sentido.  Esta red  está construida  en torno  a  la problemática  que centra  el  discurso y  en tal sentido  se  constituye  en   un  sistema  simbólico  que  hace posible  la interpretación.

Como se  puede apreciar,  la noción de  discurso para el caso  de la lectura sintomal es  profundamente compleja ya que  no solamente lo dicho constituye el  discurso (como  en la lectura  literal), no  solamente se amplía  con la inclusión del  código (como en el  caso de la lectura cabalística) sino que aspectos del  contexto, de la acción y del  sujeto productor del discurso se interrelacionan para crear el  discurso. El discurso involucra al enunciante ya que muestra cómo dicho discurso es la manera particular de relación entre el  enunciante y  el  medio, de lo que  el texto  producido es  copia fiel.

3. Algunas conclusiones y efectos:

En los apartados anteriores se dió cuenta  de lo que constituye un discurso así como la trascendencia que tales conceptualizaciones tienen en el espacio del pensamiento. Se trata de los alcances de estos desarrollos en el entendido de  que buena  parte de  lo que  se produce por los humanos  son discursos. Discurso no  es solamente lo  que dicen los políticos,  los grupos sociales, las  instituciones,  las personas,  también  la  ciencia  produce  discurso.

Además,  se desarrollaron las diversas teorías para la producción de sentido ( literal, cabalística y sintomal) mostrando  de qué manera se va ampliando  la aproximación a los discursos, cómo es que  una teoría engloba a la anterior y la redefine superándola,  en lo que a la producción de sentido se refiere.

Se podría decir que   por lo menos  en dos rubros específicos las presentes reflexiones tienen  repercusiones.

El primero de esos rubros  es el campo de la psicología misma. Los  primeros interpelados  son las  diversas corrientes psicológicas cuya  reacción ha sido  naturalmente tapar el sol  con el dedo. En un artículo anterior  (H. Foladori 2001)  se reflexionaba acerca  de las formas  de  comparar  las diversas  psicologías.  Interesa  ahora pensar  el  problema desde la noción  de discurso de cada corriente y desde la teoría de la lectura que  cada una abraza.

Si  el psicoanálisis ha trascendido en la historia no es porque se haya presentado como una psicología más que aborda con eficacia los problemas de la psicopatología, de la salud mental de los humanos. No se trata de presentar otra  psicología clínica , ni siquiera la mejor de las clínicas. Que quede claro que no se pretende desautorizar la clínica en sí, tan solo situarla en su justo lugar. Se ha confundido el problema de la profesionalización del psicoanálisis (el problema de la práctica psicoanalítica como clínica, como teoría de la cura) con el problma de la esencia de la propuesta freudiana en su sentido más creativo que se define en fundamentar y teorizar acerca de una propuesta de interrogación de todos los discursos existentes y sus mecanismos internos de producción de sentido. Se podría decir que  el espacio de la clínica psicoanalítica  es el lugar indicado para aprender a leer discursos, para aprender a producir sentido.

Es casualmente por ello por lo que el psicoanálisis ha trascendido como ninguna otra «psicología» lo ha podido hacer, ya que puede formular hipótesis y opiniones,   aparte de las consideraciones sobre temas psicológicos, sobre los fenómenos culturales, sociales, políticos, deportivos, religiosos, económicos, etc.

Pero esto supone que incluso el psicoanálisis ha trascendido a las psicologías,   ya que  se ubica en  un lugar  meta. Está mas allá  de la psicología,  ha «legislados»  para  todos los discursos  los que se ven interpelados. Cierta vez  le  preguntaron a  Freud  que  opinaba de  la filosofía (del  discurso filosófico). Contestó  que eso  era irrelevante, lo interesante  era ver que pensaba la  filosofía del psicoanálisis. Dicho de  otro modo, qué hace ahora la  filosofía (y por  ende, todas  las  disciplinas) con  la propuesta  del psicoanálisis. Se abren preguntas acerca de la constitución misma de la ciencia, sobre la filosofía, sobre el problema del sujeto, de la sociedad , del poder, sobre los mecanismos del aprendizaje, sobre la producción artística,  sobre las pasiones de los hombres y sobre el funcionamiento de la familia, por citar solamente una gama muy reducida de problemáticas.

Por tanto, es posible  interrogar a las diversas disciplinas, por ejemplo de las  ciencias sociales,  no  acerca de  qué tipo  de discurso  producen sino acerca de la teoría  de la lectura con la que opera,  cuando a su vez trabajan con los  discursos de los humanos. Porque con alguna  teoría operan , se encuentre ésta explicitada o no. No es posible desmarcarse y suponerse ajeno  a estos sistemas de producción de sentido. No hay neutralidad posible ni extra territorialidad.

En la  medida en que se ha creado una teoría  de análisis de discurso, todos los discursos  son pasibles  de ser interpelados  en dicho sentido.  No está prohibido formular  hipótesis, las que  según el caso se  podrán verificar o no.

Y todo  esto ocurre en tanto se funda la lectura  sintomal en un texto clave que  se publica en  1900, bajo el  título la  Interpretación de los  Sueños.

Bibliografía

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Mayo 2002